Recuerdo aquel mediodia, yo era un niño. Entré en la cocina y mi madre, una mujer cristiana en el mejor sentido de esa palabra, lloraba escuchando una vieja radio. Habían matado a Martin Luther King. Me impresionó aquella escena. Ayer me pasé la noche despierto. De madrugada, cuando ya Obama se había asegurado la victoria, miré un momento al cielo y se me escapó una lágrima. Uno, que además de pesimista es un maldito nostálgico.