Me llamo Nick, y soy un feliz habitante de Languedoc, una isla de entre muchas, en Foriland. Aquí en Languedoc me encuentro bien, al menos hasta el momento. Sus habitantes satisfacen sobradamente sus necesidades: obtener información del resto para sus propios propósitos, compartir lo experimentado con el resto de habitantes y por último expresar sus opiniones libremente de cualquier tema que consideren oportuno para satisfacer su faceta social. Lo mejor de vivir en esta isla, es que puedo vaguear, y si no tengo clara una opinión, alguien me recuerda qué es lo que está bien, y qué es lo que está mal. Así da gusto. No hay que pensar !
Como en cualquier otra parte, hay un surtido amplio de sujetos: sabiondos, groseros, linces, locuaces, simpáticos, ingeniosos y un largo etc. Todos tienen cabida, siempre que sigan la doctrina.
Los groseros deberían de cambiar sus modales: me molestan !. En la guerra dialéctica tengo dos opciones: o pasar totalmente, o entrar al trapo. Si entro al trapo, afilo la pluma y la cargo con una dosis letal de toxina para tomar ventaja en el duelo. Si pierdo la batalla... mala suerte, seguro que podré lidiar una nueva, ya que los groseros son así de reincidentes. Confieso que como norma general paso totalmente del sujeto. Si al final el grosero me molesta demasiado, lo denuncio a La Organización para que le den un aviso, y le quiten puntos del carné. Así vivo tranquilo. Sé que al final, cuando se quede sin puntos será expulsado de la Isla y no volverá a molestar a la comunidad.
A los que no piensan como yo o los que no siguen la doctrina, se les tilda de herejes. Los herejes tienen una mancha negra en su historial y se pueden empezar a considerar como no dignos de esta comunidad. Hereje puede se cualquier sujeto: los graciosillos, los ingeniosos, lo sabiondos... en fin, aquellos que van en contra de la doctrina. Tener varios puntos de vista u opiniones contrarias a la doctrina no es para nada enriquecedor y esa libertad limita la libertad del resto.
Gracias a La Organización, me encuentro a salvo de tan negativa influencia, puesto que los enemigos de la comunidad son finalmente execrados y desterrados de por vida. Gracias a Dios, a menudo no hace falta que la comunidad se entere de lo que está pasando, puesto que si La Organización llega a tiempo los infundios son eliminados sin dejar rastro. La Organización es juez y parte, y hace y deshace a su voluntad, que es la nuestra. No hay debate ni discusión pública para no provocar dolores de cabeza al resto de habitantes. Como veis, vivo en el lugar adecuado, y aparentemente todo marcha bien. Confieso que a veces me aburro un poco, ya que los habitantes siempre opinan de la misma manera, y a pesar de que lo encuentro bien, los temas al final acaban siendo del mismo color. A cambio no tengo ningún dolor de cabeza. Y en fin, esta es mi isla, que no he creado yo, por la que deambulo en busca de información, afortunadamente sólo la que me interesa.
Inquisitio Haereticae Pravitatis Sanctum Officium