Refleja el espejo, cada mañana, la imagen de un cuarentón; pelo cano, barba desigual y mirada esquiva. Trasnochan en la mesa de trabajo recuerdos perecederos de una juventud ahorquillada entre putas, macarras y borracheras gloriosas, reverso de un escaparate desprendido del neón de antaño. Entre papeles, sombras sobre blanco, destaca el teclado que me mantiene unido, tal que obenque, a un mundo ya despistado del que sólo preserva olores a rancio y luces opacas. La pantalla parpadea y delata correos sin abrir. Decenas de preguntas y dudas a las que más pronto que tarde deberé dar respuesta, quizás, antes del segundo café del día. Resalta de entre todos ellos una de "admin.forosx" y me pregunto -¿Afrodita me ha venido a ver?
En estas estaba inmerso cuando el forero Icaro, con lenguaje llano, decidió invitarme a una cena de, según él, "putanescos contrastados. Sin tiempo a la reflexión acepté el envite, que no convite (se pagó a escote)presto a averiguar si en algo se parecía la cara que mi espejo devuelve a la de un tal llamado "putanesco".
Como fuera que alguien dijo alguna vez que "nada teme quien de nada se arrepiente" y si nadie lo dijo jamás, bien podía haber sido (ya sabéis "si non è vero è bene trovato") decidí, movido por mi inconconsciencia tardía o mi ingenuidad temprana, acudir a la cita. Al poco me vi rodeado de espejos que reflejaban rostros como el mío, en todo caso, relajados. Miradas sinceras, quizás de asombro, como la de Watson, o indecisas, como la de Pedazode..., se mezclaban con las de un Icaro comprometido en la suma.....si alguien falta a la cita. De entre todas me asombró, por demoledora, la de Kaiser, incapaz de retener detalles ante la euforia del momento.
-Bueno ¿cuántas cervezas son?
-Para mí agua (se oía de forma sincopada).
Con la larga espera se rompió el hielo que, por otro lado, llevaba roto semanas o años, quien sabe si alguna vez llegó a formarse. Se rompió igualmente la paciencia del camarero, quien a cada poco se presentaba diciendo....
-Señores la cocina espera.....
A mi siniestra Simunet, de expresión lírica y pausada, luego de comentar de dónde viene tan detallada estadística sobre el equipo de sus amores, indica....
-Cenemos que se hace tarde.
Y allí me encuentro, centrado entre Simunet y Argonauta (o ese hombre llamado, no Prince, sinó Midi); sosias de un autobaneado Midiclriano, que resulta ser un flajelo de sí mismo. Se pelea Simunet con las endibias ¿o eran cogollos? y señala que no las toma porque no le gustan las endibias, a lo que Argonauta responde:
- No son endibias, son cogollos.
- (Simunet) No las tomo porque no me gustan las endibias (¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡).
Y en estas estábamos cuando hace su entrada triunfal una ninfa que más que andar levita, que no se mueve, contornea, de sonrisa presta y trato displicente. Entre el alborozo general nadie reparó en el ruido causado por los "palos de mi sombrajo", cíados, más diría, fenecidos, ante la presencia de semejante hermosura. Andaría Stehndall por Florencia cuando lo del síndrome y a buen seguro no pudo contemplar semejante obra de la naturaleza. Colgaba a su brazo un señor de Alicante, ufano, henchido.....que no era para menos vista la clase y belleza de P. ¿o era R.? Como cortesía obliga las presentaciones se alargaron, especialmente con Watson quien preguntaba inquisidor al interpelado ¿me reconoces? Y a fuer mía que nadie lo hizo. Watson me resultó conmovedor, lo miraba todo como si estuviera sentado en primera fila del Cirque du Soleil, incrédulo él. Una visita al Museo de Madame Tussaud (literalmente a la vuelta de la esquina con Baker Street) la habían hecho abandonar la fría ribera del Támesis a cambio de un trípode, óleo y pernod en una adoquinada calle de Montparnasse (bistro, bistro).
Lo de menos era ya el ágape, tal era el solazo ante la presencia de la única forera. ¡Ole, Ole, Ole! se oía musitar a Bourne, Jason Bourne, travestido de Falvià, quien supo aguantar los parecidos razonables. En frente Icaro (no, ese tío no habla raro), maestro de ceremonias, rompiendo tópicos a contracodo con Kaiser, picnhando, cortando o, como diría Estopa "partiendo la pana". Estaba en su salsa ¡qué cabrito! No se trastocó ni con lo del beluga, que cuando de oro negro se habla, bien podría tratarse de sevriga o, simplemente, de trufa italiana. Impasible el ademán, dominó, controló, dribló, regateó, amagó y....no pegó. ¡Si señor!, que sobre el arte de cúchares Alicantino traía la lección tomada. La estocada, hasta el corvejón, nos la había dado en los mismísimos centros.....sólo le faltó hacer el paseíllo.
La pronta marcha de Simunet coincidió con la llegada de Celentano (Osito). De mirada oblicua y trato fino poco puedo decir de él ya que ambos pernoctamos en alas opuestas de la mesa y me queda para la próxima una charla, porque lo presiento de "trago largo". No obstante se precipitó un movimiento de sillas ¡quién me lo iba a decir!, Pedazode...se sentó al lado de la bella (amigo, eso no se le hace a papá), acaparando miradas sibilinas, flagelo y envidia obligan. Transcurrió la noche con charlas, risas y alborozo que me recordaron el final de "Sleepers, clan de mafiosos".
La llegada de Teo vino a animar el cotarro y le reconozco batallador, algo introspectivo y buen conversador, que gana en la distancia corta. Fajador donde los haya se me queó, junto con Pelos, un tanto a la "remanguillé" (gracias abuelo por el palabro)....tengo una charla pendiente.
Lo mejor que se puede decir de los que habiéndose comprometido no vinieron, es que no se les echó de menos......excepto a la hora de pagar. Que nos tocó cotizar su parte y ni las artes de regateo de Kaiser (zoco obliga) pudieron evitar el dispendio. En cuanto a las tablas (del 2), en su descroga queda decir que Morfeo pululaba por la mesa y que, francamente, hay años en los que uno no está para sumas.
Estos días refleja el espejo, por las mañánas, la imagen de un cuarentón; pelo cano, barba desigual y mirada esquiva. Esgrime últimamente una mueca, tal que sonrisa "giocondina"......¿qué te callas putanesco?
Gracias a todos.
Saludos