Deseaba tu vuelta. Hoy te esperaba con sensaciones nuevas. Algo me decía que esta segunda vez nos iba a llenar a ambos de mejor sexo, mejores besos, mejores abrazos y mejores caricias. No me equivocaba.
Te recibo con mucha naturalidad, tranquila y te robo a traición un beso largo, húmedo. Es de las pocas veces que opto por no resistirme y dejar que recorran mi cuerpo nada más entrar, siempre opto por una conversación como primera toma de contacto.
Relajado, mi cuerpo te busca y mis manos se pierden en tu pelo sedoso. Mi cuerpo en abstinencia vacacional se está despertando.
Hace calor y decides refrescarte. Suelo esperar pero hoy no me da la gana. Me sigues hasta la habitación y te busco. Me acerco a ti con esa picardía que tanto te gusta y que tú me provocas.
Me marean tus besos, me pueden tus manos y solo pienso en tenerte dentro.
Bajo a la tierra cuando nos invaden mis pequeños intrusos... Te duchas y ya estamos a solas.
Te observo en décimas de segundo acercándote a mi y vuelvo a encontrar esas facciones tuyas que me vuelven loca. Tu voz pausada, tan sensual. Tu mirada,... cómo me miras.
Nos fundimos de pie a centímetros escasos de la cama, huyo de tu calor y me arrodillo en la cama a la altura de tu cintura mientras mis manos estrujan tu trasero. Me pone cachonda marcar el ritmo con mis manos en tu culo, lo intensifica.
Te degusto con dedicación dulce y la deseo amargamente. Me tumbas poco a poco, prometiste recorrer cada rinconcito de mi cuerpo y hoy no me lo pienso perder. Me dejo poseer, me dejo sorber por tu boca y me liberas cuando haces que arquee mi cuerpo. Los brazos sueltos, los muslos contraídos, el sexo palpitante y tu perdido en él. Enloquezco.
Deseo reencontrarme con tus labios, saborearte y que lo hagas tú conmigo. Sentir de nuevo cómo si adoraras mi cuerpo y mirarte a esos ojos bandidos mientras me follas.
Te tumbas boca arriba de manera que no te puedas perder esa visión, esa profundidad.
Entonces en un arrebato, te enfundas sin perder ni un segundo y mientras me envistes por primera vez te empujo con mis piernas rodeando tu cintura. ¡Qué ganas de sentirte!
Te mueves, no quiero que dejes de hacerlo. Me besas una y mil veces y yo lo deseo. Me hablas, me susurras. Me matas...
No deseo que acabes, que salgas de mi, hoy me toca a mi ver tu final desde abajo, dejar que reposes tu cuerpo caliente y volver a retenerte con mis piernas en tu cintura para retrasar tu marcha.