Iniciado por
oliba
No hay nada como sentirse un champion para animarse a escribir un poquito.
No voy a hablar de sí es o no posible enamorarse de una escort, una de las más banales entre las banales preguntas, porque la respuesta es igualmente banal: sí, sin duda. Sobran los ejemplos, abundan los éxitos, los sentimientos correspondidos, y, como en todo amor, también los fracasos, pero los ejemplos, insisto, son legión.
Lo que me interesa es comentar esta aparente dicotomía absoluta entre fantasía y realidad. O quizás el motivo por el que tendemos a confundir lo irreal.
En mi opinión, tiene su origen en la poca lógica de nuestra vida, la vida del "ser supremo", de la criatura superior, cuanto menos de la más dotada de capacidad intelectual. Sinteticemos lo que es esta vida en la apabullante mayoría de los casos, una vez llegamos a la vida adulta, y, para hacer las cosas más simples, voy a referirme al más bobo de los géneros, o sea el masculino: trabajamos, contribuimos, un poquito, a procrear la especie, nos alimentamos, descansamos, envejecemos. Hasta aquí, como casi todas las bestias. Pero además, nos evadimos. Por una parte, consumiendo con poca consciencia el ocio standarizado y sus posibilidades: vacaciones, fútbol... sexo. Por otra, nuestros sentidos y sus conexiones nos permiten la evasión espontánea: reir, llorar, gozar, sufrir, soñar, admirar, paladear, catar, escuchar, cantar, incluso, en algún caso, intentamos comprender. Y de la evasión sensorial a la fantasía. Un paso. Contemplas las Meninas y crees que Velázquez te está mirando, porque te gustaría participar del momento y formar parte de toda la sublime belleza. Imagine, como decía el bueno de Lenon. Imagina y lo irreal copa el vacío agobiante de lo habitual.
Velázquez te conquista y lleva a su mundo virtual con una única mirada, o quizás no entraste por miedo a un beso de Mari Bárbola, o te asustase el desprecio que parece emanar de una Austria aún sólo con 5 años..., o sólo te gustase Isabel de Velasco, y a ella no le interesas: sólo vive y mira para la insolencia de la niña de 5 años.
Pero, un día, una mujer, a quien quizás incluso pagaste, te hará sentir besos, caricias y escolofríos reales. Y querrás entrar en su lienzo.
Imaginarás y te evadirás a la sublime fantasía que llena el horror vacuum de una vida decente, normal y moralmente irreprochable, de felicidad standard, hecha a medida de seres que no precisaban soñar.