Mi primera llamada telefónica a una señorita dedicada al relax. Se trataba de un anuncio en "La Vanguardia", de una japonesa que atendía en la Avenida Guadí. Es mediodía y me responde una mujer con voz de estar recién levantada. Empieza a hacerme una descripción exacta de los servicios y de cómo es ella, y cuando aturdido le comento que llamaba por el "anuncio de una japonesa", (pues lo que me contaba no era lo que estaba buscando), me replica sin pestañear:"No hay problema cariño, si quieres que sea japonesa, yo soy japonesa".