Sobre este tema del amor incondicional, permítaseme narrar una anécdota que le ocurrió hace años a uno de los grandes hombres de nuestro tiempo (hoy injustamente olvidado), el poeta-cantante Camilo Sexto, quien una vez le escribió a su amada estas bellas palabras:
“Ay, si tu dolor fuera mío
y el mío tuyo
qué bonito sería,
amor, amar”
Se ve claramente en este hermoso texto que el poeta Camilo establece una condición a su amor:
“SI tu dolor fuera mío y el mío tuyo”
para alcanzar luego la necesaria conclusión poético-condicional:
“qué bonito SERIA, amor, amar.”
O sea: el poeta amaría a su amada de verdad si los dos tuvieran el mismo dolor (mío=tuyo=mío). Se sabe, por otra parte, que en la época en que el poeta Camilo escribió este texto padecía de un fuerte dolor de muelas como consecuencia de las caries que le provocó la reiterada interpretación de ciertas melodías excesivamente edulcoradas durante su gira de verano del 73. Está claro, pues, que el poeta, jodido, deseaba que su amada se jodiera y sufriera también ese dolor de muelas suyo, por lo que no dudo en establecerlo como condición para darle su amor. Eso es, en definitiva, lo que se llama “amor condicional”
¿Qué pasó al final? Gracias a los trabajos del profesor J.Peñafiel, de la Universidad del Sacre Coeur, sabemos que la amada acabó dejando a Camilo por un joven de dentadura perfecta que no le pidió nada a cambio de trajinársela del derecho y del revés entre los meses de enero y marzo de 1974. O sea, el joven ofreció a la amada un “amor incondicional”, el cual, como se ve en esta ejemplar historia, acabó triunfando sobre el “condicional”
Hasta aquí, mi modesta contribución a este interesante tema.