Es evidente que este señor sabe lo que hace. Nadie en su sano juicio iría a la selva y dejaría que le picara o mordiera cualquier animalito que se encontrara en su camino, él sabe muy bien que bichito le puede dejar un recuerdo de sus fauces en sus propias carnes y cuál no. La verdad, es que no le veo mucho sentido, como espectáculo circense o televisivo, tal vez, pero no veo que lugar tiene en la divulgación científica. No deja de ser una vuelta de tuerca a lo que hacía el cazador de cocodrilos.