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Lo de la media naranja tiene una clara connotación católica, de inspiración divina: las dos partes se unen para formar una sola unidad con el lazo indisoluble del sacramento del matrimonio. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Ya las dos partes procedían de una sola, recordad que la mujer fue creada con una costilla del hombre, de Adán (por eso a veces son un hueso ).
Por eso dos naranjas nunca servirían, serían dos unidades; han de ser dos medias naranjas que habían de coincidir porque ya estaban predestinadas a ello, las dos medias no son completas, al unirse hacen una sola unidad.
¿Bonito como nos han vendido la moto durante milenios, verdad?
Ciao!
Pescanova
Hace ya tiempo que estuve indagando sobre el mito del amor romántico y el de la media naranja: Esto es un resumen:
El amor, ese sentimiento mágico capaz de hacernos pensar que tocamos el cielo con las manos, tiene dos caras. Cuando nos enseña su lado más amargo, duele y nos hiere con la misma intensidad que nos hizo gozar.
Algunas relaciones de pareja nos hacen sentir libres y a gusto con nosotras mismas. Son relaciones sanas, que además de aportarnos placer y diversión, nos mejoran y nos ayudan a crecer como personas. Pero más a menudo de lo que quisiéramos, nos vemos enredadas en relaciones dañinas en las que los celos, la obsesión y el miedo al rechazo son el denominador común. Se trata de relaciones que nos hieren y nos restan libertad. ¿El primer paso para superarlas? Mantener a toda costa nuestra independencia emocional. Hemos crecido entre teleseries edulcoradas y cuentos de hadas que nos han hecho creer en un amor ideal por el que debemos entregarlo todo, amar de manera incondicional a nuestro chico pase lo que pase y haga lo que haga. Esa convicc i ó n s i e n t a las bases de una relación de amor injusta y desigual, en la que damos mucho más de lo que recibimos. Eso no significa que debamos llevar las cuentas a rajatabla de lo que aporta cada uno; pero sí tener claro, que a la larga, una relación que no es equitativa, no funcionará.
Otro de los mitos del amor es pensar que si nos queremos con locura, debemos fusionarnos con nuestro amorcito y convertirnos en un solo ser. Se trata de parejas que van pegadas a todas partes y que creen que amar consiste en crearse un mundo aparte y dejar al resto del universo fuera. El truco para disfrutar de relaciones mágicas, excitantes y tiernas es que sigamos siendo nosotras mismas y respetemos en todo momento el espacio de nuestro chico. Invierte en amores que sumen, ¡no que anulen!
Según la psicóloga Maria Mercè Conangla, el primer paso para aprender a amar es revisar algunas de las creencias que tenemos sobre el amor y las relaciones, y que son la causa de muchos quebraderos de cabeza. Aquí damos fe de estos falsos mitos: La idea de que debes encontrar a tu media naranja Para ser feliz no necesitas encontrar a tu otra mitad, sencillamente porque tú sola ya eres una persona completa. Además, corres el riesgo estar toda tu vida buscando a tu alma gemela, mientras pasas de largo ante otro chico de carne y hueso que podría ser tu tipo ideal. No existe un alma gemela que encaje a la perfección con nosotras, sino miles de posibilidades repartidas en el mundo que podrían convertirse en una pareja genial.
Yo lo cambiaré
La idea de querer cambiar a nuestro chico para que se parezca a nuest ro modelo de príncipe azul trae consigo consecuencias catastróficas, como discusiones eternas o rupturas. Lo cierto es que a nosotras tampoco nos gustaría dejar de ser como somos, por eso es injusto pedirle a nuestra pareja que se convierta en alguien que no es.
¡Es mío!
Esa creencia nos lleva a pensar que nuestra pareja nos pertenece y que le podemos pedir que no quede con sus amigos sin nosotras, que nos cuente todo lo que hace, o que no nos guarde ningún secreto... Resulta muy agobiante. Esta es precisamente la conducta que nos puede llevar a tener malos rollos, como celos patológicos o malos tratos. Por eso es tan importante respetar la regla de oro del amor: nadie es propiedad de nadie. Además, el amor es un sentimiento que solo puede vivir en libertad y cuando le ponemos cadenas conseguimos el efecto contrario: que se esfume de nuestro lado a una velocidad de vértigo. No se debe obligar a nadie a que nos quiera.
Él es todo mi mundo
Esperar que nuestra pareja le dé sentido a nuestra vida, satisfaga nuestros deseos, resuelva nuestros problemas o nos salve del aburrimiento... es un terrible error. Nuestro chico solo puede añadir felicidad a la que nosotras solas ya hemos encontrado. Así que si alguien te promete que va a llenar todo tu mundo... ¡sal corriendo! porque te vas a llevar una gran decepción. Cada miembro de la pareja debe tener su propia vida, sus amistades y sus hobbies… a no ser que quieras una relación aburrida y asfi xiante.
Amor es sacrificio
Una de las trampas más comunes en una relación amorosa es pensar que por “amor” debemos estar dispuestas a soportarlo todo. Que estés colada por tu chico, no significa que tengas que convertirte en santa y mártir para demostrarle tus sentimientos. Amar es aprender, divertirse y pasarlo bien. Si tu chico no te trata bien, por mucho que te guste, deberías deshacerte de él.
El amor es eterno
Idealizamos el amor y pensamos que es para siempre. Nos juramos amor eterno y estar juntos hasta la muerte, pero no somos ni Romeo ni Julieta y el amor necesita mantenimiento día a día. Si te dejas llevar por la rutina o crees que ya lo tienes en el bote, se marchitará. Mima a tu chico, cuida los pequeños detalles, ¡y no dejes de sorprenderle!
No puedo haces más que aplaudirte marien, tu ya lo has dicho todo.
He de agradecer esta lección de amor que me acabas de dar. Bufff, si lo llego a saber antes, me hubiera ahorrado muchos palos.. :wink: :wink:
Un besazo
Lucía