¿O me decapitas?Iniciado por icaro69
Pero no me dejes con el mundo que pone la tierna carita del gato de Shrek, eso no, s'il vous plaît........
¿O me decapitas?Iniciado por icaro69
Pero no me dejes con el mundo que pone la tierna carita del gato de Shrek, eso no, s'il vous plaît........
LAS VIDAS
Ay qué incómoda a veces
te siento
conmigo, vencedor entre los hombres!
Porque no sabes
que conmigo vencieron
miles de rostros que no puedes ver,
miles de pies y pechos que marcharon conmigo,
que no soy,
que no existo,
¿ue sólo soy la frente de los que van conmigo,
que soy más fuerte
porque llevo en mí
no mí pequeña vida
sino todas las vidas,
y ando seguro hacia adelante
porque tengo mil ojos,
golpeo con peso de piedra
porque tengo mil manos
y mi voz se oye en las orillas
de todas las tierras
porque es la voz de todos
los que no hablaron,
de los que no cantaron
y cantan hoy con esta boca
que a ti te besa.
P.Neruda
jajaja decapitarte…?? Yo no decapito querido icaro… ni dejo, ni abandono al mundo nada q me dé o me dio buenas vibraciones…Iniciado por icaro69
esa es mi suerte…
o mi cruz…
El alma al aire, decapita la coraza. Tienes en tu alcoba una bandeja con menudillos recién tomados de la huerta.Iniciado por sonri
Rociados a la escarcha y sólo envueltos con el valor.
Ya sabes, dos....tres....cuatro....cinco.... para lo que quieras y como lo quieras.
Crudo.
Al punto.
Pasado.
Al dente.
Pellízcalo con esos molares que me arrebatan.
Aunque al aire, la carne toma cuerpo.
Allá por el mil novecientos y poco.
El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los fríjoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
Bertolt Brecht
Aunque siempre, siempre admiro aquella que dejó como profecía admirado Don Brecht:
Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo como era su casa.
Demasiada falta de sueño y demasiados festines, los de la carne tierna mientras te zampas La ópera de cuatro cuartos.
De comer ni hablemos.
UN CARAJO IMPERTÉRRITO, QUE AL CIELO...
Un carajo impertérrito, que al cielo
su espumante cabeza levantaba
y coños y más coños desgarraba,
de blanca leche encaneciendo el suelo,
en su lascivo ardor, cual Monjibelo,
nunca su seno túrgido saciaba
y con violento empuje penetraba
hórridos bosques de erizado pelo.
Venció a la humanidad; quedó rendida
la fuerza mujeril; más el, sediento
siempre y siempre con ansia coñicida,
leche despide y mancha el firmamento,
dejando allí su cólera esculpida
del carajo en eterno monumento.
José de Espronceda.
Iniciado por icaro69
El Alma al Aire uhmmm la mejor ...
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Últimamente querido Icaro voy a diesel, me cuesta arrancar, y me cuesta procesar, a veces te leo y voy mucho más allá, otras en cambio era literal…, y me pillas yendo pa'los cerros esos…
Ahora entiendo…
Dos, tres, cuatro, cinco…y yo q sé… jeje pero el cafè no me lo pierdo, o el carajillo largo ainsssss
diálogo d besugos… ¿Por qué se dirá así? Los besugos dialogan? Siempre creí q monologaban… o remugaven…
al punto siempre…, ya te vale!!
Iniciado por sonri
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Descarnado enjambre de voces hambrientas, de silencios a hurtadillas.
Al punto la carne viva, respira, parpadea y palpita. Se inflama y calla. Aguarda.
Aguardientes relamiéndose como la llama del alma densa y atrapa al corazón desgarrado. Encogido.
El aire inquieto, excitado, garabateando.
Dos......tres.......cuatro...... y a regañadientes los muslos cruzan la servilleta sobre la gota del tobillo de un laberinto.
No me enseñes la puerta fácil.
Ni la falsa.
No dejes de mover los labios, las piernas........el aire sabrá rozar al alma.
Y el camino se callará.
No existirán palabras, ni promesas, ni prevendas.
Los muslos en carne viva.
Los labios rociando lo que todo se dice, sin decir nada.
Sólo con escuchar la respiración, las formas toman cuerpo.
Como ahora, ese cosquilleo se entreabre por si solo.
Sin embargo, no siempre me gustaron los chicos. De joven, de niño incluso, amé a una chica, como le conté a Thomas. Pero a Thomas no se lo dije todo. Empezó en un barco, como en Tristán e Isolda. Pocos meses antes, en Kiel, mi madre conoció a un francés apedillado Moreau.(..). No sé qué sucedió entre ellos, pero, poco tiempo después, regresó y le pidió a mi madre que se fuera a vivir con él. Ella aceptó.
Moreau vivía en una casa familiar grande, un poco vieja y llena de rincones, en Antibes, junto al mar.(...). Ese mismo verano le alquiló a un conocido un velero grande y nos llevó de crucero, a las islas de Les Lérins e incluso más allá, hasta Fréjus. Al pricipio, me mareaba, pero se me pasó enseguida; y ella, la chica de quien hablo, ella no se mareaba. Nos sentábamos juntos en la proa del barco y mirábamos blanquear la cresta de las olas; luego, nos mirábamos, y por esa mirada, la margura de nuestra infancia y el soberano rugido del mar, algo se transmitió, algo irremediable: el amor, agridulce, hasta la muerte. Pero entonces no era aún sino una mirada.
No tardó mucho en ser algo más. Aunque no lo descubrimos inmediatamente, sino quizá pasado un año; entonces un iluminado placer colmó nuestra infancia. Y, luego, un día, como ya he contado, nos pillaron. Hubo broncas interminables, mi madre me llamaba cerdo y degenerado; Moreau lloraba, y allí acabó cuanto es hermoso. Pocas semanas después, al empezar las clases, nos mandaron a un internado católico, a cientos de kilómetros uno de otro; y así fue como empezó, vom Himmel durch die Welt zur Hölle, una pesadilla de varios años que, hasta ciero punto, aún dura. Unos curas frustrados y agrios, conocedores de mis pecados, me obligaban a pasar horas enteras de rodillas en las baldosas heladas de la capilla y sólo me permitían tomar duchas frías.(...). Con aquel trato lo poco que quedaba de mi cándida fe infatil se desbarató y, más que el arrepentimiento aprendí el odio.
Todo, en aquel colegio, era deforme y pervertido. Por la noche, algunos chicos mayores venían a sentarse al borde de mi cama y me metían la mano entre las piernas hasta que los abofeteaba y, entonces, se reían, se levantaban tranquilamente y se iban; pero en las duchas, despues de hacer deporte, pasaban arrimándose a mí y me frotaban deprisa su chisme contra el trasero. También los curas invitaban a veces a algunos chicos a sus despachos para confesarlos y, luego, prometiéndoles regalos o intimidándolos, los hacían caer en gestos criminales. No puede asombrar a nadie que el pobre Jean R. intentara suicidarse. Me sentía asqueado y cubierto de fango. No tenía a nadie a quien recurrir: mi padre nunca hubiera consentido aquello, pero yo no sabía dónde encontrarlo.
Como me negaba a someterme a sus odiosos deseos, los mayores me trataban de la misma forma perversa que los reverendos padres. Me pegaban con el menor pretexto, me obligaban a ser su criado, a limpiarles los zapatos, a cepillarles la ropa. Una noche abrí los ojos: trs de ellos estaban de pie junto a mi cama y se frotaban encima de mi cara; antes de que pudiera reaccionar, sus repugnantes chismes me cegaron. No había sino una forma de librarse de aquella situación, un sistema clásico, buscarse un protector. Para eso el colegio contaba con un ritual concreto. l chico más joven lo llamaban el cazado; el de más edad tenía que tirarle los tejos y el otro podía rechazarlo en el acto; en caso contrario, podía intentar convencerlo. Pero yo no estaba preparado aún; prefería sufrir y soñar con mi amor perdido.
(...)Poco a poco me fui diciendo: si no puedo tenerle a ella, ¿qué más me da todo esto? Un día, un chico me abordó en las escaleras. Era un muchacho atlético, de unos diecisiete años, de pelo revuelto y lo bastante fuerte como para intimidar a los demás. De acuerdo, contesté antes de bajar deprisa los peldaños. A partir de entonces no tuve ya demasiados problemas. Aquel chico que se llamaba André N, me hacía regalitos y , de vez en cuando, me llevaba a los retretes. Le brotaba del cuerpo un punzante olor a piel lozana y a sudor, mezclado a veces con un leve tufo a mierda, como si se hubiera limpiado mal. Y los retretes apestaban a orina y a desinfectante y estaban siempre sucios; aún hoy el olor a los hombres y del esperma me recuerda al olor del fenol y de la orina, y también a la loza sucia, a pintura desconchada, al metal oxidado y los pestillos rotos.
Al principio sólo me tocaba, o yo se la chupaba. Luego quiso algo más. De eso ya estaba al tanto, porque lo había hecho con ella cuando empezó a tener la regla; y si ella había sentido placer, ¿por qué no iba a sentirlo yo también? Y además me hice el razonamiento de que, hasta cierto punto, así estaría aún más cerca de ella; podría notar así casi todo lo que notaba ella cuando me tocaba, me besaba, me lamía y me presentaba luego las nalgas flacas y estrechas. Me dolió; también le había dolido seguramente a ella, y luego esperé y, cuando gocé, me imaginé que era ella la que gozaba así, un placer fulgurante y desgarrador; casi se me olvidaba hasta qué punto mi placer era pobre y limitado comparado con el de ella, su placer oceánico, ya de mujer.
Después se convirtió en costumbre, desde luego. Cuando miraba a las chicas, intentaba imaginarme a mí mismo cogiéndoles con la boca los pechos lechosos y frotándome luego la verga contra sus mucosas, me decía: ¿Para qué si no es ella y nunca lo será? así que vale más que yo sea ella y que todos los otros sean yo. A esos otros no los quería, ya os lo expliqué de entrada. Los deseaba con la boca, con las manos, con la verga, con el culo, a veces de forma intensa, hasta perder el resuello, pero de ellos sólo quería las manos, la verga y la boca. Lo cual no quiere decir que no sintiera nada.
Jonathan Litell...Las benévolas.
-La población óptima está sobre un modelo de iceberg: ocho de nueve partes debajo de la línea de flotación, y una de nueve partes por encima.
-¿ Y ellos son felices, debajo de la línea de flotación? ¿en detrimento de este horrible trabajo?
-Ellos no lo encuentran como tal. Al contrario, les gusta. Es ligero, y es de una simplicidad infantil.
- Sin esfuerzo excesivo, ni de espíritu ni muscular. Siete horas y media de un trabajo ligero, nada cansino, y enseguida la ración de soma, deportes, copulación sin restricción y el Cine sentido.
- ¿Qué más podrían pedir?
- El mundo es estable actualmente. Las personas son felices; ellos obtienen los que ellas quieren. Y ellas no quieren jamás lo que no pueden obtener. Ellas están condicionadas de tal manera, que prácticamente, sólo deben comportarse como se debe. Y si por casualidad algo no va bien, tenemos el Soma.
- Tenemos que escoger entre la felicidad y lo que llamábamos antes el gran arte. Hemos sacrificado el gran arte. En su lugar tenemos el cine sentido y el órgano de perfumes....
- ¡Pero no tienen ningún sentido !
- Ellos representan para el espectador un sinfín de sensaciones agradables...y se exige la habilidad más grande. Fabricamos coches con el mínimo de acero, y obras de arte, con casi nada. Sólo son puras sensaciones.
- No solo el arte es incompatible con la estabilidad. Existe eso que llaman ciencia. La verdad es una amenaza, y la ciencia es un peligo público. Estamos obligados a tenerla debidamente encadenaza y amordazada. Ella nos dió el equilibrio más estable de la historia. Pero no podemos permitir que deshaga lo que acometió. He aquí porque limitamos con tanto cuidado el campo de sus investigaciones. Sólo dejamos que se preocupe de los problemas más inmediatos y necesarios. Todas las demás investigaciones son cuidadosamente desmotivadas.
Un mundo feliz (1932), Aldous Huxley.