El otro día, tomaba con un par de amigos unas cervezas en una terraza de un bar. Un bar en una de esas zonas residenciales rodeadas de parques infantiles, vallas, columpios y demás.
En un momento determinado, ese silencio que a veces se ahce entre los amigos nos hizo dirigir la vista a un grupo de niños que jugaban. Correteaban, gritaban y se reían y llamaba la atención.
Uno de los presentes, médico de profesión con cara sarcástica y una sonrisilla entre irónica y amarga dijo
- Míralos. Tan felices, tan contentos, tan despreocupados.- Todos sonreímos. –Dentro de unos años descubren el sexo y ya se les ha jodido la vida para siempre-.
Tras el comentario y un par de reconvenciones por parte de mi otro amigo y mía nos hizo una disertación. No uso los términos científicos porque no los recuerdo pero básicamente el argumento era el siguiente:
Si no conoces el sexo, la atracción por una mujer, un hombre, otra persona en definitiva, es algo que no te preocupa. Los animales llegado cierto grado de desarrollo buscan el sexo en momentos determinados con fundamento en la procreación, la pervivencia de su especie y de su propia genética y en cada tipo de animal se produce de forma distinta pero constante. Tras eso, se despreocupan hasta que la naturaleza nuevamente les llama.
El ser humano, tiene un cerebro más complejo. Unimos a eso la sofisticación de la mente, la capacidad de imaginar, las hormonas, el instinto animal que nos queda como especie y el descubrimiento de que el sexo es una actividad placentera con independencia de la finalidad de la procreación y el cóctel explosivo está servido. Se quiere siempre. Y esto se produce con infinita más beligerancia en los varones.
Condiciona nuestro comportamiento, nuestro desarrollo intelectual, moral y ético y hasta físico; y lo que es más importante, dentro del grado de desarrollo, satisfacción y conocimiento sexual, condiciona las relaciones interpersonales, modificándolas y pudiendo hacerlas muy satisfactorias o tremendamente malsanas.
Hasta ahí la tesis. Desde entonces, debo confesar que he pensado sobre el tema. Me he planteado preguntas que dejo lanzadas al aire y para las que no tengo una respuesta clara, aunque si my own opinion.
¿De verdad el sexo condiciona tanto nuestro comportamiento?
¿Cómo serían las relaciones entre hombres y mujeres sin sexo o con un sexo ceñido a la procreación sólo cuando la naturaleza “lo manda”?
¿El sexo humano, más complejo que el animal, es una mera actividad física para disfrutar, hacer disfrutar y procrear o tiene algo de, digamos trascendente?
¿El sexo cómplice y placentero con otra persona ayuda a la comprensión mutua?
¿Un buen sexo con un compañero o compañera puede producir emociones y sentimientos equivocados?
Seguro que la vida sería más aburrida; pero a lo mejor más tranquila?
Saludos desde el Venusberg.