Iniciado por
icaro69
Los recuerdos son como perros abandonados, vagabundos, nos rodean, nos miran, jadean, aúllan alzando la vista a la luna; querrías ahuyentarlos, pero no se marchan, te lamen ávidamente la mano, y cuando les das la espalda, te muerden...
Anocheció. Amaneció. Y volvió a anochecer.
Todo queda impregnado desde el barniz del vaivén del barquito de papel, las velas que se quedaron sin cera, el kiwi y sus pelusas que se abren a la carambola más salvajemente tierna, las toallas empapadas en la ladera de aquella piscina de piedras y puzzles infantes, la llesca con atún, emmental fundido y anchoas, los caramelos de besos, las piruletas de lenguetazos, las corotinas con ración doble de limón, los mantelitos siguen aguardado a Little Einstein, las gomas de borrar (6 ???????????¡) el pelo, las voces de los niños protegidas por factor 50, la barca del camastro, el rubor del cine de sábanas blancas, la perra madrugá y el amante despertar.
El zumo de pomelo, la vieja fábrica de fresas, el perfil de la foto y la foto del perfil. La blusita colgada del cuadro, la escalera a la buhardilla del taconeo, las liebres en la pecera y los pájaros roncos.
El paseo desnudo, el nudo del grifo, la triada de la rótula y las pinzas de la ropa invisible.
Alicia en el país de las maravillas es una ínsula en el redil del café recién molido, hecho, testado.... aullado, untado, sorbito a sorbito....mientras deshago el barco de piratas de playmobil, mientras la manta de la abuela se encoge, todo.... todo.... todo.... absolutamente sigue oliendo, impregnando, acunando....
...lo que en paz se acuna, se aprende, mece y pretende.
Y ahora, sí, ya es de noche.
Renoir era grande y el beso, un grito en la oscuridad.
No puedo evitar tus ojos, lo siento.
Ni quiero.