Es el día esperado. Me he pedido fiesta en el trabajo para poder disfrutar de tan excitante espera. Me despierto y me asalta una imagen de lo que podría ser nuestro encuentro. Me preparo un café con leche y enciendo el portátil, tengo ganas de recordar sus letras.
He amanecido activa y con ganas de su compañía, después de tantos meses de MP´s, mails, sms y llamadas, por fin llegó el gran día.
Le recuerdo cercano, sensible, amable, educado, simpático pero ahora necesito más, necesito sus manos y sus labios… su calor.
Ha sido un encuentro planeado y deseado por los dos, eso le pone un punto de excitación extra a mi cuerpo.
Deambulo por casa obsesionada con el ring de mi teléfono. De repente mi móvil se contagia y vibra como yo. Es él.
- Vaya nubes que hay en tu pueblo, ¿no?.- me dice sonriendo.
- Pero, ¿Dónde estas?.- le pregunto.
Está bajo mi casa, en la hora y el sitio acordado, le doy las señas y en cuestión de segundos lo tengo en el rellano.
Antes de abrir, inspiro y me coloco la camiseta, me doy cuenta que se me notan los pezones… Uf
Abro la puerta y recibo una sonrisa amplia y limpia, con ápices de timidez pero envuelta en una grandísima persona.
Tenemos toda la noche, pretendo tomármelo con mucha calma.
Le sirvo algo de beber y empezamos a conocernos visualmente. El habla sin parar y me repito cuando me besará. Tengo ganas de besar esos labios, de sentirme abrazada por sus brazos.
No paro de mirarle fijamente y me voy acercando desde el sofá. Cruzo las piernas, las descruzo, tengo calor. Me dan ganas de atacarle por sorpresa cual presa pero intento contener las ganas. Me voy insinuando y va captando las indirectas, mi gato forma parte mi juego de acercamiento sutil.
Disfruto y me río mucho escuchándole, sé que el tampoco tiene prisa, pero se repite en mi cabeza el acercamiento. Hasta que no le tenga en mi boca no voy a parar.
Le enseño el camino hacia el lavabo y bromea con mi malgasto del agua, sabe lo que viene ahora y yo también.
Sale seductor del lavabo, con una sonrisa perenne y los ojos brillantes, yo le esperaba muy cerquita e inmóvil. Se acerca y me rodea la cintura con sus manos, sonríe y me besa. – Cuantas ganas tenía de besarte!- me dice.
Me fundo.
Me pide de ponernos cómodos y a mi hace ya rato que me sobra su ropa. Le llevo a mi habitación, enciendo unas velas y por turnos nos quitamos la ropa. Me gusta ver como se desnuda a cada pálpito de mi sexo. Me roza con las yemas de sus dedos, roza mi sexo, mis pezones y saboreo cada respiración suya en mi boca.
Me arrodillo a degustar su polla, tersa, suave y caliente. Le miro a los ojos mientras me acaricia el pelo conteniendo la fuerza de su excitación. Se agacha a besarme con suma dulzura y me tumba en la cama. Perdemos las manos en nuestros rincones y no dejo de desear el sabor de su miembro. Lo necesito. Le dedico unos intensos minutos de mi boca mientras me acaricia los pechos.
Se voltea y me tumba boca arriba y empieza a masajear mi sexo húmedo. Mientras lo hace fija sus ojos en mí, muy cerca, casi rozándonos los labios. Me excito más viendo como él nota mi cuerpo retorcerse. Acompaño su mano y me masturbo mientras sus dedos desaparecen en mi sexo. Chupa mis dedos y yo chupo los suyos mientras mi otra mano se humedece con el líquido de su polla pegada en mi muslo.
Entre besos y dedos húmedos me corro mirándole a los ojos y arqueando mi cuerpo hacia su polla despierta.
Respiro y me dice .- Quiero follarte-.
No hay cosa que más desee en este momento. Se inclina hacia a mi y me penetra con decisión. El primer instante de perderla en mi sexo me hace gemir y a él le paraliza décimas de segundo. Aumenta el ritmo y le acompaño en el baile deseando ese suspiro final.
Me avisa de que no puede más, de que está muy caliente y le miro con cara golosa rogándole que se corra para mí.
Cogemos aire con la sonrisa tonta contenida mientras continuamos charlando y rozándonos ligeramente. Hablamos de experiencias sexuales, de momentos, del morbo, de los hombres, de las mujeres, del SEXO en mayúsculas, de mis gustos sexuales, etc. De nosotros, de ti y de mí.
Me pregunta que me llevó a Madrid esos 4 días y explico el juego que me traía entre manos. Le hablo de mi fascinación por el griego, me escucha con máxima atención y los ojos bien abiertos… Se acerca cual serpiente y me dice – Me has puesto cachondo, la tengo dura otra vez, lo quiero probar-.
Antes de que acabara con la frase ya lo tenía sobre mi comiéndome la boca, rozando su sexo con el mío.
Se acabaron los preámbulos, quería que me penetrara ya.
Me giro y a cuatro patas sobre la cama lo siento detrás de mí acercando su polla mientras le facilito el camino con las manos en mis nalgas.
Casi apoyada en la pared noto sus embestidas irregulares pero intensas y mi giro a deleitarme de su cara de excitación. Se pierde completamente detrás de mí hasta que explota separando con una mano cada nalga. Profundo, profundo.
Esta vez desfallecemos uno al lado del otro con sonrisas varias y caricias por doquier. – Me encantas-. Y yo me derrito.
Me pego a su pecho y coloco mi cabeza en su regazo, me encanta escucharle tan cerca.
- Si esta noche te digo que me pases la escalera no me hagas caso- sonrió.
- Yo te doy lo que tú quieras
Buenas noches mi dulce Gurugú.