Pobret, con lo joven que era, solo 53 añitos, a esta edad, no toca.
Estube en Octubre en Sant Celoni, incluso se sento en nuestra mesa, se le veia bastante bien, lastima los kilos de mas, la becada que me recomendo, no me hizo el peso, lo demas, normal, el restaurante, para mi pobre opinion, esta perdiendo fuelle, ya veremos como siguen ahora, vaya marron.
Ruize
Ya ves Ruize, yo cuando lo he oído la primera vez he dicho "anda, se llama como el cocinero.." Tiene que ser muy difícil el relevo generacional cuando el patriarca ha sido tan carismático no?
En fin.. Dios lo tenga en su gloria y que espere por nosotros muchos años..
53 años, demasiado pronto se ha ido. Un infarto ha tenido la culpa. Ha muerto en su particular campo de batalla, su restaurante.
Le llegó la hora. Descanse en paz
Es verdad es una perdida muy importante dentro de el mundo gastronómico. Era, en los últimos años el punto coherente en este mundo donde ya se empezaba a rozar la excentricidad pagada. Esperemos ,y así me consta ,que su hija Regina y su gran segundo (primero en Can Fabes), Xavier Pellicer tiren este macro proyecto hacia la linia que Santi quería. Estoy convencido de que así será. No tengo ninguna duda y defenderán esas maravillosas "7 estrellas Michelín" que tanto costaron tener. No es casualidad el hecho de ser el primero en España que tuvo las " 3 estrellas". Solo nos queda pensar que desde hoy, en el cielo se come mejor. On estiguis una abraçada.
La sonrisa es el idioma general de los hombres inteligentes. Sólo son tristes los tontos.
No he visto demasiado las noticias, pero supongo que ahora todos aquellos que le criticaban hace 2 años, ahora se llenarán la boca diciendo lo que le apreciaban ,,,, como siempre pasa.
Ya veis, hay que morirse para que hablen bien de uno....
Santi, has hecho lo que te ha dado la gana hasta el ultimo momento. Ben fet.
Según me han contado, el bueno de Santi comía como una lima. Por ejemplo, para merendar no tenía ningún problema en zamparse un buen plato de "butifarra amb mongetes" si le apetecía.
Ya lo dijo George Bernard Shaw: no hay amor más sincero que el amor a la comida.