Abro este hilo para relataros una vivencia mía de hace poco, derivada de una experiencia con una escort (no voy a postear aquí la xp, puesto que ni este es el apartado correspondiente ni yo tengo todavía la estrellita de marras, quizá más adelante).
Como decía, tuve un encuentro hace unos días con una escort madura, de la cual algo se ha hablado en este foro (no daré el nombre de la dama en cuestión ni entraré a detallar ni valorar su servicio, puesto que, insisto, esto no es una expe), y el día de la cita coincidió con el apogeo de un resfriado de narices, nunca mejor dicho
; puesto que tenía la nariz tan tapada que me era imposible percibir cualquier olor o sabor "") , y sólo notaba el olor o sabor de las cosas que había olido o comido al sonarme inmediatamente después. Bueno, pues llego a la cita, salgo al ruedo y disfrutamos conjuntamente la faena >fucky , y tras un beso en la mejilla
y cerrarse la puerta, me sueno la nariz por enésima vez y... se encienden todas las alarmas en mis relajadas neuronas:
El aroma a perfume de mujer invade mis fosas nasales, un aroma que se me hubiera antojado la puerta del cielo en otras circunstancias y que ahora subía directo como un afilado estilete hacia la región cerebral donde, presumiblemente, habita mi conciencia, ese extraño Pepito Grillo
, al que había desoido én el momento de marcar el número del pecado en mi teléfono. El recuerdo de ese rostro, de ese cuerpo, de esas caricias cae fulminado por el terror que me invade
al comprobar que he quedado totalmente impregnado de la esencia de mujer ajena, extraña, fatal, esencia que me delatará ante la parienta al llegar a casa. El aroma se convierte en hedor, hedor a culpa, que no ha logrado disipar siquiera la concienzuda ducha al saltar de la cama del pecado.
No obstante lo atenazador de la situación, aún asfixia más mis neuronas la terrible incertidumbre que me produce esa inoportunísima congestión nasal, que antepone un muro casi infranqueable de mucosidad entre mis sentidos y la razón, ya que no percibo nada hasta que me sueno, y cada vez que intento despejar mi nariz, ese fatídico aroma invade mi sentido olfativo. Cada vez más, me voy preguntando si realmente he quedado tan pringado hasta el cuello o si se ha disipado ese hedor a culpa y solo permanece en mi tormentada imaginación; tormentada imaginación, visualizando los peores escenarios posibles a mi próxima vuelta a casa. Voy, en efecto, llegando, y me pregunto si la muestra de colonia de marca que llevaba en el bolsillo, ahora exhausta, habrá expulsado los demonios de mi epidermis.
Intento convencerme de que, con un poco de suerte, así ha sido, cuando poco antes de llegar al portal, ese fatídico perfume de mujer madura, señal delatora inconfundible para cualquier otra mujer, reaparece con inusitada fuerza en mi tormentada nariz y apuñala mi espíritu. Me detengo, dirijo una mirada suplicante en derredor, y la luz del letrero luminoso del supermercado ilumina mi esperanza. Entro, adquiero un bote de desodorante en espray y salgo al parque de enfrente, eligiendo una zona poco iluminada y menos concurrida. Allí, proyecto con furia la sustancia desdorante contra mi ropa, contra mi piel, por dentro y fuera de la camisa. Una vez exhausto el bote y y exhausto mi dedo indice, decido afrontar sin más espera el decisivo momento del "hola, cariño, muacsss", con un nudo en el estómago, el corazón a 3000 rpm y cara de póker.
Final feliz (para mí), a base de sangre fría y cuidado en que no quede rastro de la maniobra de desinfección de la dulce toxina sobre mi piel.
Moraleja: ¡¡¡NO VAYAIS CON UNA ESCORT SI ESTAIS CONSTIPADOS!!!
¿Habeis pasado por alguna experiencia "aromática"
de estas? Contad, contad...