El monótono zumbido de la estática la despertó. Abrió con parsimonia los ojos color miel y vió que la oscuridad del túnel se había apoderado de la ventanilla. Miró a su alrededor mientras un súbito vaivén movió todo el vagón. Estaba practicamente sola por lo que estiró perezosamente sus miembros y dejó crujir alguna de sus articulaciones. Consultando su reloj calculó cuanto tiempo quedaba hasta llegar a su destino, y se acomodó en el asiento para recordar la cadena de acontecimientos que la habían llevado hasta allí.
Eva durante estos últimos 3 años ha tenido varios nombres y ha aprendido muchas lecciones, es escort. Llegó a este mundo como casi todas las chicas, por necesidad. Eva vivía emancipada y trabó deudas bastante complicadas de pagar siendo camarera y haciendo extras en restaurantes. Por lo que un día decidó liarse la manta a la cabeza y lanzarse a este mundo contestando un anuncio en la prensa. Fue sin mucha convicción a entrevistarse con la madame de un piso en el centro de la ciudad y rápidamente la cogieron por su físico espectacular: alta, pelo pelirrojo teñido, ojos color miel y medidas casi perfectas. En su interior estaba muerta de miedo, pero su primer servicio no fue tan traumático como ella se imaginaba. Rapidamente Eva se ganó una fama de buena profesional y amante implicada, por lo que los dueños del piso, una pareja de mediana edad con pinta de muy respetables, le propusieron que fuera a hacer la temporada estival. A Eva todo lo que fuera ganar dinero le interesaba por lo que no tardó en aceptar.
El tren entró pesadamente en la estación como si le costara avanzar por el calor. Había anochecido y las trémulas luces de la estación iluminaron la cabellera de Eva al entrar en el pequeño vestíbulo. Un abuelo enmascarado con unas gafas oscuras dormitaba en un extremo del vestíbulo mientras una pareja de holandeses cargados con unas aparatosas mochilas miraban con interés un horario amarilleado por el sol. Nadie más.
Eva cruzó el vestíbulo arrastrando su trolley, parecía que el aire fuera más denso y costara avanzar. Consiguió salir al exterior mientras localizaba a un taxi.
Lo que creía que era un piso era en realidad una casa de tres plantas enclavada en una estrecha calle perpendicular al paseo marítimo. La casa tenía la fachada color beige apagado y era muy estrecha en comparación de sus vecinas, las persianas bajadas y la poca actividad de la calle a cualquiera le harían pensar que la casa está abandonada pero no lo está.
Una menuda chica sudamericana le abrió la puerta, llevaba una pijama de la Hello Kitty y llevaba cara de sueño, la guió enmedio de la penumbrosa casa hasta el ático que es donde dormiría. Eva miró la desierta calle, los escuálidos árboles mientras el aroma del mar se oía a lo lejos. Esa noche dormirá profundamente.
***
El taconeo de Eva la precede, baja la escalera con decisión y entra sin llamar en una salita tapizada de rojo. El chico joven que está sentado en el sofá se sobresalta al verla entrar tan de repente y se levanta como movido por un muelle en el culo. Ella avanza decidida hacia él, se presenta con nombre ficticio mientras le mira a los ojos, le planta dos besos y le regala una buena dosis de su perfume mientras se gira hacia la puerta. Antes de cerrar la puerta, Eva le regala una sonrisa.
Al salir de la habitación, Eva sabe que va a escogerla a ella. Tiene totalmente estudiado el ritual de la entrada, la presentación, la intensidad de los besos, el perfume, la mirada, la modulación de la voz al decir el nombre,etc... También ayuda el escueto y ajustado vestido morado que le realza su perfecto culo, deja lucir sus piernas y está rematado en un generoso escote. No se sorprende demasiado que la encargada del piso dice su nombre y que el chaval haya pagado una hora. Toca trabajar...
Vuelve a entrar en la salita, coge de la mano al chaval y le guía hacia el piso de arriba. La mano del chico empieza a sudar y al girarse ve que el chico no pierde detalle de su culo:
-¿Te gusta lo que ves?-le pregunta picaronamente.
El chico se queda sin saber bien qué decir y su única respuesta es un débil monosílabo y el empezar a ruborizarse. "Con suerte este se correrá rápido" piensa Eva mientras abre la puerta del dormitorio y pasan dentro.
El dormitorio consta de una cama de matrimonio flanqueda por unas mesillas de noche idénticas colocada sobre una especie de tatami en el suelo, justo enfrente, una televisión de pantalla plana está colgada de la pared como si fuera un cuadro, en esquinas opuestas hay un perchero y una silla y a un lado hay una puerta que conduce a un baño completo.
Mientras el chico mira la habitación, Eva empieza su show y se acerca al chico. Le pasa los dos brazos por encima de los hombros, le aplasta las tetas contra el pecho, se acerca tanto que puede sentir su incipiente erección y le besa en la boca, primero lento y luego con la actuación estelar de su lengua. Eva saborea un ligero sabor a colutorio de menta.
-Ufff ¿Qué tenemos aquí? ¡¡Está muy dura!!- dice mientras su mano coge el bulto que sobresale del pantalón.
Eva le desbrocha uno a uno, los botones de la camisa ante la mirada alucinada de él, se gira y le pide que le ayude con la cremallera del vestido. Él la ayuda sin pestañear y el vestido cae al suelo dejando relucir el conjunto negro de lencería...
Dentro de la mampara de la ducha, Eva continúa con su espectaculo. Besos y caricias surgen mientras el jabón empieza a cubrir sus cuerpos. Ella le pide que le enjabone la espalda mientras él roza su erecta polla entre las carnosidades de sus nalgas. Él se decide a atacar, la gira y empieza a succionar el mojado pezón de ella, mientras ella pasea su mano enjabonada por la erecta polla. En un determinado momento, Eva se arrodilla, masajea el pene cerca de su boca semiabierta y se pierde dentro de la boca. Eva saborea el glande y hace que éste llegue hasta casi su campanilla ante el delirio de él.
Después de la pausa del secado mutuo, pasan a la cama. Eva es la que manda y le pide que se tumbe bocarriba mientras ella se recoge la melena pelirroja en una coleta.
La húmeda lengua de Eva decide aterrizar al sur del glande. Se pasea con parsimonia por la rugosa piel del escroto dejando su rastro húmedo y hace algunos viajes traviesos hacia el perineo para goce máximo de él. Entonces la lengua decide hacer una travesía desde el mullido escroto hacia la cima del pene, la lengua empieza lentamente, se pasea por la erecta carnosidad y cuando llega a la cima, una boca se cierne sobre el glande.
Eva se esmera en hacerle un buen francés al chaval y en enseñarle algunos truquitos, hoy tiene ganas de lucirse, como hacer el vacío con la boca mientras el capullo está dentro, el acariciar los testículos mientras se la chupa o el amagar mordisquitos al jugoso glande para destensar el ambiente con unas risas y que vea que la chica es enrollada e implicada.
-Quiero que me folles- dice el chaval en voz baja.
Eva enfunda al chaval con un condón y procede a cabalgarle. El chico ve con gusto como su polla enfundada se pierde entre las profundidades de un depilado coño.
Después de un par de movimientos para acabar de encajar la polla dentro de ella, Eva con las manos apoyadas en el pecho de él, acelera el ritmo de la cabalgada y la acompaña con un recital de gemiditos y respiraciones aceleradas. No quita ojo a la cara del chaval, por sus expresiones podrá saber si se está aburriendo o si se va a correr.
El sonido del entrechocar de la carne y los gemidos de ella llenan la estancia, Eva se da cuenta que el chaval no pierde detalle de los hermosos pechos bamboleando delante de su cara, coge las manos del chico y las coloca con firmeza en los pechos de ella. El chico alucina con este gesto y nota que los engranajes de su orgasmo ya están en un punto de no retorno.
El orgasmo del chaval parece un latigazo de electricidad, hace que su cuerpo se tense y una gemido exagerado sale corriendo de la boca del chico.
Durante el masaje de después, Eva se encarga que sus pechos se rocen con la espalda del chaval para ir excitandole y provocandole para el segundo round...
Eva tiene que ayudar a correrse al chico ya que el segundo asalto ha transcurrido por el territorio de las 4 patas sin demasiada pena ni gloria, así que Eva sentada en la cama con el chico de pie enfrente de ella se dedica a hacerle una paja. Mientras Eva mira al chaval y le dice "pequeñas guarradas" para picarle, la muñeca va imprimiendo más velocidad sobre la polla hasta que el líquido blanquecino empieza a emerger entre respiraciones aceleradas.
Con el chaval satisfecho y prometiendo volver, Eva se da una calmada ducha bajo el agua templada. Se seca con delicadeza su instrumento de trabajo y vuelve a vestirse con la misma ropa por si hay que hacer algún otro servicio.
Sentada desde su atalaya, Eva contempla la batalla que hay en el cielo. Durante unos segundos el sol intentó traspsar las nubes como si fueran de mantequilla, pero un instante después volvió a tornarse grisáceo y los pájaros se agitaron con renovado ímpetu.
Continuará.