Sucedió un sábado por la noche de agosto de 2007. Vía messenger, el día antes, se había fraguado una salida con una de las reinas del foro de aquella época. Cosas de las mujeres, ni ella ni su amiga comparecieron, pero su relevo resultó otra ilustre forera, cuya presencia inicial no estaba prevista. Su vestido era una especie de mono de lino blanco, cortísimo de piernas, y con diversos botones abiertos en la pechera. La tuve delante toda la velada y no paré de sudar. Si la miraba a los ojos era inevitable visionar ese descarado y desproporcionado balcón. Luego, como hacía calor y los labios se resecan,de vez en cuando sacaba su diminuto pintalabios rosa, y en un sutil acto de provocación femenina, les daba una nueva capa de cosmético. Lo curioso del caso, es que un olor muy desagradable a ajos machacados provenía seguramente del tercer acompañante, (masculino), y ese fétido aroma me azoraba tanto como el escote que tenía enfrente. (Si hubiéramos estado los dos solos, la cosa no se hubiera quedado ahí, palabra de honor que hubiera lanzado un ataque como los de Marco Pantani en sus buenos tiempos.)
Qué dos horas, no olvidaré nunca esas colinas que tengo perpetuadas en mi memoria y la manera tan delicada como sorbía la caipiriña . Lo de copear de nuevo con ella, temo que sea una quimera, pero, las mujeres a veces son como los partidos de baloncesto, cuyos resultados se voltean en pocos segundos.