Te tengo enfrente, cara a cara, mirándote a los ojos, a esos ojos de los que seguramente ya estás harta de oir que son preciosos, ... y es que lo son!. Te cojo las manos, las dos, y te acerco un poco. Subo mis manos por tus brazos, hasta los codos. Me paro un momento. Vuelvo a bajarlas y, cogiéndote otra vez las manos, te acerco más a mi. Estamos muy cerca el uno del otro, sin tocarnos, con aire de por medio. Levanto las manos y te froto los brazos, arriba y abajo. Sin dejar de mirarte a los ojos, inclino despacio la cabeza, mi cabeza, primero a la izquierda, luego a la derecha. Sonrio. Apoyándo mis manos en tu cadera (esas curvitas!, que deliciosas son!), te sujeto. Avanzo un poquito, justo para que nuestros vientres se toquen. Entre pecho y pecho aún que da un poquito de aire. Sigo mirándote, a la cara, repasando tus ojos, tus cejas, tus iris, a la derecha, a la izquierda, como relamiéndote. Sigo sonriendo. En un único y múltiple gesto, me inclino suavemente hacia adelante, cruzo mis manos por tu espalda, con el brazo derecho por encima del izquierdo, buscando mi mano derecha tu omoplato derecho y mi mano izquierda encontrando tu cintura izquierda por detrás. Ya no queda aire entre pecho y pecho. No te veo la cara, pero te siento intensamente. Tu cara está cerca, muy cerca. Empiezo a olerte. Apoyo mi mejilla en la tuya. Inspirando profundamente, froto tu espalda, con las dos manos. Me balanceo, nos balanceamos. Inclino mi cabeza hacia la tuya, hasta que mi nariz queda muy cerca de tu lóbulo izquierdo, y así, apretándote con mis brazos y manos contra mi cuerpo, con la nariz rozando tu piel, vuelvo a inspirar profundamente. Tu olor, tu misma, en mis pulmones. Delicioso. Mientras mi brazo-mano derechos te cogen la cintura desde atrás, levanto la izquierda y, por encima del pelo, la apoyo con fuerza en tu nuca. Vuelvo, volvemos a balancearnos. Te digo alguna tonteria, no me acuerdo de cual. Acto seguido, vuelvo a frotarte la espalda, como antes, con suavidad y firmeza. Nuestros pechos se separan. Mi manos bajan a buscar las tuyas. Vuelve a haber aire entre vientre y vientre. Vuelvo a ver tus ojos, y .... sigo sonriendo.
Para ti, para Ella