Hay que ver qué jodida es la suerte de las palabras...
Axilas bien podría ser el nombre de la diosa nórdica del amor, famosa por su incomparable belleza y enorme fogosidad. Sin embargo, el académico de la RAE que estaba de guardia cuando la palabra llegó a la ventanilla de la Academia decidió utilizarla para nombrar 'la concavidad que forma el arranque del brazo con el cuerpo' (al final, la suerte de las palabras, como la de los hombres, también depende del funcionario que te toca).
Yendo al grano, quizá sea la exótica sonoridad de la palabra la que ha hecho que siempre haya sentido una especial predilección por esta parte íntima del cuerpo femenino tantas veces despreciada, en mi opinión injustamente (por favor, no confundir axila con sobaco, media un abismo: los sobacos son, por definición, peludos, sudorosos, malolientes y nidos de golondrinos).
Una axila libre de pelo, suave y bien hidrata, es un manjar que no todos los paladares saben apreciar. Acariciarlos, observar como se humedecen en medio de la refriega, besar sus pliegues, lamerlos... me provoca tanta o más excitación y placer que el regodeo en otras zonas del cuerpo con mayor y mejor reputación.
Todo ello me hace pensar que, más allá de labios (mayores y menores), pechos o culos, seguro que todos vosotros encontráis encanto y atractivo en otras partes del cuerpo femenino aparentemente no tan hermosas.
¿Tenéis predilección por alguna parte del cuerpo de una mujer? ¿Es mucho pedir preguntar por cuál?
Un saludo,
Hunter... y su rifle