Falta una semana.
Busco y encuentro un vacio.
Rebusco, algo nuevo, algo que ofrezca un aspecto distinto.
Una que cumpla unas exigencias un tanto especiales.
Al caer en su ficha, por casualidad, supe que el destino me llamaba, lo tenia, todo, aspecto, edad, desconocida en el medio, no buscaba una diosa, buscaba una persona, casi anónima, al igual que este relato, se ha de decir, la perfección no existe y el vil metal deja huellas allí donde muchos no quieren ver.
Me comuniqué via letra, dia y hora.
Me respondió sin problemas, llamame que reservo.
Llamé para oir su voz, su no acento.
Llega el dia, el viaje, la cita.
Agua espera, ella, radiante, joven, preciosa.
Sentado en la cama observo como prepara el baño y se acerca, me besa, la beso, nos besamos y la ropa que cubria nuestros cuerpos, desaparece, entre zambullidos y caricias cabalgando y rozando, explota, exploto, dios que placer, placer que fué a màs al sentir al poco unas manos expertas recorriendo mi espalda, relajado al principio y thailandia encendió el deseo, deseo de profanar el templo, un templo jugoso, aromático, que despertaba los deseos de lujuria ocultos bajo la piel del cordero.
Y así fué, rítmico, mojado por el sudor de dos cuerpos que en plena dicha explotaron, agotados relajados, nos miramos, observamos y, por lo menos yo, pensé en el acierto que habia tenido, entre zambullidas llegó el momento de la despedida, por mi parte espero que un hasta luego.