Iniciado por
nietze
Eso de dejar de fumar suele ser uno de los propósitos más típicos. Yo no me tomo casi nada en serio, pero esto es distinto.En los últimos tres años –los que llevo en este foro- he vivido la muerte por cáncer de pulmón de mi padre y mi hermana. Los dos fumaban, claro, como tanta otra gente en nuestro país. Mi padre ya era mayor y, aunque por su condición física general podría haber seguido viviendo muchos más años, no se puede decir que se marchara al otro mundo sin disfrutar su porción de la tarta en este. Pero mi hermana ni había cumplido los cincuenta. El día que le diagnosticaron el cáncer no se lo podía creer, no tenía síntomas; pero a partir de ese día, y hasta el último, su vida fue un infierno.
Durante estos tres años de cirugías, quimioterapias, radioterapias, urgencias de hospital y, sobre todo, depresión, dolor y profunda tristeza, he aprendido -contra mi voluntad- casi todo lo que se sabe sobre los efectos mortales del tabaco. He leído mucho sobre el tema, y cada nueva página que caía en mis manos incrementaba un grado más la estupefacción que sentía: hay tanta información, está tan claro, es tan obvio… hay que estar ciego para ignorarlo.
Y sin embargo he conocido ciegos de estos a puñados en los hospitales que me ha tocado visitar durante estos tres años. A muchos de ellos –y esto es lo peor- no tardaba en notárseles ese mismo sentimiento de estupefacción que había experimentado yo antes.
Yo, claro, hace 3 años que ya no fumo.