Iniciado por
cipoton
Permitidme que cambie de tercio y pase a responder a la pregunta que se plantea en este hilo. Para ello voy a dejar de lado por unos instantes el personaje y voy a dejar fluir la persona que vivió una apasionada historia de amor, mejor escrito Amor, con una escort. Una historia de Amor, no de enamoramiento, más alejada aún de un encoñamiento y para más datos: Amor correspondido. Lo hago a riesgo de que acabe pareciendo patético, tonto, o gilipollas se mire por donde se mire, pero cuando se plantea cíclicamente esta cuestión, todos nos hacemos los locos, como si no nos hubiera pasado, y sin tener en cuenta que alguien puede estar viviendo esa experiencia y lanza esta pregunta para recibir ayuda, o consuelo.
Sin máscara y a corazón abierto, ahí va.
Corrían los años 2004-2005, hace ya el suficiente tiempo como para pensar en ello con la frialdad que el tiempo y la desaparición de los componentes pasionales que podría distorsionar la realidad de los acontecimientos. Mi matrimonio sano, correcto, hasta feliz pero... pero, digamos que por circunstancias del entorno, con un cierto alejamiento. Leve alejamiento pero cierto, aquella sensación de que no te apetece volver a casa, no por tu mujer o tus hijos; por el “entorno”, ese entorno que acaba controlando tu vida, que puede hasta conseguir que lo que hasta ahora es gratificante y apetecible, se convierta en insulso. Tampoco me apetecía ir con los amigos de copas, ni me gusta emborracharme ni convertirme en pañuelo de nadie. Así que... a buscar una válvula de escape. Un par de veces al mes, una Reunión que se alarga más de la cuenta y a empezar ese peregrinaje sobre la extensa oferta de señoritas. Grandes recuerdos y alguna que otra sensación de que me tomaban el pelo, es la vida de todo putero. Frecuentaba Agencias, no me preguntéis porqué, pero en aquella época me sentía más seguro en este tipo de servicios.
Y la vida aventurera me llevó a ella. Ya en el primer encuentro viví sensaciones diferentes. Soy enamoradizo pero aquella vez hubo “algo más”. Algo que me llegó al corazón y sobrepasó las expectativas de la cita soñada. Una extraña sensación difícil de explicar y mono... un mono increíble que me hizo durante un tiempo, desear constantemente volver a estar con ella. Gozar de su compañía, y no precisamente por sexo, volver a percibir ese “algo más”, el acariciar sus cabellos, el ver su mirada, el pasear abrazados como novios... “algo más” en definitiva y no precisamente algo corporal; algo que surge de dentro y a lo que no puedes poner freno. Algunos de los que tengan la paciencia de leerme me entenderán. Los más me tomarán por un enamoradizo en manos de una hábil profesional. Nada más lejos de la realidad.
Y de tanto repetir y de tan buen rollo, decidimos pasar de la Agencia. Primera mejora económica; ella percibe sus honorarios y yo me ahorro un pico. Móvil particular, mail y... esa necesidad de comunicarnos a diario, de llamarnos una vez a la semana, de... necesitarnos. Hasta aquí, durante un tiempo una relación aparente de cliente-escort, con buen rollo. Mails morbosillos y juegos de niños. Pero la situación va a más, cada vez nos conocemos más como personas. Sin ser conscientes, empezamos un extraño juego de sentimientos. Yo de ver en esa chica treintañera, con trabajo estable y que nunca pude o quise entender porqué se dedicaba a “esto”, a una mujer llena de buenos sentimientos, llena de humanidad, necesitada de cariño, de mi cariño. Y ella dejó de ver en mí al hombre casado que buscaba algún que otro desahogo, bien físico, bien espiritual y descubrir en mí la persona. Poco a poco, como quien no quiere la cosa, nos abrimos el corazón, nos enamoramos, nos necesitábamos... NOS AMABAMOS. A partir de un momento desapareció la prestación económica. El sexo, cuando existía, que no siempre, era la sublimación de esos sentimientos intensos que ardían en nuestro interior.
Tal vez la inseguridad, quizá los celos. Sí celos porque cuando quieres a alguien así, lo quiere para ti solo y nunca llevas bien el compartirlo con otros, nacen en tu interior. Pasas del sufrimiento por el riesgo que corre cuando va con un cliente desconocido, al dolor cuando eres consciente de que lo está pasando mal, a los celos más horribles cuando sabes que está con un cliente habitual con el que tiene muy buen rollo. Total, que vaya con quien vaya, te jode, ¡y de que forma te jode! A veces vas paseando por la calle y ves un hombre horroroso y piensas que pagando puede yacer con la mujer que tú tanto amas y que ella le dará todos sus tesoros... y jode. ¡vaya si jode!
Noches sin dormir pensando en ella. Unas ansiando estar con ella. Otras pensando que es una locura y que debes cortar por lo sano. Y otras, unas cuantas, retorciendo sus palabras para hallar en ellas alguna mentira que te permita demostrarle que eres un gran tío y que ella con sus falsedades lo ha estropeado todo...
Tú estás deseando que lo deje, pero por respeto, ¿respeto?, ¿falso respeto?, ¿cobardía?, ¿saber que si da ese paso el siguiente ha de ser tuyo?... por lo que sea, nunca te atreves a proponérselo. Y te vas quemando poco a poco, o rápido, rápido, quien sabe. Y ella que lo nota, para salvar esa relación, empieza a callarse cosas, a no explicarte toda la verdad. Y como la conoces lo notas. Palabras que antes te encandilaban ahora te escaman... cariño, guapo, cielo, amor mío, te quiero, te amo...¿ me lo dice sólo a mí? o ¿se lo dice también a los otros para fidelizarlos?. ¿soy el único a quien ama o juega varias cartas a la vez?... Cuando nacen las dudas, cuando se abre una brecha, el amor se resiente y en este oficio el amante es consciente de que está jugando con fuego. Que siempre puede aparecer uno más guapo, más simpático, más rico, más extraordinario, mejor follador.... lo que sea, pero sabes en quien has depositado tus sentimientos y los riesgos que comporta su profesión. Entre ellos destaca el conocer a muchos hombres que te pueden hacer sombra.... Inseguridad, pura y llana inseguridad, pero en este terreno estamos jugando el partido.
¿Y tú? Sí tu putero de pacotilla... ¿estarías dispuesto a abandonar todo lo que tienes para iniciar una nueva vida?. ¿Tienes suficiente seguridad en vuestro amor como para intuir que ella será capaz de renunciar a ciertas ostentaciones y tú colmarla con tanto amor como para que no las añore? ¿Tendrás suficiente aguante como para pasear con ella y cuando un viejo se la mire, no sientas en ti el odio de que tal vez alguna vez ella fue suya?
¿Se puede uno enamorar de una escort? Se puede ¡y tanto que se puede! Hay mujeres maravillosas, con una humanidad increíble y que enamorarían al alma más vetusta.
¿Se puede enamorar una escort de un cliente? Se puede, a pesar de que cuando contemplamos sus fotos, o tenemos una cita corta no tenemos opción a profundizar mucho en su corazón, os aseguro que lo tienen. Algunas mil veces mayor que el mejor de nosotros.
¿Se debe?.... Yo no fui lo suficientemente valiente para llegar a dar respuesta empírica a esta pregunta. Fui cobarde para cambiar mi vida, fui celoso para aceptar la situación, fui duro e inhumano con una persona, que ahora con el paso del tiempo, sé que me amó y me dio a mí algo que ni se compra ni se vende, y no supe o no quise entenderlo.
Ahora, perdonad, vuelvo a ponerme la máscara para seguir en este Carnaval de extraños personajes.