En muchas ocasiones en los actos que nos atañen directamente a nosotros nos saltamos el respeto. Respeto a nuestra persona, a nuestro cuerpo..., No nos damos cuenta de ello (o no queremos darnos) hasta que no tocamos fondo y aún así es muy difícil rectificar y "reeducarte".
Así pues si ni siquiera estamos en "comunión" con nosotros mismos es muy difícil predicar con los demás y lo único que hacemos es volcar nuestras frutraciones y miedos sobre aquel que se cruce en nuestro camino. Yo he vivido en mis carnes la falta de moral, de respeto y de ética que hay en este mundo y lo único que se consigue con ello es corromper algo que puede ser maravilloso para hacerlo un infierno.
Moraleja: Respetemosnos todos y hagamos
mucho amor y no a la guerra