Experiencia nefasta al menos desde hace un año.
Había pedido hora previamente, la cual me fué concedida a las 7h de la tarde, fué a principios de mayo.
Acudí andando tranquilamente, aunque he de reconocer que estaba algo nervioso, cosa no normal en mi, ya que acudo a las citas bastante tranquilo.
Toco el timbre y una elegante recepcionista me hizo pasar a la sala de espera, indicándome que la persona encargada de atenderme me recibiría al instante.
Dicho y hecho, a los dos minutos la gentil empleada me acompañó a la sala donde debía cerrar las normas y emolumentos necesarios.
Habitación confortable, muebles regios y allí estaba el encargado muy elegantemente vestido.
Nos saludamos cortesmente y empezamos a hablar sobre la petición que había efectuado.
El buen hombre, buen profesional me dió una lección sobre las bondades de efectuar el dispendio que se avecinaba y después de larga exposición me indicó la cantidad que debía desembolsar.
-Es cachondeo : - dijele al instante al oir la cantida requerida, el muy cabrito con una sonrisa sarcástica se limitó a mover su cráneo con el clásico movimiento de negación.
Después de ardua negociación acepté la cantidad indicada.
Ya en la calle, pensaba yo...
A ver, ni ñaca, ñaca, ni nada; el francés ni se mentó; mas bien salí con la sensación de heber disfrutado de un griego, pero no en plan activo, sinó mas bien pasivo y bien pasivo.
El nombre de guerra de ella es Declaración de Renta y Patrimonio
Lo mas jodido es que a pesar de la nefasta experiencia lo mas seguro es que dentro de un año volveré a visitarla.
Es que no escarmentamos. dita sea.