Entremezclando los títulos de dos hilos abiertos recientemente en este foro... La vida es bella, aunque la canción triste.
Permitidme que hoy interrumpa por unos instantes, la grandeza de los hilos abiertos y que con mis pobres letras, fruto de mi pobre educación, desentone entre tantos hilos llenos de gran cultura literaria. Pero me apetece escribir y con ello transmitir, a quien le apetezca leerme, mis sentimientos. Sentimiento, esta vez, de gran tristeza desde hace unos días al tener conocimiento accidental del devenir de la vida de la que hasta hace unos años fue una buena amiga mía.
Como dice Watson, la vida es bella. Abrió un hilo con este título y, sí la vida es bella... aunque la canción triste. En el habló de una amiga suya que se planteó como recurso para resolver su dura situación económica, el dedicarse a la prostitución. La historia, la triste historia que ahora os narraré, va de una chica “de la nostra terra” estudiante (mala estudiante), con difíciles relaciones familiares y con mala capacidad para relacionarse socialmente, a la que alguien, quien, cuando y como lo desconozco, la introdujo en el mundo del escortismo haciéndole creer que a cambio de “algunas ligeras concesiones” superando esos falsos conceptos morales en que se basan nuestras costumbres, hallaría en él buenos amigos, se codearía con hombres importantes y, como no, ganaría importante cantidades de dinero. Y todo eso ¿a cambio de qué? De muy poco. Simplemente tratándolos como si todos fueran maravillosos, ya sean gordos, viejos, calvos, viciosos, desagradables o de que algunos podrían ser su abuelo. Todos maravillosos y, mientras ella les hacía un buen francés, o se revolcaba con ellos mientras les vendía sus encantos, ellos serían como su novio, aquel que nunca tuvo aunque cada día soñaba con él. En el fondo, ¿que diferencia hay entre echar un polvo con alguien con quien te apetece, lo deseas, que con un hombre que te da unos cuantos billetes? Tanto en un caso como en otro... es simplemente un polvo. La vida es bella. Y la de la escort, con mucho más dinero que la de la desgraciada dependienta de supermercado, con amigos importantes y, me repito, mucho dinero que obtendría de esos hombres que para seducir una bella mujer es lo que ofrecen, ya que otros atributos o cualidades... la vida es mucho más bella.
La conocí como un cliente más. Fue una cita a ciegas precedida por múltiples aplazamientos y por una relación escrita, casi diaria. Conocí mucho antes su alma que su cuerpo. Y, aún así, cometí el error de querer ser su cliente. El día que por primera vez nos encontramos personalmente, descubrí que me gustaba más lo que día a día había ido descubriendo en sus palabras y en sus pensamientos, que su cuerpo. El polvo fue malo, tal vez lo idealizamos demasiado, yo esperaba recibir algo más que un buen francés y un buen trajineo. A ella, a ella tal vez le dí asco, debía esperarse un príncipe azul y se encontró con un sapo. Físicamente un sapo aunque con labia de príncipe.
Pero el día a día, esas malditas costumbres que adquirimos. Esas necesidades emotivas que nos creamos, hizo que, a pesar del mal polvo, cada día mantuviéramos el contacto. Incluso un par de veces o tres compartimos mesa y afable conversación. ¿La quería?, ¿me daba pena?, ¿me rejuvenecía el hablar con ella?... nunca lo he sabido, nunca me lo planteé ni aún ahora me lo planteo ni lo entiendo, ni, por supuesto, me preocupaba. Cada día abría el mail ansioso de leer en él sus palabras. Esa era la simple realidad. La causa, los porqués, carecen de importancia.
Poco a poco, y tal como le había augurado quien le abrió las puertas a este mundo, fue ganando amigos. Amigos que se apuntaron a darles consejos, algunos hasta le ofrecieron cobijo para huir de esa nefasta vida con los suyos, que a pesar de ser de su misma sangre, nunca la entendieron y nunca compartieron sus sueños de salir de una monótona vida de chica normalilla y ser una mujer bien vestida, con ropas y complementos de las mejores marcas con los que recorrer lugares de alta alcurnia y destacar, como si de una Top Model se tratara, o como un personaje famoso y pudiente fuera. Sus nuevas amistades la ayudaron dándola a conocer en buenos ambientes, recomendando los buenos servicios que prestaba, su gran clase, su belleza... La vida es bella.
Mira si es bella la vida que, encontró su verdadero amor en uno de sus clientes. Con él descubrió algo que hasta ahora nunca había conocido, que un beso, cuando hay sentimiento, llega al alma; que una caricia te eriza el cerebro; que una cosa es echar un polvo y otra muy distinta, hacer el amor. Quien tan buen futuro le auguró si se hacía escort tenía mucha razón. Unos buenos ingresos, aunque ahorrar se le hacía difícil porque esas dichosas marcas son carísimas y ¿como iba a ir envuelta siendo quien era en trapos baratos?. Muy buenos amigos, algunos importantes, a los que nunca en su vida anterior aburrida y mediocre habría conocido y... el AMOR, así con mayúsculas. Un amor con un hombre bastante mayor que ella, pero con un buen coche y, aparentemente (sí, digo bien, aparentemente) con una situación económica desahogada.
Nunca entendí como si era cierto que se amaban y él tenía la vida resuelta, aún permitía que ella siguiera siendo prostituta. Nunca lo entendí y casi me atrevería a decir que ella tampoco. No es celoso y me respeta. Esa era la única explicación cuando yo le decía que cuando se ama a alguien de verdad te duele que otro hombre le toque un solo cabello con intención libidinosa y que nadie normal soportaría saber que esa persona que amas, se la chupa a dos o tres cada semana como mínimo y que entran en ella a cambio de algo de dinero. Pero según ella por respeto aceptaba que ella se dedicara a “eso” como una prueba de amor.
Con novio y con tanto amigo buen consejero que la ensalzaban y animaban a seguir en el oficio, yo, poco a poco fui convirtiéndome en ese amigo incómodo que reflejaba en mis palabras y en mis escritos esa otra realidad menos maravillosa. Yo era la parte amarga que le recordaba que hay mucha mentira, mucha falsedad e intentaba que ella distinguiera entre los buenos sentimientos y la adulación interesada. Los otros amigos... ¡que bien le sonaban a ella sus bellas palabras!. Y del novio que decir, amor intenso, un par de veces a la semana él le entregaba su amor intenso en la cama de hotel pagado por ella, aunque, esto último era algo intrascendente porque, aunque fuera ella la que pagaba... él la amaba de verdad, con toda su alma y no era celoso. Se habían dado un año a prueba y si todo iba bien, se retiraba e iniciarían una vida normal de pareja. Tal vez me equivoqué, tal vez no supe entender la situación de una forma constructiva. Quizá debí permanecer cerca de ella y no lo hice, a pesar de ser el amigo poco amable, quizá en lo que decía algo de razón había. No lo sé, el hecho fue que decidí tirar la toalla y dejarla disfrutar de su vida con su novio y sus buenos amigos que la adoraban.
Pasaban los meses, pasaron los años y yo, cuando la seguía viendo anunciada en cuantas páginas escorts consultaba, más me sorprendía. Tanto me sorprendía que, un día le envié un mail dándome a conocer para preguntarle que si habían roto con el novio. Su respuesta me resultó desconcertante. Seguían juntos y él cada día la amaba. Ahora vivían juntos en un piso que ella había alquilado (y que pagaba con el dinero que ella ganaba). Pero como él no era celoso y además la respetaba... ella seguía de escort aunque había perdido a casi todos sus amigos (sí aquellos tan dispuestos a ayudarla) porque ya no hacía ningún servicio sin cobrar porque así se lo exigía su novio.
A finales de este verano desaparecieron todos sus anuncios. Yo, al ver que esta situación se iba alargando y, a pesar de hacer mucho tiempo que no estábamos en contacto, me dirigí a ella para preguntarle si estaba bien. Su respuesta me alegró, finalmente dejaba el mundo de la prostitución. Mucho más tarde de lo que ella tenía previsto pero, al fin, llegó el día. La felicité (dentro de mí sentí una gran alegría) y le deseé que finalmente su vida la lleve allá donde realmente ella quiera ir.
Aunque la canción es triste.
Hay un dicho entre puteros que dice que todas, más tarde o temprano, pero que todas vuelven. Y así fue en su caso. Pocos meses duró mi alegría, y supongo que la suya ya que de nuevo y con una tarifa menor vuelve a aparecer en las páginas de escort.
La canción es triste. Tras muchas dudas la llamo y le pregunto que es lo que ha pasado para que haya durado tan poco su retirada. Rompe a llorar y yo, aunque me juré nunca más volverla a ver, la invito a tomar un café para escucharla y ofrecerle mi hombro como consuelo.
La vida es bella... aunque la canción es triste. La vida en pareja con ese novio que tanto la amaba duró lo que duraron las reservas económicas que ella fue acumulando. El pudiente novio, aparte de ese inmenso amor que tanto le demostraba, sobre todo en la cama, aportó a la pareja un coche (un gran coche comprado a plazos), y deudas. Cetelem, Cofidis, Citybanc... claro que tanta deuda no era por culpa de él, fue el dinero que invirtió para conquistarla y demostrarle que era un hombre pudiente.
La canción es triste... Ella, ahora con unos cuantos años más, sin ilusión ni esperanzas, envejecida por los sufrimientos (quizá más de lo que a su edad corresponde), vuelta a empezar sin un puto céntimo y con la premura de que hay que pagar el alquiler de aquí unos días. Suerte que en el Monte de Piedad puede empeñar alguna joya aunque sean de poco valor sirven para sacarla del apuro. La canción es triste... la vida es bella.
A ti aunque nunca lo leerás.