Leído hoy en "El Mundo"
Absolución para el cura pillado 'in fraganti' con una mujer casada
Italia es un país rico en anécdotas, bagatelas e intrascendentes historias de color que, sin embargo, ilustran de manera muy elocuente sobre su auténtico espíritu. Y aquí va una de esas minucias, impagable ejemplo de las contradicciones internas de la Iglesia y del empeño italiano por hacer realidad todos los tópicos.
Tiene como escenario Chioggia, una localidad de la provincia de Venecia en la que viven unas 50.000 almas. Allí, el pasado lunes un hombre sorprendió a su esposa en clamorosa y flagrante intimidad con un señor, para más señas sacerdote. Y no un cura cualquiera, no: un teólogo de 53 y gran fama, ilustre profesor de Sagradas Escrituras en las facultades de Teología de Padua y de Verona y muy conocido en Chioggia.
La cosa fue de manual: el hombre llegó a casa antes de lo previsto y se encontró a su esposa en el lecho matrimonial junto al cura.
El marido, bastante trastornado, acudió entonces en busca de consuelo a su cuñado, quien le aconsejó poner lo ocurrido en conocimiento del obispo, Angelo Daniel, de 74 años. Sin embargo, cuando el marido llamó a la puerta del Palacio Arzobispal clamando venganza, le dieron con la puerta en las narices. La excusa es que estaba 'demasiado agitado' para poder ser recibido por Su Excelencia Reverendísima.
Pero, por si aquello no hubiera resultado suficientemente ofensivo para el pobre marido cornudo, el obispo le castigo el sábado una nueva vejación, al absolver al cura pecador de lo sucedido y acusar a la esposa infiel de haberle provocado.
"Aun siendo grande la responsabilidad de un sacerdote que debería ser siempre un ejemplo y una guía para los otros, no debemos olvidar que, frente a los muchos que por fortuna apoyan al sacerdote, no faltan los que directa o indirectamente le empujan a pecar", se despachaba el obispo Angelo Daniel el sábado en el semanario que edita su diócesis y que lleva por título 'La Nuova Scintilla' (algo así como 'La Nueva chispa'). Y concluía recurriendo a las famosas palabras de Jesucristo que dicen: "No juzguéis si no queréis ser juzgados".