Yo llevo la cabeza muy bien amueblada cuando tengo una cita: quiero pasar un buen rato, buen sexo, buena charla y nada más. Ni stops ni muros de hormigón con las escorts; simplemente no existe la posibilidad de que me pueda quedar colgado de una.
Después de pegarme la hostia padre
(con perdón) en mi vida personal con mi pareja ( fué muy fuerte, de verdad, ni os lo podeís llegar a imaginar) frecuenté asiduamente a una escort
. Yo estaba turbado y ella me decía lo que yo quería oir...ahí llegué a dudar pero cuando me recobré lo vi todo con una claridad meridiana: ella estaba allí para hacerme de psicóloga, para regalarme los oídos y para que yo volviese a menudo. Era su trabajo, y el mío darme cuenta de que lo que quería era tenerme como cliente habitual y nada más( y lo digo sin rencor, porque me ayudó mucho y guardo un grato recuerdo de aquellos encuentros).
Un saludo