Yo soy más de chupar.
Por tanto, la sangre, los fluidos, el mador, la saña, el mimo, la saliva, los sudores y las calores... se permiten ciertas licencias que los tamaños, formas y diámetros de tan magnas fálicas y paganas deidades que hipnotizan al macho cabrío, evidentemente alerdan, embaucan, arrastran y otorgan.
Entre un filete y un solomillo, me quedo con los huesos.
Esa carnecita pegadita al tuétano, donde las articulaciones, los cartílagos, músculos se contraen, genuflexionan, estiran, encogen y dilatan.... arrebañar esa magra y horonda triada... para que luego me estrangulen el apetito de sopetón.
Me encanta ese corte de digestión, radical y salvaje.
Soy más de pezones, me encanta el pezón que la nuca del culete se deja mimar.
Ya sabes: si no lloras, no mamas.
Y yo mamo por no.....