Hacia frío, un viento helado calaba por el polar que llevaba puesto, pero aún asi se resistía a abandonar su puesto habia llamado, sin conseguir su propósito, unas veces por la maldita cobertura, otras por que la interesada no quiso responder, ella lo sabía, lo temía, pero no tubo el valor de afrontar la realidad, quizás no queria dar pistas, quizás.
Llegó el momento de la verdad, ese que estaba esperando, con retraso, pero llegó.
Se asomó a la puerta, buscó, un desconocido entre la multitud, ese, el otro, alto, canoso, que estaba al acecho, sabia lo que buscaba, esos vientos del sur, y los encotró, no habia pérdida, los escasos minutos de su encuentro fueron intensos por parte de el, desesperantes por parte de ella, ella, sabia que el otro estaba allí, observando, quizas a su lado y eso no la dejaba sentirse relajada.
Al fin, llegó la despedida, las puertas se cerraron y un sentimiento de liberación se apoderó de su cuerpo, ahora era el momento de limpiar conciencia, sin perder tiempo fué a buscar su celular y llamó, observando desde la ventana si podia reconocer, vislumbrar, identificar al otro, rogando y suplicando que no estuviese en las cercanías.
Sin respuesta, ya era tarde.
Su sorpresa, vino cuando ya en marcha, recibió una llamada, clara y concisa la voz que escuchó era desafiante, imperativa.
- Escucha, no hables. Ven, te espero En el vagón restaurante.
Dudó, como podia ser? estaba allí, si, parecía imposible, pero sus palabras no dejaban dudas, habia subido a ese transportador, la esperaba, queria conocerla, tenían una hora de marjen hasta destino final y queria aprovecharla.
Poco se imaginaba que nunca llegaría a su destino, empezó a andar dejando atrás otros viajeros, unos leyendo, otros distraídos mirando por las ventanas, y ella con el corazón en un puño, estaba allí.
Sin avisar, de la nada, una sombra se abalanzó sobre ella, la cojió por sorpresa, cuando pudo reaccionar se encontró dentro de uno de los espaciosos baños que disponía ese transportador, la puerta cerrada, una mano le impedía gritar, la otra le impedía moverse, empezó a sentir miedo, intentó luchar, pero el desconocido sabia lo que hacia, esperó, empezó a besar su cuello, dulce suavemente, le besó el lóbulo de la oreja, entre beso y beso notaba como la resisténcia disminuía, hasta que al final ella se abandonó a su suerte.
Empezarón los besos apasionados, abrazos interminables, la ropa poco a poco, entre beso y beso, empezaba a cubrir el suelo de la estancia, ya al fin, desnudos, el la levantó y allí contra la pared la poseyó, ella lo tomó con ganas, abrazada y besando con desenfreno, de la pared al suelo, sobre la alfombra que formaba su ropa, allí con pasión, dos cuerpos fundidos, explotando al unísono, terminaron extasiados, el la besó con dulzura, se vistió y desapareció al tiempo que por los megáfonos anunciaban la llegada a destino.
Quizás otro dia.