Iniciado por
cipoton
Estimado compañero forero, veo que has dejado de escribir, cosa que lamento ya que valoro mucho tus opiniones. Aunque no lo creas, hay por aquí unos cuantos, bastante foreros que si profundizan un poco, llegarían muy a pesar suyo a las mismas conclusiones que tú has expuesto de forma clara y llana.
Me has hecho reflexionar al abrirnos tu corazón y es de justicia que salga otra voz que haga gala de la misma honestidad que la tuya. Así que ahí voy. A explicar mi verdad.
Te pongo en antecedentes, Hace algo más de dos años, cuando estaba jugueteando con una bella dama en el sofá de su apartamento, tuve la ocurrencia de acercar al escenario de la aventura una lámpara de pie que estaba en la estancia. La intención era poder gozar de una visión más clara e iluminada de su bello "chichi", prieto y rosado, mientras me disponía a iniciar un sabroso cunnilingus. Con el fragor de tan sabrosa faena, la fatalidad hizo que tocara con mi pierna la improvisada iluminación con tan mala fortuna que cayó sobre mí. La decoración metálica impactó en mi cabeza y perdí el conocimiento, La chica se asustó muchísimo y para que se mantuviera la confidencialidad de este encuentro furtivo pensó que lo menos comprometido para todos sería cambiar el escenario del accidente. Así que recabó la ayuda de un amable vecino de su finca, un señor mayor, bajo, calvo, obeso y mellado (después verás el porqué de tanta profusión en su descripción). Con su ayuda me vistieron y me bajaron hasta el portal de la calle simulando una caída fortuita en pleno asfalto hasta que llegara la ambulancia. Mientras tanto yo recuperé los sentidos, o eso creo recordar, muy nervioso y preocupado por como iba a explicar a mi mujer lo que había pasado. Al abrir los ojos, mi primera visión fue la cara amable del señor mayor quien me tranquilizó y me comentó que todo estaba bajo control. Vaya cambio, de un precioso y apetecible chochito a un rostro decrépito.
Tras un tiempo ingresado en un centro hospitalario y múltiples visitas a neurocirujanos recibí el alta a los nueve meses y ocho días. En ese momento me informaron que posiblemente quedaría alguna secuela irreversible. Pensé que se referían a la ligera sordera y a la mala visión de mi ojo derecho. Pensé, pero no. Hay más, bastante más. Muchas noches me despierto muy excitado, con una erección imponente(vamos, morcillón morcillón) y con una visión. ¿De la bella dama con la que tuve el accidente? no, ¿de una entrepierna de un bellezón dispuesto a ser comido? tampoco. Peor, mucho peor, con la imagen del vecino. A base sufrir tal pesadilla de forma tan repetitiva he ido reconstruyendo horrorizado la causa de tal excitación: Estoy tumbado desnudo en el sofá; frente a mí el vecino de la escort mirándome con cara de deseo, risueño. Con sus dos manos levanta su panza, la posa sobre mis piernas y me susurra al oído: te voy a dar más placer del que nunca has soñado. Baja hasta mis pezones, los mordisquea y luego a trompicones intenta bajar hasta mi miembro con intención de succionármelo. Después… yo tras él, embistiendo mientras pretendo con mis brazos abrazar su inmensa barriga sin conseguirlo y lamiéndole su calva.
¿Por qué te explico eso? Ocho veces, ocho intentos fallidos, ocho gatillazos en el vano intento de sentir placer con una bella mujer sin conseguirlo. Con lo que me gustaban las mujeres y ahora… sólo me excita la posibilidad de una aventura con un viejo gordo, bajo, calvo y desdentado. Hasta el punto de que para no hacer un espantoso ridículo, cuando la compañera que ha tenido a bien aceptar una cita conmigo se dispone ha realizarme un sabroso francés… en vez de gozar de esa maravillosa situación, de ver su dulce mirada mientras ella se aplica a saborear mi miembro, no tengo más remedio que imaginarme que me la está lamiendo un abuelo viejo, gordo, calvo y mellado para notar algo de excitación.
Ya ves, yo aquí haciéndome el macho y en realidad me paso el día sentado frente a la residencia de ancianos esperando a ver si sale uno de mi gusto para meterle mano. Un consejo por si alguien siente alguna sensación semejante: no meterse con los cojos que llevan un cayado o una muleta… suelen tener muy mala leche y no veas como son capaces de correr para darte bastonazos…
Malditas secuelas. Pero no desisto y seguiré intentando yacer con esa bella dama que haga que la desee tanto como para olvidar mis pasiones por el dichoso vecino, viejo, bajo, gordo, calvo y desdentado. ¿secuela irreversible?