Recibo tu primer MP donde me dices que has leído cosas mías, que te gusta lo leído y que quieres saber más. En tu mensaje pareces muy interesado en compartir conmigo momentos excitantes, imágenes que te has hecho en la cabeza de lo que podría ser un encuentro conmigo.
Te informo bastante más sobre mi, no quiero que quepa la menor duda de que tipo de chica soy, cómo soy, lo que te puedo ofrecer...
No dudas, sigues adelante, con firmeza y muy seguro de lo que te vas a encontrar y de lo que quieres. Tanta firmeza hace que yo dude. Espero darte lo que te mereces.
Intercambiamos mails, dónde puedo ver que eres una persona no tan distinta a mi, con ganas de pasarlo bien, disfrutar del sexo, de la compañía, de momentos agradables, el resto, lo físico, dices que no importa... Yo aún así, insisto.
Imaginamos como será, me das pequeñas pinceladas del juego al que me quieres someter, haces que yo también desee jugar y quiera ganarte. Vas a ser tú quien lleve el ritmo y eso me inquieta.
Me propones finalmente que esa noche me esperarás en la plaza que hay delante de mi casa, que yo baje y te llame y que juguemos a reconocernos, a mirarnos de lejos, a vernos, a acercarnos poco a poco...
Ya has visto que soy juguetona y que no me he resistido al juego y te hago jugar a ti. Me escondo ligeramente para que no me veas tan rápido. Imagino dónde estás y a lo lejos te adivino, te he cazado y te pregunto si me ves, miras hacia otros lados y te pregunto si llevas una camiseta blanca, te doy una pista más y salgo a tu encuentro. Estas relajado, tomando una cervecita fresquita, te doy dos besos y me siento a tu lado. Me gusta lo que veo, esa primera impresión típica en mi es positiva.
Me ofreces algo de beber pero decidimos ir camino al restaurante, allí sé que estaremos practicamente solos y podremos desearnos con los ojos a nuestro antojo.
Por el camino te siento cercano, me siento relajada a tu lado, con ganas de compartir esa cena que propusiste como primera toma de contacto. Ya llegará el momento.
Nos sentamos en la mesa del restaurante y desde el principio siento tu mirada en mi escote. Te avisé de que lo llevaría, es para ti, tú lo vas a disfrutar.
Te observo infinidad de veces y me imagino que hubiera pasado si hubiese venido sin ropa interior, mientras lo pienso me imagino cogiendo tu mano por debajo de la mesa y guiándola hacia mi muslo, dejándola allí para que me acaricies a tu antojo. Quizás fuese un atrevimiento...
Despierto, fluye la conversación hablando de cosas cotidianas en la vida, tu vida, la mía y las amistades peligrosas........................................ .................................................. .........
Cenamos tranquilamente, hablando, sonriendo, esperando, tic, tac... Yo también espero, lo sientes.
Llega el momento de la carta de postres, estás callado y te pregunto si estás bien. Me dices que si y sin ganas de nada más que de ti pedimos la cuenta. Me doy cuenta de que esta cena y este tiempo contigo ha jugado a nuestro favor. Estoy despierta, activa, juguetona, segura...
Te llevo a mi casa y mientras te pongo un vaso de agua te recuestas en el sofá. Me acerco a tí, bebes pero en décimas de segundo te sobra el vaso. Me siento a horcajadas encima de ti, te beso y me dices, cuantas ganas tenía de tenerte así, encima de mi.
-¿Es por eso que estabas tan callado a lo último?.
- Si, no hacía más que pensar en ello. Tenía ganas de estar aquí.
Nos seguimos besando y me levantas la falda, me aprietas las nalgas y me susurras..
- Me hubiese encantado que me hubieses recibido sin ropa interior.
Le digo que me idea era esa misma, que fue algo que pensé y que me apeteció sobremanera.
- Quítatelas en el lavabo y vuelve como si no hubiese pasado nada.
Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmm. Me encanta que me digan cosas así.
Obediente voy al lavabo, me quito el tanga y vuelvo a su encuentro. Está sentado, ha cogido una revista y cuando me ve llegar la deja en su sitio. Me acerco y cuando estoy a su altura me arrodillo. Sus rodillas me abrazan. Ahora.
Le propongo más comodidad y le guío hasta mi habitación.
Se desnuda rápidamente y se pega a mi cuerpo mientras me deja claro que me conoce, que me ha leído mucho y que sabe lo que me gusta y lo que quiero de él. De nuevo, ummmm.
Nos tumbamos en la cama y nos besamos, estoy encima de él y nos miramos. Noto su miembro, es demasiado tentador tenerlo desnudo para mi y bajo a comprobar su estado. Nos hacemos amigos y tú disfrutas de tal amistad, me marcas el ritmo, me frenas, no quieres correrte tan rápido. Disfrutemos de nuestros cuerpos. Disfrutemos.
- Te toca a ti. ¿Quieres que te lo chupe?. Sé que te gusta mucho, lo he leído.
Ummmm. Sí, hazlo. Bajas, noto la humedad de tu lengua, doblo mis rodillas. Mis manos alcanzan la pared, mis pezones se tornan duros y juego con ellos mientras te tengo ahí.
Disfrutas de mi sexo y acompaño tu lengua con el frotar de mis dedos en mi clítoris, cuando me toco no puedo parar. Me observas, me acompañas y dejas que llegue al orgasmo bajo tu atenta mirada. Te relajas, sonrío y respiramos.
- ¿No descansas?
- No, ¿me dejas que te la coma?
- Si claro, cómo no...
Empiezo de nuevo, sigo con las mismas ganas del principio. No, aún más, ahora te tengo vendido y eso me vicia. Te miro a los ojos y te veo disfrutar, mirarme. Te dejas, te ofreces y sigo perdiendo tu miembro en mi boca, sigo queriendo más y tú lo sabes. Entonces... te ofreces y yo encantada te recibo. Delicioso.
Nos tumbamos y nos acariciamos, seguimos hablando como si nos conociéramos de hace algún tiempo, es fácil compartir cosas contigo. Es fácil dejarse llevar de nuevo,.. entonces te toco.
Vuelvo a sentirte, vuelvo a querer algo de ti. Esta vez sí.
- ¿Quieres que te folle?
- Si claro. Ya.
Me penetras, me hundes... quiero más. Ahora te toca manejarme y lo haces tremendamente bien. Me das la vuelta y me penetras a cuatro patas. Me dejo llevar por tus envestidas y pienso en si querrás mi culete... Dijiste que te apetecía. No me defraudas, poco a poco, más intenso, más rápido, mi cabeza pegada a la almohada, gimo, me giro y te miro. Estas exhausto y te tumbas sudando, me acerco y te digo que no te voy a dejar así. Bajo y me amarro a ti, hasta el final, hasta que no puedes más.
- Hacía tiempo que no echaba dos seguidos así. Eso es por tu culpa.
- Ummm. Me encanta que haya sido así.