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Capitán Haddock @ Domingo Mar 02, 2008 11:36 pm
Como debo ser mayor que la mayoría de los que posteáis por aquí, mi experiencia es desde un prisma distinto... En muchos casos, el coste de unos polvos ha sido enorme, porque después de un polvo, en la generación anterior, venían las peticiones de matrimonio, por decirlo así. Sin bromas, no he sido usuario de la prostitución hasta cumplidos los 54, pero las he hecho de todos los colores. Me he metido en unos líos fenomenales y he hecho barrabasadas diversas. He conocido mujeres con mentalidad abierta que me han dado sexo y buena compañía a cambio de nada, ni material ni de ningún tipo. Pero han sido las menos... En la mayoría de los casos, las relaciones sexuales han sido el cebo para intentar aproximaciones y los polvos, en lugar de acabar en ducha, han acabado en declaraciones de amor con petición de mano. Y eso tiene un coste infinito...
Una (no la principal) de las razones por las que decidí cambiar mi vida en favor de tener relaciones con prostitutas fue que, en los últimos 6 meses antes de la petición, tuve relaciones una sola vez con una amiga de mi edad y se pasaba los días protestando porque no la llamaba más a menudo, porque tal y porque cual, etc. etc. hasta un extremo realmente agobiante y que me hizo lamentar haberme acostado con ella. La otra razón de peso fué la reaparición en escena de una ex-amante con la que tuve una historia de amor estruendosa que provocó dos divorcios (el suyo y el mío) y que ahora está libre y... no queráis saber el acojone que me llevé una noche que fuí a cenar con ella. Tuve que huir como un conejo.
Y todas esas experiencias tenían un coste muy elevado, a veces incluso lo sentenció un juez...
De modo que ahora me dedico a las relaciones con el sexo de pago y os diré una cosa, que sin duda ya sabeis: en esas escapadas he encontrado mujeres estupendas con las que tengo unas relaciones excelentes y que me abren una sonrisa de oreja a oreja que me sienta la mar de bien. Afianzan mi felicidad, por decirlo de alguna manera.
Besos para todas ellas y para tí, Marien
Ciao!
Pescanova