Habíamos discutido y todas las circunstancias me habían alterado…me sentía mal y necesitaba canalizar los espasmos de furia interna. Como ya no iba a verle decidí pasar una tarde tranquila en casa. La verdad es que me sentía muy atractiva…demasiado sensual para pasar desapercibida y desaprovechada.
Me había comprado un conjunto de lencería que me quedaba de infarto, aquella blonda transparente dejaba insinuantemente a la vista mis sensuales pechos. Así que me sumergí en una sesión de auto embellecimiento para liberar las emociones frustradas.
Al terminar…hacía bastante calor en casa, salí a la terraza. Solo cubierta con una bata de seda color lavanda que contrastaba con mi piel…me aposenté en una de mis hamacas mientras oía de fondo la música del salón y picoteaba esa cena fría que con tanto ardor había preparado.
Justamente en la terraza vecina del bloque de al lado apareció él. Guapísimo, recién salido de la ducha y con pantalón de pijama que le sentaba como un guante. Se disponía a encenderse un cigarrillo.
Nuestras miradas se cruzaron, pero nadie dijo nada. En la lejanía se noto cierta chispa y rubor compartido.
No pasó mucho rato…durante el cual las miradas furtivas iban y venían. El viento jugaba con mi bata y mi calor se encendía…recordaba ese conjunto de blonda que yacía encima de mis sábanas. Notaba esa mirada clavada en mi persona constantemente. Yo tenía los ojos cerrados relajadamente y me acariciaba las piernas. Simulando que no le observaba seguí acariciándome, subiendo cada vez más, hasta llegar al vértice principal. El viento cumplía con su cometido ahuecando la bata y dejando mostrar los detalles precisos.
Él, en esa posición solo podía apreciar mi mano perdida en mi intimidad y simplemente podía suponer, sabía que el viento le traicionaba mostrándole sutilmente partes de mi cuerpo. Me giré discretamente y observé una erección muy latente. Se rozaba suavemente por encima del pantalón del pijama, era evidente que tenía una excitación suma.
Se hizo el silencio en la calle, no había luces en los hogares y era muy avanzada la noche, pero…ambos seguíamos allí sin dirigirnos palabra.
De repente, casi sin darme cuenta cruzó la barrera de las terrazas, con suma habilidad…no podía más, era evidente, su erección latente le había sacado de si, me despojó de la bata y empezó con un ritual del cual solo fueron testigos los seres de la noche. Esa mirada centelleante, el calor que emanaba su cuerpo…difícil resistirse, es más lo deseaba.
No se quién nos pudo ver o quién se regaló con tan bella imagen. Solo se que no ha vuelto a aparecer, se mudó y él ya no existe. Quizás lo soñé, pero no es posible, las marcas de su paso por mi cuerpo son evidentes y mi cuerpo arde con el recuerdo de esa noche.