Iniciado por
unwitting
Después de una acalorada discusión decidimos entrar en la pizzería. Pasan también escorts-regimientos de escorts- meneando el culo frente a mí. El camarero limpia la mesa con un trapo sucio, mientras el patrón acaricia la caja registradora con alegría diabólica.
La bebida me deja un sabor a hierba amarga en la boca, las heces de nuestra Gran Civilización, que ahora se pudre como las uñas de los pies de los santos. Con mirada inexpresiva en la cara, beoda, vaga en su agudeza, muerdo los culos que pasan presurosos a mi lado.
...la hierba U., la buenahierba y la hierbamala, te la fumas entre las nalgas que tu lengua lametea y recorre la lluvia de aquella muchacha con las bragas impregnadas en naftalina.... se amansa la fiera senil, el pajarraco de juventud... el nido de pajas se cae donde la muchacha recoge la calderilla, propina seglar que amaina el temporal desorbitado del lagrimal del babeo... apuntas y señalas, donde las hebras se muerden el labio inferior.... disparas y amagas, donde calada tu mirada está pillada.
Los cerdos son ratas de cuadra. Y el paté de mi hígado está a la entera disposición de aquel oncólogo que me permita peinar cualquier duda.
Las cerdadas y guarradas que la burguesía recrea no dejan de ser una ventana indiscreta.... todos salen de la fiesta con el rabo entre las piernas, y ellas entre los labiox disimulando con la puntita de la servilleta bordada.
Papuchadas.
Calumnias.
Y las escaleras, las malditas estrategias en bolas, negra esquina blanca, rosa doblada con el cerdo padre. Rabo, sangre y visceras. Magra, oreja y cecina.
No todas venden su cresta iliaca. Sólo alguna, balancea sus caderas, para que la verdadera infantería de los deseos asalta lo que Cardin revienta donde las manos y el mantel limpian de sudores.
Y mientras existan camareros con el trapo sucio de bandeja a una legua.... danzarán los corazones que el humo de la hiedra enreda alrededor del cuello del beso robado, caido, castrado.
Muerde, mientras los culos parezcan manzanas envenenadas.
Mientras se dejen. Hasta que se quieran.
Muerde el polvo rosa.
Y revienta la registradora.
Cuando las yemas rastreen el grabado no encontrarás nada más que la tumba del precio:
el valor.
Muerde, traga, pellizca, reniega..... mientras fumes, mientras huelas..... ellas menearán hasta el corazón de la posadera.
Y como les gusta saber que el retrovisor y el rabillo cogen la mano bajo el mantel.
Ellas se las fuman dobladas.