Cuarenta fanegas de trigo son muchas fanegas, qué duda cabe. Cuarenta días en el desierto lo mismo, aunque también una historia para contar durante cuarenta mil millones de siglos. Pero cuarenta Icaros serían imposibles; ni siquiera veinte o diez o, ya puestos, dos. Icaro sólo hay uno, y a ése le deseo yo hoy toda la felicidad del mundo multiplicada por cuarenta.
(Ps. Hoy, cuarenta de Marzo en Alegría, ha dado Icaro cuarenta vueltas alrededor del Sol sin derretirse ni lo más mínimo)