Iniciado por
Simunet
Adam, te comprendo perfectamente.
En cierto modo, a mí también me ocurre algo parecido. En pensamientos, en mis recuerdos, en mis fantasías, en mis sueños, y no eróticos, siempre aparece una chica, la que fue el gran amor de mi vida. Fue y es un amor platónico, un gran amor, pero platónico. La conocí en la facultad y era la chica más guapa del mundo. Todo en ella me gustaba, era perfecta. La encontraba tan hermosa, que me dolían los ojos cuando la miraba. Con ella tuve una buena relación de amistad que quedó truncada cuando me licencié y ella continuó un par de años más (yo acabé la carrera en cinco años y ella en siete).
Un día me declaré y me dio calabazas.
Ya hace años que acabé la carrera, pero no la he olvidado, ni la olvidaré. Nunca más la he vuelto a ver ni quiero volver a verla, le deseo toda la felicidad del mundo, porque se lo merece, era una mujer encantadora, pero no quiero verla porque verla me haría daño. No tengo ni colgada en la pared la orla de la facultad para no verla ni en foto, la tengo guardada, enrollada dentro de un tubo de cartón en un lugar de difícil acceso.
Siempre que veo una chica guapa, un rostro hermoso, es como si la viera a ella. Siempre está en mis pensamientos y siempre lo estará. Pero, curiosamente, nunca tuve pensamientos libidinosos hacia ella, nunca despertó en mí el menor deseo sexual. Estaba loco por ella, la deseaba a ella, pero no su cuerpo. Raro, curioso, contradictorio, pero es así.
Qué ciertos son aquellos versos de Serrat, de la canción "Paraules d'amor", que dicen:
Ella qui sap on és,
Ella qui sap on para.
La vaig perdre i mai més
He tornat a trobar-la.
O aquellos otros de la canción "Lucía": no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí".