Otro día más en la playa.
Atestada de gente, luchando por cada centímetro de arena, atosigado por el bochorno tanto físico y mental.
Me entretenía viendolas tumbadas mientras intentaban acaparar la mayor cantidad de rayos UVA.
Era el único placer que le encontraba, eso y quitarme aquella calor asfixiante que pegaba metiendome un chapuzón.
Y la volví a ver.
Hacía días que la observaba.
Sentada en su tumbona, con su libro, su piel blanquecina y unos labios sensuales, muy sensuales. De aquellos que sueñas morderlos, jugar con ellos y que pasen las horas solo besandolos.
Lo que pasa es que uno esta un poco oxidado en el arte del cortejo y en aquella playa hay demasiados ojos.
Pero de vez en cuando nuestros ojos se encontraban y tenia que bajar la vista.
Siempre me había pasado lo mismo, ni con los años mejoraba en ese aspecto.
Pensaba que era inglesa con su palidez de piel y porque la novela que leía era en ingles.
Y eso me paraba todavía más, intentar empezar una conversación me aterraba pero hacerlo en la lengua de los Oasis todavía más.
Y ví como se levantaba y se dirigía hacia el agua.
Espere unos minutos, y la seguí, sin planes, sin estrategias, a lo que saliera.
Me puse cerca de ella, mi corazón latía con precipitación, y como dice Sabina hay algunos momentos que el diablo se te pone de tu parte y hay que aprovecharlo.
Un golpe de ola, le bajó un poquito la parte de arriba del bikini, dejando su pezón sonrosado a la vista.
Tenía segundos para reaccionar y esa no era mi mayor virtud, por mi cabeza empezaron a agolparse palabras en ingles para parecer ingenioso.
“Sorry,your tit”
Nada más salir de la boca tuve la sensación de haber metido la pata.
Ella me miró y acto seguido mezclada con una sonrisa pícara se arregló el percance.
Supongo que mi acento no le convenció y se dio cuenta que no era mi idioma, y seguimos una corta e inofensiva charla en español.
Fueron unos minutos donde intenté sacar todo lo mejor que me venía a la cabeza.
Pero todo lo bueno se acaba, y ella se despidió para volverse enfrascarse en el libro.
Buen intento, pensé. Pero como siempre había fallado.
Volví a mi toalla, espere a que secara mi bañador y viendo que ella estaba absorta en la lectura me marché hacia las duchas.
Y mientras me duchaba, noté un cuerpo que se me puso al lado rozándome.
“No te importa, hay mucha gente”
Me dijo ella, mientras le caían las gotas sobre su cuerpo.
Si me hubieran pinchado no me hubieran sacado sangre. Y pícaramente ella me dio un beso cerca de la oreja mientras me susurraba: “Sígueme”
Sin importarme nada, la seguí.
Ni me paré a pensar que en aquel paseo habían muchos ojos, demasiados.
En ese momento solo pensaba en ella, y aquello prometía.
Entramos en su apartamento, solo me dio tiempo a dejar caer la toalla.
Ella me tiró al sofá y se puso encima mio´
Los besos, las manos, los jadeos se sucedían.
Entonces la liberé de la poca ropa que llevaba encima para poder apreciar esos pezones rosados, blanquecinos que había visto furtivamente antes.
Y me los comí literalmente.
Ella tambien me desnudó mientras recorría mi cuerpo con su lengua hasta bajar a mi miembro.
Pero tenia ganas de sentirla dentro, no estaba para nada más.
Y la poseí alli mismo, en un apartamento que no había estado nunca, con la playa atestada de fondo y con una completa desconocida.
Sueños de verano, quizás.