Salvando las evidentes distancias, dolorosamente parecido a la realidad:
“La dificultad es que no basta exactamente con vivir según la norma. De hecho consigues (a veces por los pelos, por los mismos pelos, pero en conjunto lo consigues) vivir según la norma. Tus impuestos están al día. Las facturas, pagadas en su fecha. Nunca te mueves sin el carnet de identidad (¡y el bolsillito especial para la tarjeta VISA!...).
Sin embargo, no tienes amigos.
La norma es compleja, multiforme. Aparte de las horas de trabajo hay que hacer las compras, sacar dinero de los cajeros automáticos (donde tienes que esperar muy a menudo). Además están los diferentes papeles que hay que hacer llegar a los organismos que rigen los diferentes aspectos de tu vida. Y encima puedes ponerte enfermo, lo cual conlleva gastos y nuevas formalidades.
No obstante queda tiempo libre. ¿Qué hacer? ¿Cómo emplearlo? ¿Dedicarse a servir al prójimo?
Pero en el fondo, el prójimo apenas te interesa. ¿Escuchar discos? Era una solución, pero con el paso de los años tienes que aceptar que la música te emociona cada vez menos.
El bricolaje, en su más amplio sentido, puede ser una solución. Pero en realidad no hay nada que impida el regreso, cada vez más frecuente, de esos momentos en que tu absoluta soledad, la sensación de vacuidad universal, el presentimiento de que tu vida se acerca a un desastre doloroso y definitivo, se conjugan para hundirte en un estado de verdadero sufrimiento.
Y, sin embargo, todavía no tienes ganas de morir.
Has tenido una vida. Ha habido momentos en que tenías una vida. Cierto, ya no te acuerdas muy bien; pero hay fotografías que lo atestiguan. Probablemente era la época de tu adolescencia, o poco después. ¡Qué ganas de vivir tenías entonces! La existencia te parecía llena de posibilidades inéditas. Podías convertirte en cantante de variedades; o irte a Venezuela.
Más sorprendente aún es que has tenido una infancia. Mira a un niño de siete años que juega con sus soldaditos en la alfombra del salón. Te pido que lo mires con atención. Desde el divorcio, ya no tiene padre. Ve bastante poco a su madre, que ocupa un puesto importante en una firma de cosméticos. Sin embargo juega a los soldaditos, y parece que se toma esas representaciones del mundo y de la guerra con vivo interés. Ya le falta un poco de afecto, no hay duda; ¡pero cuánto parece interesarle el mundo!
A ti también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes. El campo de la norma ya no te bastaba; no podías seguir viviendo en el campo de la norma; por eso tuviste que entrar en el campo de batalla.
Te pido que remontes a ese preciso momento. Fue hace mucho tiempo, ¿no?. Acuérdate: el agua estaba fría.
Ahora estás lejos de la orilla: ¡ah, sí, qué lejos estás de la orilla!. Durante mucho tiempo has creído en la existencia de otra orilla; ya no. Sin embargo sigues nadando, y con cada movimiento estás más cerca de ahogarte. Te asfixias, te arden los pulmones. El agua te parece cada vez más fría, y sobre todo cada vez más amarga. Ya no eres tan joven. Ahora vas a morir. No pasa nada. Estoy ahí. No voy a abandonarte. Sigue leyendo.
Vuelve a acordarte, una vez más, de tu entrada en el campo de batalla.
Las páginas que siguen constituyen una novela; es decir, una sucesión de anécdotas de las que yo soy el héroe. Esta elección autobiográfica no lo es en realidad: sea como sea, no tengo otra salida. Si no escribo lo que he visto sufriría igual; y quizás un poco más. Un poco solamente, insisto en esto. La escritura no alivia apenas. Describe, delimita. Introduce una sombra de coherencia, una idea de realismo. Uno sigue chapoteando en una niebla sangrienta, pero hay algunos puntos de referencia. El caos se queda a unos pocos metros. Pobre éxito, en realidad.
¡Qué contraste con el poder absoluto, milagroso de la lectura! Una vida entera leyendo habría colmado todos mis deseos; lo sabía ya a los siete años. La textura del mundo es dolorosa, inadecuada; no me parece modificable. De verdad, creo que toda una vida leyendo me habría sentado mejor.
No me ha sido concedida una vida semejante.
Acabo de cumplir treinta años. Tras un comienzo caótico, me las arreglé bastante bien con mis estudios; actualmente soy ejecutivo. Analista programador en una empresa de servicios informáticos, mi salario neto supera 2,5 veces el salario medio interprofesional; eso ya implica un bonito poder adquisitivo. Puedo esperar un progreso significativo en el seno mismo de mi empresa; a menos que decida, como muchos otros, irme con un cliente. En resumen, puedo considerarme satisfecho con mi estatus social. En el plano sexual, por el contrario, el éxito no es tan deslumbrante. He tenido varias mujeres, pero durante periodos limitados. Desprovisto tanto de belleza como de encanto personal, sujeto a frecuentes ataques depresivos, no respondo en modo alguno a lo que las mujeres buscan de forma prioritaria. Por eso siempre he sentido, con las mujeres que me abrían sus órganos, una especie de leve reticencia; en el fondo yo apena representaba para ellas otra cosa que un remedio para salir del paso. Lo cual no es, como reconocerá cualquiera, el punto de partida ideal para una relación duradera.
De hecho, desde que me separé de Véronique hace dos años, no he conocido a ninguna mujer; las débiles e inconscientes tentativas que he hecho en ese sentido sólo han conducido a un fracaso previsible. Dos años; parece mucho tiempo. Pero en realidad, sobre todo cuando uno trabaja, pasan muy deprisa.
Todo el mundo te lo confirmará: pasan muy deprisa.
A lo mejor, resulta, simpático amigo lector, que eres una mujer. No te preocupes, son cosas que pasan. Además, eso no modifica en absoluto lo que tengo que decirte. Voy a ir a por todas.
Mi propósito no es hechizarte con sutiles observaciones psicológicas. No ambiciono arrancarte aplausos con mi sutileza y mi sentido del humor. Hay autores que ponen su talento al servicio de la delicada descripción de distintos estados de ánimo, rasgos de carácter, etc. Que no me cuenten entre ellos. Toda esa acumulación de detalles realistas, que supuestamente esboza personajes netamente diferenciados, siempre me ha parecido, perdón por decirlo, una pura chorrada. Daniel que es amigo de Hervé pero que siente algunas reticencias respecto a Gérard. El fantasma de Paul, que se encarna en Virginie, el viaje a Venecia de mi prima…, así nos podríamos pasar horas. Lo mismo podríamos observar a los cangrejos que se pisotean dentro de un tarro (para eso basta con ir a una marisquería). Por otra parte, frecuento poco a los seres humanos.
Al contrario, para alcanzar el objetivo que me propongo, mucho más filosófico, tengo que podar. Simplificar. Destruir, uno por uno, multitud de detalles. Además, me ayudará el simple juego del movimiento histórico. El mundo se uniformiza ante nuestros ojos; los medios de comunicación progresan; el interior de los apartamentos se enriquece con nuevos equipamientos. Las relaciones humanas se vuelven progresivamente imposibles, lo cual reduce otro tanto la cantidad de anécdotas de las que se compone una vida. Y poco a poco aparece el rostro de la muerte, en todo su esplendor. Se anuncia el tercer milenio.”
AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA de Michel Houellebecq
"Quiero vivir donde el alma se encuentra con el cuerpo.
Y dejar al sol estrecharme con sus brazos.
Y lavar mi piel con agua fresca y limpia.
Y ver lo que se siente cuando se es una persona nueva.
Porque en mi cabeza, hay una estación de Grehyhound,
a donde envío mis pensamientos para que se vayan lejos.
Así tendrán oportunidad de encontrar un lugar
donde encajen mejor que aquí.
Y no me imagino que podríamos descubrir
cuando escarbamos la suciedad con nuestras manos
como si fueran una pala.
Pero sé que nuestras sucias manos
pueden lavarse una a la otra
sin que quede rastro alguno.
Y creo que es cierto.
Que nos han quedado caminos por recorrer.
Pero si el silencio se apodera de tí,
entonces, espero que lo haga conmigo también.
Así que, ojos marrones, te mantendré cerca,
porque eres la única canción que quiero oir.
Una melodía que flota suavemente a través de la atmósfera.
Donde el alma se encuentra con el cuerpo.
Donde el alma se encuentra con el cuerpo.
Donde el alma se encuentra con el cuerpo.
Y creo que es cierto.
Que nos han quedado caminos por recorrer.
Pero si el silencio se apodera de tí,
entonces, espero que lo haga conmigo también.
Así que, ojos marrones, te mantendré cerca,
porque eres la única canción que quiero oir.
Una melodía que flota suavemente a través de la atmósfera.
Una melodía que flota suavemente a través de la atmósfera.
Una melodía que flota suavemente a través de la atmósfera.
Una melodía que flota suavemente a través de la atmósfera."
SOUL MEETS BODY de Death Cab for Cutie
" Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. "
Jack Kerouac En el camino
everytime you close your eyes
lies, lies!
everytime you close your eyes
lies, lies!
Ojalá de Silvio Rodriguez
Besos
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
Para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
La palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
Una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones:
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
Ojalá que la aurora no de gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
A tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
La palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
Una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones:
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
Una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones:
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
"Tu presencia, ¡Oh, Dios!, tu presencia. Aquel cuerpo temblando entre mis pienas... Tus cabellos de trigo desfallecidos en mi vientre. Ahhh... Tu rostro escondido, husmeando, buscando su presa. Tu fresco aliento sobre mí, y esa sonrisa de triunfo al alcanzarla. Por fin tus labios atrapando mi sexo. Tu bendita saliva humedeciendo mi ansia hasta calmar mi sed. Despacio, un roce que se alarga y me eleva. Tus dientes lastimando, mordiendo.
Nadie, nunca nadie me había amado así. Con esa suavidad tan dolorosa.
No sé vivir sin tí... ¡Y no puedo tenerte!
... A menos que escapemos de la vida, a menos que huyamos del mundo para encerrarnos y arrancarnos las entrañas hasta morir de amor, el único futuro que nos queda es el presente."
Re-bienvenida, ELLE. Un placer volver a verte por aquí y leerte de nuevo.