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El retorno de Hércules
El mundo onírico de mi amigo Hércules Poirot, mon ami, como decía cariñosamente él, me tenía preocupado. Ese excelso hombre, cuya inteligencia y dotes detectivescas habían asombrado a los mejores inspectores de Sctotland Yard, se encontraba en el ocaso. Parecíame que sus palabras, entrecortadas, a las que le faltaba oxígeno, eran tan inconexas como un cuadro abstracto. ¿Confundía ya el belga, la ficción con la realidad y con sus propios deseos?
A la marcha de Miss Lemon, sucedió el cierre del despacho, otorgándole un exceso de tiempo libre, que a esa mente que funcionaba a destajo como la locomotora que predita por sus raíles a máxima velocidad, no le favorecía.
Observé a Poirot recostado en su sillón de orejeras anchas. Sus ojos estaban medio cerrados, no dormitaba, estaba vigilante, expectante, con los dedos entrelazados, esperando mi veredicto. Me había señalado una carta que yacía encima de la mesita. Al acercarme a él detecté el funesto color líbido de sus carnes. Su faz era tan blanquecina como la de un "clown" recién maquillado dispuesto para saltar a escena. Amarré mi dolor y dispuse a leer para mis adentros esa misiva.
-En voz alta -comentó Hércules, con un tono autoritario, que no era el de alguien que pareciera que fuera a finar prontamente; antes de empezar a orar, aclaré mi voz, y al primer golpe de vista, comprobé que más que una carta o una nota, era una especie de extracto sacado de un diario personal.
-"26 de agosto de 2011, alquilo un apartamento al lado del Mercado de abastos." ¿No sabía que tenía otro piso en la City?
-No se entretenga Capitán -me replicó Poirot intranquilo- Siga leyendo soy todo oídos.
-10 de junio 2012, hay un ambiente extraño en este edificio. Un tipo al que no conozco me ha invitado esta noche para tomar una copa. He aceptado para mostrarme sociable, pero no se ha presentado.
-15 enero 2013. Son pocas las ocasiones en las que pernocto en el piso, poco más de una decena. Esta tarde, estando sentado en el comedor, hice un extraño descubrimiento. En uno de los tabiques que linda con el vecino de al la lado, existen unos agujeros. Por supuesto ni los he hecho yo, ni estaban cuando entré por primera vez en el domicilio. Parecen haber sido realizados con una barrina, mucho más discreta que la broca de un taladro eléctrico. Sinceramente, no sé qué determinación tomar." Poirot, ¿qué diantres significa todo esto? -le pregunté cariacontecido.
-Hércules ha estado ciego, y no he sabido ver lo que había a mi alrededor.
-¿Cree que alguien le observa? Parece una ridícula apreciación -dicho lo cual, el detective me hizo entrega de otros papeles.
-Mi vecino aficionado al "bricolaje", se hospedaba en ese apartamento desde la fecha que le adjunto. Curiosamente la misma en la que Felicity Lemon se presentara nuevamente en nuestro desaparecido despacho, mes de marzo de hace cuatro años.
-¿Qué nombre figuraba en su buzón?
-La cautela ha de ser suma cuando uno realiza cambios de trajes; las señas correspondían a las de una casa del sector téxtil, dedicada a fabricar prendas de baño. Lógicamente en el Registro Mercantil no existía tal empresa, ni siquiera un triste sastre.
-¿Por qué este camino lleno de giros? ¿Por qué no charlar directamente, sin ambages, haciendo gala de la duradera amistad existente?
-Mon ami -dijo Poirot girándose por primera vez hacia mí, esbozando una sonrisa que le costaba enseñar- Si yo, si alguien, fuera un "connaisseur" en esta materia, en desenredar los nudos que atan y rigen en la maldita psicología femenina, sería el hombre más poderoso del mundo, aunque estudioso de él, no he mejorado tanto en ese campo -tras tomarse una pausa, prosiguió calmado- El miedo Hastings, nos atenaza, nos paraliza y como muchos nos permite ser observadores del paso del tiempo. Si uno es de mentiladiad férrea puede afrontarlo, de lo contrario...
-¿Qué piensa hacer?
-Nada -su firmeza me culpió como si me hubieran dado un mandoble en la espalda- No es que no pretenda arreglar el entuerto, pero no está en mis manos. Cuando Lemon luche contra ella misma y logre derribar ese muro fabricado con ladrillos de miedo y gazmoñería, esos apuros quedarán solucionados. Como ya le comenté por teléfono en su día:"Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti", y esa propuesta, sigue vigente.
-¿Quiere que ponga un anuncio en los periódicos de la tarde? "A Felicity Lemon, soy Hércules Poirot, llámame.
-Demasiado directo Hastings, podríamos ofenderla o asustarla. Si aclara sus ideas sabrá cómo actuar. De mientras me vuelvo a la cama, además de mi secretaria, mi apetito hace semanas que está de viaje, 63 kilos y bajando -Poirot lanzó una mirada circunspecta al capitán, dándole a la escena un tinte dramático al apoyarla en un interminable silencio-. Me pregunto cuál de los dos regresará antes.
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Figu (09/02/2014), Oliba (09/02/2014), travieso50 (09/02/2014)
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