(Te escucho, si, me susurras al oído y lo transcribo. Tranquila, ya ves que presto atención. Y lo que lamento, ya me lo has dicho, es su brevedad. Porque aprovecho, de tanto en tanto, para girarme, ladeo la cabeza, encuentro tus labios, y te doy un beso. No me puedo resistir a un rostro que considero muy bello y esa dulce voz. Si, tecleo ¿o no ves el texto?)
Creo que los mejores cuentos eróticos son los breves. Como decía Gracián, que debe estar moviéndose excitado en su tumba por citarlo, lo bueno, si breve, dos veces bueno. ¡Lástima que no definió, por abstracto, ni lo bueno ni la brevedad! Seguro que está equivocado.
Te daré solo unas instrucciones para entender el relato. Tanto de forma como de fondo.
(Si, lo siento, sé que soy un pesado. Pero que quieres ……… te tengo a mi lado, desnuda, la voz cálida, se que en un giro tengo tus labios y esos pechos tiernos, de niña, de niña hermosa y coqueta. Me apetece besarlos, acariciarlos. Conforme, no molesto, no perderás el hilo, quedo quieto.)
En cuanto al fondo, esto lo debe leer quien alguna vez haya deseado con exceso a un hombre o a una mujer. No hablo de amor, ese es otro sentimiento, hablo de pasión, de deseo, de juegos, de delicadeza, de buen sexo, de alegría por poseeros y una gran dosis de obscenidad, de deliciosa obscenidad entendida por los dos, compartida por los dos, realizada por los dos, con risas, besos, caricias y afectos. Si no has experimentado esa sensación, algo superior a que te guste un cuerpo, no lo entenderás jamás. Porque solo es posible si con tu pareja de juegos, a nadie más desearías en ese momento, habéis conseguido llenaros plenamente, satisfechos, satisfechos, muy satisfechos los dos, el uno del otro, una vez agotadas todas las fantasías, fuerzas y deseos. Es importante, lo repito, sin amor. De eso no hablamos ahora ni quiero entender de ello. Y que el cuento, aquí está el quid, sirva para los dos. No vale la opinión de uno, debe existir la comunión, que no es sacramento sino fantasía, alegría, deseo, juego, goce y sexo. De los dos.
(Tus susurros mientras dictas me producen un cosquilleo. Me entran ganas de volverme, dejar esto, leo y ya ni presto atención, quiero tomarte de nuevo, disfrutarte, ese placer que con tanta delicadeza me procuras. Lo que haces, niña hermosa, es un tormento. No te enfades, de acuerdo, me centro. Continuemos.)
En cuanto a la forma, el cuento lo has de leer de un tirón, se agota en sí mismo, es pleno. De principio a fin, con el tono en el que empiezan los cuentos, todos los buenos cuentos, que este lo es si me perdonas la presunción y, tras una breve pausa, con fuerza y entonación, leer el final, que es lo importante. Solo importa el final. Bien lo sabes. Porque ahí ¡que te voy a descubrir! residen nuestras fantasías, deseos y sueños. Y en ti lo noto.
Y ahora el cuento, dice así:
Erase una vez ……………………… a mi lado ………………….………………………. TU.
Espero que te guste. No ha sido fácil transmitir en un cuento de siete palabras lo que yo entiendo que inventó Eros. Y lo que siento. Y lo que deseo. Porque este cuento, lo has notado, te lo he contado para que lo leas y, si un día me añoras, recuerdes mi deseo, solo mi deseo, lo que dura más que el amor eterno. De ahí el esfuerzo.
(¿Has terminado? Lástima, me iba a girar y darte un beso. He de buscar otra excusa. ¿Te parece bien, niña, porque me gustas y te deseo? ¿Sí? ¿Te he dicho ya lo hermosa que eres, niña preciosa?)