En otro hilo abierto en preguntas varias se nos solicita cuales son nuestras motivaciones para usar el sexo de pago. Iba a responder allí pero mi respuesta es demasiado larga así que abro este hilo para no desvirtuar el otro.
¿Cual es mi motivación? Tal vez hoy he descubierto la principal: Para no meterme en líos, así como suena. El sexo de pago es simple, buscas, comparas, decides, contactas, vas, pagas, follas, y adiós muy buenas, hasta nunca.
Siendo consciente de que tengo como herencia un fuerte ramalazo seductor esta es la mejor opción para no meterme en camisas de once varas.
Digo que hoy, inesperadamente, me he dado cuenta de que esta es la motivación principal. La otra posible opción mucho más complicada. Os la explico y vereis que tengo razón:
Hoy era un día de trabajo diferente. Una reunión de trabajo entre compañer@s de la misma categoría y diferentes centros de trabajo. Doce personas, cuatro mujeres y ocho hombres para elaborar “en laboratorio” un nuevo sistema de trabajo. Al principio las presentaciones, lo típico, soy fulanito, hace x años que trabajo en la empresa,, estoy en tal centro… y yo, que en estas ya había fijado mi atención en una compañera. De las otras tres, una es una buena amiga mía y me conoce demasiado, otra bastante fea, la otra normalita y la cuarta….la cuarta tiene algo especial, algo que la hace especialmente atractiva, su edad, para ser exactos cuarenta y dos, media melena castaña, unos ojos azules, vivos, llenos de luz, cara en las que las pecas de juventud se han ido transformando en pequeñas manchas por los efectos del sol y de los años. Debía ser una chica preciosa en su juventud. Ahora está en su plenitud, tal vez algún kilo de más, tal vez ya no un cuerpo escultural, pero que bien que le sientan sus cuarenta y dos. Me atrae, me gusta su físico, me gusta como se desenvuelve. Tiene clase, esa clase que no se estudia, que no se aprende, la clase que se lleva dentro y se exterioriza en cada uno de sus movimientos, en cada una de sus palabras. La miro discretamente, al menos intento que así sea, pero debo ser poco discreto ya que ella se da cuenta de que me ha llamado la atención. Aparenta indiferencia, hace ver que no se ha dado cuenta y yo, tímidamente, la voy mirando, la vista se me va hacia ella.
¿Quién piensa que no son las mujeres las que acaban decidiendo? Se crean grupos de trabajo, de tres personas. Yo comento algo con mi amiga y… nosotros dos y ella que desconozco aún como al mover las mesas queda frente a mí y así ya somos los tres de un grupo de trabajo. Aquí es cuando ella pasa a la acción, su indiferencia se convierte en un interés por aquello que comentamos. En un momento explico que ante tal problema yo le dí una solución. Primer pasito, me da su mail de trabajo para que le mande el estudio que realicé. Temas de trabajo, todo normal, ¿normal?, miraditas picaronas, risitas y en algún momento, aquella mano que te coge el brazo para transmitirte proximidad y que me causa ese extraño cosquilleo agradable y que cada vez me sienta menos tímido. Vamos desarrollando el trabajo, mi amiga que se ha dado cuenta de lo que va pasando, decide centrarse en el y dejarnos a nosotros un papel secundario y que así podamos seguir hablando de nuestras “cositas”. “Cositas” intrascendentes pero que nos ayudan a irnos conociendo, a irnos dando cuenta de nuestras afinidades, de que su marido tiene un trabajo que le obliga a estar cuatro días a la semana fuera de casa, que sus suegros cuidan a su hija y ella no tiene problemas para venir a Barcelona a pasar una tarde…. “Cositas “intrascendentes”.
Llega la hora de ir a comer, diez y nosotros dos, un paseo hasta el Restaurante, continua la charla. En un momento me dice llama a este móvil 66……, yo sin pensarlo o no queriendo pensarlo, lo hago. Suena el suyo, sonríe y me dice ya tengo tu móvil y tu el mío, grábalo.
Comida en grupo, ella a mi derecha, continua cogiéndome el brazo, su mirada cada vez más pícara, al menos a mi eso me parece, su sonrisa… La charla se desarrolla con bastante normalidad, es más abierta ya que la mesa impide la intimidad. Aún así, en la conversación entran aquellos comentarios que ¿tendrán una doble intención? Al menos a mí me lo parecen y seguro que el sentido que yo les doy, por lo que hemos ido hablando antes. La imaginación se me dispara, empiezo a pensar como sería dar un paso hacia delante, liarme la manta a la cabeza y llamarla para quedar con ella a solas. Cada vez la veo más atractiva, voy mirándola con más deseo, veo más claro que la tengo a tiro… ¿Qué hago?.
Salimos de comer, de vuelta cada uno a su casa, los diez y nosotros dos. Enciendo un cigarro, empiezo a fumar mientras nos dirigimos yo al transporte público, ella al parking en donde tiene el coche. Nos vamos despidiendo y poco a poco quedamos nosotros dos. Llega el momento del adiós, me coge el cigarro, lo tira al suelo y lo pisa. Me dice: cuando estés conmigo no fumes, que soy exfumadora y me volvería a enganchar. Me mira desafiante, con aquella mirada de ¡a ver si te atreves!. Yo no sé que hacer y ella me abraza, noto sus pechos rozarme, su mano segura que me presiona para hacer más intenso el contacto, me mira fijamente y diría que me está retando a que me atreva. No lo hago, nos damos dos besazos, de esos que a pesar de ser en las mejillas transmiten deseo y pasión y ella se me acerca al oído e imperativa me dice: llámame.
Cojo el tranvía para volver a casa, dudo, cojo el móvil, ¿la llamo ahora?, ¿no la llamo?...
Cuando Cipotina llega a casa nos besamos, me pregunta como me ha ido el día, me mira... y me pregunta ¿que te ha pasado que los ojos te hacen chirivitas?
Mañana le enviaré un mail adjuntando mi trabajo, seré correcto y formal. Mi amiga me llamará para decirme que no tengo remedio, y saber como ha acabado el ligoteo.
¿Continuará? Prefiero el sexo de pago, controlo el guión y el juego de seducción tiene prefijado el desenlace y su final. En este otro tipo, ¿Quién lo controla? ¿Quién sabe como puede acabar?
Uso los servicios de sexo de pago para evitarme líos y porque necesito de tanto en tanto ser un seductor seducido.