Iniciado por
manitú
Marc me dijo que tenía que visitar a su madre así que yo aproveché.....
...para visitar a Oscar. La complicidad que se había desatado con mi hermana, hizo que desapareciera toda sombra de duda, ya no nos quedaba ningún tabú. Queríamos follar. Nos dolía la entrepierna, y teníamos la mandíbula desencajada, pero Oscar era un plato que no se podía desperdiciar. Alto, guapo, fornido, y con un miembro que no era capaz de engullir por completo. El hecho de alternarnos aquel trozo de carne entre mi hermana y yo, hacía que emanaran litros de flujo de lo más profundo de mi ser
Llegamos a su casa, y no le dimos tiempo a preguntar. Nos desnudamos en un instante y nos lanzamos sin pensar hacia la fuente de nuestro deseo. Me faltaba el aire, no podía respirar, pero no quería sacármelo de la boca.
Él, en previsión de un orgasmo inmediato, se separó de nosotras, y nos pidió ser espectador de nuestros juegos. Eso era un paso que no me había planteado, pero la mirada de lujuria de mi hermana hizo que no lo pensara dos veces, Le besé los pechos, el cuello, el ombligo, y bajé hasta su clítoris, que me apuntaba desafiante.
Ella por su parte….
...no dejaba de mover sus dedos, sus uñas arañaban aquella atmósfera que los jadeos y los gimoteos entrecortaban. Con su nuca colgada en el vacío intentaba levantarse para ver como le mordisqueaba sus peculiares pezones....estaban incustrados en su aurea y cuando se desposeía del control amanecían rosados, hinchaditos para que mis dientes le succionaran las gotas del dolor más placentero. Le marcaba con mis incisivos y sus chillidos desquiciaban a Oscar, que inquieto no dejaba de buscar el encuadre perfecto...Y la loca, la loca guarra abrazaba con sus muslos mi espalda. Me quemaba, me arrastraba a su perversión más salvaje. Sabía tan bien lo que quería, que le jodía de mala manera.....mi boca sentía como su piel se abría, como sus poros me escupían ese sudor caliente que aguarda el más bello artilugio que la mecánica inventó para la soledad....
La mordía sin cebarme, le tatuaba el rastro que su imaginación sabía que quería que recorriera. Pero la torturaba con esa espera que cuando zorreas te vuelve loca..... su rostro se amorataba, su voz era seca, ronca, entrecortada y su ímpetu era cada vez más sosegado, sus piernas perdían fuerza, y sentía como se desacelaraba el riego de su pálpito.... la tenía dominada, a mi antojo.... y la muy perra no dejaba de bajar sus pestañas señalándome donde le duele más, y más, y más.....
....inmediantamente ante ese acelerado pestañeo destapé su boca con mi diestra. Y me murmuró retorciéndose como una víbora que meara sobre su ombligo....que Oscar dejara la grabadora y le ordenó que se pusiera como un perro a cuatro patas.... que lamiera y ladrara en nuestros dos coños...arriba y abajo, abajo y arriba acompasada y vorazmente se comería, salivaría, engulliría todo aquel orín que la incordabia ante semejante.....