Iniciado por
icaro69
"Tiempo de reflexión", conticinio.
Meridiano y clarividente.
Ni tras un puñado de cenas, encuentros o quedadas puedes fiarte de tú sombra, Jomen.
Ni siquiera tras meses, años de relación continuada.
En el foro, por ende, ni en la vida.
A veces no nos conocemos, ni reconocemos a nosotros mismos.
Siempre alguien confunde la indiferencia y el pasapalabra con la calumnia y la injuria; el conocimiento con el pro, y la información no sólo es poder, también en su malformación, en su bulo, en su textura, al antojo.... destrucción, acopio y trueque.
Alguna vez ya lo he aconsejado, Golondrino, a l@s nuev@s forer@s, la clave y la presunción para salvaguardar a la intimidad radica en ser desleal con uno mismo, infiel a tus principios, me explico:
Existe una palabra maravillosa que nos obligan a traicionar y destruir proclive y continuadamente desde que del gateo cruzamos el paso: la sinceridad.
Y esa sinceridad, la puta honestidad que nos hace convertirnos en buenas personas sólo se protege, desgraciadamente, con el suicidio espiritual, con la mentira compulsiva, piadosa y con la confabulación del desnudo de la persona en personaje.
Sé de que hablo, ya sabe Diox, de qué hablo.
Cuando cruzas sobre manera el umbral de lo virtual (yo entré por aquí con el azar en flor, y voy para un cuatrienio....válgame, Diox), ni sabes, ni intuyes, ni te cabe a imaginar que quizás, y sólo quizás, lo que parece una flor de noviembre, un paseo vespertino, una luna menguada, puede convertirse en un trozo de vida, en una falda de pestañas y así, sin comerlo, ni beberlo lo que empieza siendo un juego, una distracción, una huida hacia delanteatrás, atrásdelante se transforma en un retazo, en un relato de ti mismo, y de esa misma esencia, nace..... nace..... nace.....
Naces y mueres. Y renaces. Y remueres, para volver a nacer.
Es evidente, Golondrino, que tienes todo el apoyo de nuestra comunidad, de las personas de bien.
Pero sirva ese pesar, tu pesar, para que cuando alguien de nuevo vuelva a cruzar el umbral, no se unte los ojos en laurel y las manos en lodos.
Perdida e inexorablemente, llega el día que uno desea despojarse de todas esas medias verdades, medias mentiras y para cuándo cae esa pena, ese dolor quizás ya es tarde.
Quizás, y sólo quizás uno ya esté muerto en vida.
Aunque desgraciadamente, es la única manera de proteger a los tuyos, a tu intimidad, a tu pequeño mundo, para evitar que te sacuden como a ti, los cimientos, la responsabilidad de lo más sagrado:
la libertad de sentirse libre de cuerpo y alma, consigo mismo y con los demás.