Tema: Luces, sombras y....quimeras

“La raíz de la insatisfacción del hombre que vive en la medianía es que aprende a no amar la verdad y, en último término, a dejar de buscarla. Según el filósofo Harry G. Frankfurt, existen frases verdaderas, frases falsas y luego están las frases bullshit, palabra, de nuevo, difícil de traducir, pero próxima a la habladuría heideggeriana. En nuestra opinión, la mejor traducción es posiblemente gilipollez o chorrada. Las chorradas se profieren cuando uno habla sin prestar atención a lo verdadero, cuando uno busca no revelar o ocultar una verdad, sino simplemente causar una impresión en el que escucha, generalmente una impresión favorable, que busca su simpatía, su benevolencia.

[…] Y en nuestra vida cotidiana son gilipolleces todas aquellas frases que decimos para participar en lo colectivo. Por eso contamos y reproducimos cotilleos en el trabajo, porque no nos interesa en realidad lo que pasó, sino lo que se dice que pasó, para que el otro se sorprenda al escucharnos y nos valore como confidentes, como interlocutores inteligentes y divertidos; por eso hablamos de la educación de los hijos o de cualquier otro tema usando tópicos de tercera mano que, en realidad, no sabemos si son verdaderos. Solo queremos mostrarnos ante los demás como padres conscientes y preocupados. ¿De cuántas cosas, a pesar de la formación, a pesar de la experiencia vital, podemos hablar con propiedad? Casi de nada, quizá sobre una o dos cosas. Sin embargo, tenemos que relacionarnos con los demás, tenemos que comunicarnos, tenemos, al final, que decir chorradas para no excluirnos de los que nos rodean.

Todo ello puede resultar en lo siguiente: que las palabras que hayamos dicho a lo largo de nuestra vida equivalgan a una conversación de ascensor sobre el tiempo. Se objetará sin duda que en nuestras vidas hay momentos en que decimos la verdad, en que expresamos verdaderamente lo que creemos verdadero. Momentos en que hablamos de lo que sentimos, momentos en que decimos “te quiero” sinceramente. Pero claro, para ello vamos a tener que echar mano de palabras e imágenes al uso, vamos que tener que recurrir a lo colectivo, a palabras usadas por los demás una y mil veces. Y no solo eso, tal y como Frankfurt viene a decir al final de su libro, cuando habla de la imposibilidad de ser sincero, digamos lo que digamos, descubriremos únicamente un encontrarse determinado, aquel encontrarse del que seamos víctimas en aquel momento. En fin, cuando en el éxtasis del amor más sincero digamos “te querré siempre”, en realidad solo estaremos revelando un estado de ánimo, para hacer propaganda de nosotros mismos, enunciando como seguro aquello que es estrictamente imposible que sepamos, porque nadie conoce su futuro. Las frases dichas con mayor sinceridad suelen ser las mayores gilipolleces.”


“FILOSOFÍA PARA UNA VIDA PEOR”, Oriol Quintana.