Iniciado por
sonri
ya me perdonareis, pero estáis fatal
Sonri, hoy te toca a ti. Y es un problema, porque acabo de terminar un delicioso cigarrito de la risa, cultivada la hierba por “se mua”, de la clase “semilla cannabis sativa mon amour, o, la, la, la y la, la”, que estos jamaicanos andan cada día más amariconados. Con solo decirte que ahora se han puesto a correr, con el calor que hace, está dicho todo.
Compréndelo, me está dando el tembleque romántico y románico, que no apostólico, como con posterioridad leerás, eso sí, siempre que consiga captar tu interés. Así que al grano, que esto va para ti y no para la peña.
No sé, no sé y no sé. Pero me gustas. Mucho (este último “mucho” léelo cantando, al estilo Machín, pero sin maracas, que seguro que tu “compi” ya te ha dicho que en estos sitios como Foros X uno termina con tembleques. ¡Que no se note!).
Fíjate, ni idea de quién eres. Pero te imagino hermosa. Ya sabes, ese plus maravilloso del que adolecen las jovencitas recauchutadas y que tanto predicamento tienen por aquí. Yo es que soy biológico, biodegradable, biónico y Danone (por el Bio) y espero, como mínimo, que tú seas Bio –nce, ya sabes, esa negrita maravillosa que cuando canta parece que tenga el baile de San Vito, aunque no estés tan morena. Me gusta lo natural: me gustas tú.
Sin artificios, te comparo a una naranja natural. Frente a esas clónicas que venden en los comercios y que saben a melón zapatero, te imagino jugosa, dulce, con esa pulpa que apetece morder. No te enfades, la comparación podría haber sido con una castaña pilonga.
Natural, así te imagino yo. Yo soy igual de natural. En tu compañía, cogidos de la mano, me imagino paseando por las montañas, concretamente en los Apeninos, un sitio donde ahora ya se puede ir, una vez Marco ha encontrado a su abuelita, creo. ¿Te imaginas? Tu y yo sentados en la terraza del famoso bar alpino Trangfurkt Strugen Heil Kreiikel, con una vista maravillosa de los Apeninos (insisto, ya no está Marco) tomando unos deliciosos refresco con bifidus, inmunolacasitos y Omega 3.
Hablaríamos de ti y de mi y de mi y de mi (es que soy hombre, ya sabes cómo son estas conversaciones) cosas dulces, tiernas, bonitas. De ti te detallaría tus bonitos ojos, esa sonrisa que enamora, las manos de perfecta forma, tus piernas infinitas y ese cuerpo que si lo hubiera visto la Welch, Raquel, se hubiera cambiado de inmediato el apellido por Meller. Y eso, Sonri, que la Welch, en el siglo pasado, que mal suena, tuvo un cierto éxito. Yo te hablaría de mi último timo; te hablaría de cómo siendo un importante directivo de una multinacional de electrónica, reduje una plantilla de 350 ingenieros a cero, dejando al conserje y la señora de la limpieza, momento en que la planta comenzó a generar beneficios; te contaría como especulé en el mercado de Chicago con el boniato, cargándome a todas las castañeras de Madrittttttt, ahhhhhhhhhh Sonri, te contaría tantas cosas, tantas y tan interesantes, con un tono melosón de voz, imagínatelo, hermosa, una mezcla de argentino, portugués y vasco, que caerías rendida ante mis encantos.
Pero en este primer encuentro, Sonri, respetaría tu pureza o lo que haya que respetar. Soy un caballero porque, a diferencia de estos petimetres, tengo cuadra. Quiero con el exquisito trato que te daré que cambies la opinión que de mi tienes, sin lugar a duda mediatizada por estas mediocridades que nos rodean, envidiosas del aura celestial que de mi mana. Te habrán dicho que soy un imbécil, pero ya te has percatado que no es así. Voy más allá ¿verdad? Y por ti iría más, pero mucho más allá. Más allá, pero más. Mucho más. Más, Sonri, más de lo que imaginas. Más. Sonri, no me pidas ir más allá, que ya estoy en Cáceres, tú en los Apeninos y más allá sólo existe el caos, conocido como Portugal.
Así será nuestro primer encuentro. Lo sueño. Es mi sueño onírico. Y el resto será ídem, siempre que me dejes prosperar. Suena economicista, Sonri, pero quiero que sepas que he desprendido del término su sentido contable, en un ramalazo romántico, dejando sólo el carnal.
Otro día sigo. Mis dedos, Sonri, están temblando. De la emoción. Y de la vergüenza que he conseguido vencer. Porque hoy estaba viendo el fino deporte olímpico de halterofilia, y si un delicado y educado caballero competidor en peso pesado, ucraniano para más señas, dándose ánimos cagándose en Dios, ha conseguido levantar tres veces su peso, exactamente 480 kilos, ¿Cómo yo no puedo vencer mi natural timidez y dirigirme a ti, florecilla pastoril de este foro?
Otro día, otrosí digo, continuaré. Ruego tengas por hecha la anterior manifestación.
Sonri, el saber que estás aquí me anima a permanecer (espero que esta última frase me la publiquen)