Lo prometido es deuda.
Un pequeño relato para mi Evelin, lo escribo como si yo fuera ella (realmente yo soy el osteopata .
Espero que te guste.
Hacia días que me molestaba la espalda y una amiga mía me aconsejo ir a un osteópata que conocía.
Antes de salir de casa pensé que podría ponerme, la verdad me gusta siempre tener un toque sexy pero yendo al médico no quería ir muy provocativa.
Al final opté por una falta ajustada de tubo, blusa blanca, americana torera a conjunto con la falda, unas medias negras y como hacia un poco de frío unas botas de caña hasta debajo de las rodillas negras. Ah.. y como no un conjunto de lencería negra con un tanga brasileño.
Cuando llegue a la consulta la secretaria me hizo esperar en la sala de espera, me sentía bien, nadie me miraba, había una madre con su hijo pequeño y una señora atractiva pero muy discreta de unos 50 años.
Por sorpresa mía se abrió la puerta y la voz del osteopata me llamo por mi nombre. Que curioso era una voz que me era familiar pero no sabía de que.
Una vez dentro de la consulta y mientras me hablaba mientras rellenaba mi historia clínica, sólo podía pensar, de que me suena es voz….? De repente dijo una frase que despertó mi memoria. “Perdone señorita había tenido alguna cita anteriormente o es su primera vez”… Era increíble, hacía sólo una hora esa misma voz me había llamado para pedirme una cita y por teléfono me dijo “ perdone señorita, esto pedir una cita es mi primera vez”.
Por un momento estuve a punto de decirle, mi nombre no es “XX” sino Evelin para ver que cara ponía, pero pensé que aunque me interesaba mucho que tratase mi dolor de espalda, porque no podía ser un poco mala con el.
Recordé que por teléfono me pidió si podía llevar botas en la cita, y lentamente separe mientras hablábamos la silla hacia atrás y puse una de mis piernas sobre la otra. Mientras seguía preguntándome cosas su vista poco a poco no podía desprenderse del encanto de mis piernas enfundadas en mis botas.. las reseguí lentamente con mis dedos y el siguió con su vista todo el trayecto.. hasta que seguí subiendo mi dedo por medio de mi blusa, para acabar poniéndolo en mi boca, como quien se muerde la uña mientras esta atento a lo que explica el otro.
No era muy alto y casi podría decir que no era mi tipo, pero poco a poco también logro captar mi atención.
Una vez rellenada toda la historia clínica, me pidió que me desvistiera para realizar la visita y posteriormente el tratamiento. Al levantarse pude apreciar que bajo su pantalón blanco si miembro, tímidamente hacía la intención de mostrarse.
El muy educadamente me enseño donde estaba el colgador y yo me puse de espaldas a el para quitarme la americana; notaba como sus ojos recorrían todo mi cuerpo, y como de repente se quedo mudo al ver como me agachaba para recoger el bolso que había dejado en el suelo para colgarlo, doblando todo mi cuerpo hacia delante, dejando a la merced de sus ojos mis nalgas definidas por la estrecha falda de tubo.
Me giré mirándolo fijamente a los ojos y poco a poco me fui desabrochado la blusa, el pensar que lo tenía allí delante y no sabía quien era me excitaba muchísimo, y más pensando en que en la sala de espera había gente. Eso hizo que se marcasen mis pezones suavemente bajo el sujetador. Le pregunte con una sonrisa picara, hace falta que me quite el sujetador? Y el por sorpresa con una voz educada y muy serena me dijo “no por favor así esta perfecta, lo que si que le pediré que se quite es su falda y sus botas”.
Podía haberme quitado las botas antes, pero opté por siguiendo ser un poco mala y poco a poco fui bajando mi falda, de nuevo de espalda a el, mirando hacia el colgador, doblando todo mi cuerpo y mostrándole mi tanga brasileño negro. Al volverme estaba quieto con su mirada fijada en mí, concentrado y por sorpresa mía me dijo “ cuando usted se flexiona hacia delante, realiza una rotación con traslación de su zona pélvica, tenemos que analizar toda su biomecánica, pero creo que este podría ser el problema”. Me dejo desencajada, no había atendido a mis encantos, pero al acercarme hacía el, me di cuenta que bajo ese intento de profesionalidad, su miembro dentro de su pantalón seguía creciendo y delatándolo.
Me acerqué y me estiré en la camilla con la botas puestas, levanté la pierna contraria a el y le dije “por favor me podría ayudar a quitármelas” el sin dudarlo me dijo “encantado” y su mano se deslizo suavemente desde el talón por toda la caña de la bota, hasta la cremallera, mientras con su otra mano finamente aguantaba mi muslo y acariciándolo a la vez.
Estaba su cuerpo sobre mi otra pierna para poder llegar bien y fue cuando aprecie que su miembro estaba justo encima de mi otra bota. Sutilmente moví la bota acariciando su miembro, el siguió poco a poco bajando la cremallera, pero su respiración se corto por un segundo, sus dedos aprovechaban dada milímetro de cremallera que descendían para tocar suavemente mi pierna, a la vez que masajeaba sutilmente mi muslo al mismo ritmo que yo con mi bota acariciaba su miembro, el cual respondía a mis estímulos creciendo, endureciéndose, palpitando….
De repente, llamaron a la puerta, era la secretaria diciéndole que había una emergencia y que llegaría en 10 minutos, de un señor se había luxado un hombro trabajando y que venía rápidamente.
De repente, bajo la cremallera de golpe y me dijo “señorita, me sabe mal pero es una emergencia, le importaría que la citara otro día?” Yo, “compresiva” (Bufff pero un poco asqueada por el corte de la situación, le dije: “no se preocupe, lo entiendo perfectamente”. Pero cuando me iba a poner la bota dijo: “ un segundo por favor” llamo a la secretaría y le pregunto de donde venía el paciente y cuando ella contesto me dijo “si me permite señorita, ya que he observado su rotación de cadera, para que se vaya mejor y mañana la pueda seguir tratando, le manipularé esta restricción”. De repente mi corazón salto, por un lado mañana volvería a tener una cita con el, por otra parte durante diez minutos podría comprobar como era realmente el tacto de sus manos.
Suavemente pero de una manera ágil, me quito las dos botas, y deslizando sus dedos por mis piernas también mis medias.. no se como lo hizo pero al bajarlas sus dedos acariciaron el interior de mis piernas poniéndome la piel de gallina.
El lo noto y sonrió.
Me hizo sentar en la camilla, y sus manos como si de una serpiente se tratara, envolvieron todo mi cuerpo, una de sus manos se situó bajo mi sacro envolviendo mi culo con ellas, y llegando casi a mi sexo con sus dedos, la otra se deslizo por mis costillas, bajo mis pechos. Se situó sentado detrás de mi, llevó mi cuerpo hacia atrás, sobre su cuerpo; me pidió que dejara caer mi cabeza sobre su hombro. En ese momento notaba su respirar suave en mi cuello, el calor de su torso en mi espalda, su manos firmes haciéndome suya (rodeando mi cuerpo), su otra mano caliente acariciando mis muslos al tiempo que sus dedos por milímetros no tocaban mi sexo y su sexo duro detrás de mi trasero.
Me sentía atrapada, pero a su vez segura, querida, cuidada y excitada. Mi sexo por un momento empezó a humedecerse, y poco a poco note como movía su mano hacia mi sexo, entrando suavemente la punta de sus dedos hasta llegar a mi sínfisis púbica, los notaba como si fueran su miembro dentro de mí. ¿Me estaba penetrando o era sólo mi imaginación?.
De repente me pregunto con sus labios tocando el lóbulo de mi oreja: “Te fías de mí?” Yo sólo pude contestar con un pequeño: “umm.umm”. A lo que el añadió:”pues ahora coge aire”.
Al hacerlo y llenar mi pecho sus manos quedaron directamente rozando mi sujetador y sus dedos aún se introducieron más dentro de mí. No te como llevaba mi cuerpo hacia su torso, y como su miembro bloqueaba desde mi trasero, mi pelvis notándolo entre mis nalgas. Y hice un gemido de placer.. al mismo tiempo que el hizo un movimiento rápido e hizo crujir todas las vertebras de mis lumbares.
Quedamos un momento quietos, sin hablar, con sus dedos aún dentro de mí, su miembro acurrucado en mis nalgas y sus manos acariciando mis pechos.
Cuando se abrió la puerta y la secretaria dijo: “El paciente ya esta aquí”. El ser retiro lentamente deslizando su manos como si fueran de terciopelo y retirándose de mi cuerpo. Se levanto, me miró y me dijo: “Perdona que te deje, ya le diré a la secretaria que no te cobre el tratamiento de hoy, pero tengo que irme. Vístete tranquila, tengo otro despacho al lado donde lo visitaré.” Y con una sonrisa picará me dijo: “Por cierto como te encuentras?”, a lo que yo conteste, “mejor” y el mientras salía por la puerta replico: “pues con el tratamiento de mañana aún lo estarás más”.
Me vestí poco a poco, pensando en lo que había pasado y en lo que podría pasar mañana. Salí de la consulta sonriente hacia la calle con mil pensamientos diferentes. “ que cara pondrá cuando venga a mí casa y vea que soy yo”, que me hará mañana.. bufff.. cuantas cosas.. pero lo más importante.. es que mi espalda hoy esta genial… y mañana cuando vaya a la visita de nuevo… ummmm … eso es otra historia