La virginidad
Recuerdo que el instinto sexual me despertó desde muy pequeña. A los siete años aproximadamente, recuerdo que estaba locamente enamorada de un vecino de la casa de al lado, el elemento en cuestión debía tener unos veinticuatro.
Recuerdo que mi cama estaba justo bajo la ventana de mi cuarto, yo me había aficionado a mirarle desde la cama ya que su patio se veía perfectamente desde allí y el acostumbraba a pasar todas las tardes arreglando la moto, serrando troncos y apilando leña.
Recuerdo vivamente que tras un rato de observación, las fantasías no paraban de llegar a mi cerebro infantil, me sofocaba mucho y el corazón me latía muy deprisa. Lo imaginaba abrazándome y besándome y había adquirido el instinto de que cuando estos pensamientos alcanzaban su grado mas alto, me abrazaba a la almohaza y atacándola entre las piernas y los brazos y me frotaba enérgicamente contra ella, imaginando que era a el al que se lo hacia. He de aclarar que no tenia ni idea de lo como se hacia para follar, no imaginaba que era penetrada, sino que mi satisfacción venia por el hecho de frotarme únicamente.
Mas tarde hacia los doce mis fantasías comenzaron a evolucionar, ya savia lo de la penetración, por donde salían los niños y como se follaba, no por que lo hubiese hecho todavía, sino mas bien por los colegas. Había adquirido la destreza de masturbarme ya con la mano, acariciándome el clítoris, que recuerdo que para mi era como eléctrico notaba que tenia allí algún tipo de conexión que al tocarla me producía una sensación de chisporroteo en ocasiones casi demasiado fuerte que me impedía incluso tocarlo directamente si no estaba protegido por el capuchón.
Mi madre y los comentarios de la gente me habían hecho creer que la virginidad era algo sagrado, que lo de conservar el himen intacto hasta que me casase era necesario y además creía, que cuando se desvirgaba a alguien se le notaba en la cara.
Estas creencias me tenían bastante atormentada, pues como mis instintos sexuales eran tan fuertes yo deseaba tremendamente que algo gordo y duro se metiera por mi vagina hasta hacerme enloquecer, pero la represión mental podía más y me seguía torturando.
Hasta tal punto llegaron mis tormentos con el tema del dichoso himen, que recuerdo, que a partir de los catorce mis ganas de ser follada alcanzaron limites extremos.
Entonces mi fantasía erótica preferida, consistía en que era asaltada por dos tíos, fuertes y mayores que yo, que querían forzarme y que yo les pedía encarecidamente, que como era virgen que por favor me follaran por el culo, para conservar el dichoso himen intacto y como era mi fantasía ellos accedían y se turnaban para darme tremendas embestidas con las pollas en el culo .Recuerdo que disfrutaba mucho con aquellas alucinaciones sexuales, que duraron mucho y que hoy en día quizá sean la causa por la cual disfruto tanto con el sexo anal.
Dos días después de cumplir los dieciséis años decidí, que ya estaba harta, que me dejaría de chorradas mentales y que me enrollaría con algún tío que por fin me liberase de la pesada carga de mi himen.
Y decidí enrollarme con uno al que llamábamos Takai. Era un chavalote de barrio, bastante heavy, que tenia fama de desvirgador y de que cuando salía con alguna chica se la follaba a la primera de cambio, porque lo que tenia claro era que no quería hacerlo con un novato, que ya que me había decidido, necesitaba un experto.
En efecto, pocos días después de comenzar a salir juntos lo hicimos.
Vino a buscarme a casa a eso de las ocho de la tarde, estuvo sobándome un buen rato detrás de mi bloque de edificios.
Detrás de mi bloque, había un paseo de tierra con abetos y más allá un descampado inmenso, al que se accedía a través de un barranco pedregoso.
Cuando ya estaba la cosa caldeadita me rodeo con el brazo por encima de los hombros como hacen los heavy’s , yo le seguí el rollo y le agarre de la cintura y deje que me condujera asta los abetos . Allí me empotro contra uno de los pinos, se la saco e hizo que se la tocara, yo viciosilla ya por aquel entonces, agarre aquel cacho de carne con deseo y comencé a frotarlo de arriba abajo, mientras el me morreaba sin parar de meterme mano por todas partes. Al mismo tiempo yo ofrecía bastante resistencia al hecho de ser follada allí mismo y de pie. Mas que nada por que no quería que fuese una cosa rápida, quería que durase, y que lo hiciésemos en varias posturas, que me diese lo que tanto había deseado hasta entonces, hasta que me hartase .Y aquel no era el sitio mas adecuado ya que por allí podía aparecer mi madre o algún vecino en cualquier momento, y no era cuestión de que me cortasen el rollo precisamente.
No obstante el siguió insistiendo bastante rato, intentaba meterme la mano en las bragas y yo no me dejaba. Rebotado ya el tipo, pues yo debido a la vergüenza o la torpeza no le decía nada, es mas, no abrí la boca desde el primer morreo y creyendo más bien que lo que pasaba era que era una estrecha y una calienta poyas, apunto estuvo de escapárseme. Pero como el tío era facilon y estaba ya muy cachondo reacciono. Me agarro de nuevo por los hombros (esto lo recalco, porque siempre me hizo mucha gracia ese gesto de machitos que tienen los tipos que quieren parecer duros y te cogen de ese modo, cómo queriendo decir: “esta hembra es mía”,ja,ja).
Entonces nos dirigimos al descampado por fin, había oscurecido ya, bajamos por el barranco sorteando las piedras y los arbustos. Me pareció que el camino se me hacia interminable. Andamos hasta llegar a un lugar en donde había un árbol y al lado una roca plana de un metro cuadrado aproximadamente, se quito la chupa de cuero negro y la puso sobre la roca, me sobo durante un minuto mientras me quitaba las bragas y tocaba mi coño. Yo estaba más excitada que una perra en celo y ahí ya no me resistía, deseaba que lo hiciera ya, necesitaba apagar el sofoco y sentir esa cosa dura desgarrándome las entrañas de una puñetera vez. Nos tumbamos sobre la piedra, recuerdo que la chaqueta era pequeña y estaba mal clocada , pues note la sensación de la roca fría en el culo y los riñones, pero me daba igual , es mas casi me resultaba mas excitante. Se puso encima de mí y sin pensárselo dos veces empuño su polla desde la base del tronco, la oriento hacia la entrada de mi vajina y taladro de un solo golpe y hasta el fondo. Sentí un dolor bastante agudo, como si de repente me hubiesen clavado algo que incluso me impedía respirar, pero no solté ni un solo grito, ni tan siquiera una pequeña exclamación. Sentí que toda la sangre de mi cuerpo corría a borbotones por mis venas, el coño me ardía y lo notaba palpitante. Deseaba tanto aquello, que me daba igual el frío, la incomodidad o el dolor en aquellos instantes. Al cabo de dos o tres embestidas brutales el dolor se paso, mientras el sin darse cuenta de nada continuaba atravesándome con aquel miembro que no paraba de moverse frenéticamente dentro de mi. Como vio que yo no me movía me miro y sin parar de moverse me dijo,”muévete para los laitos”, y entonces yo, comencé a mover el culo intentando adivinar cual era el ritmo, mientras pensaba que no quería quedar mal en aquellos momentos y que el pensase que no savia follar.¡¡ inocente de mi!!, ¿si no había follado hasta entonces, como iba a saber hacerlo?. ¡En fin¡ lo que yo no quería era que se me notase la falta de experiencia. Y al parecer no debí hacerlo tan mal pues el no se quejo mas.
Estuvimos follando así creo que unos diez minutos, después nos levantamos, recuerdo que le costo bastante quitarse los pantalones, me pareció que resultaba bastante ridículo con ellos por las rodillas, mientras refunfuñaba muy cabreado y tambaleándose de un lado al otro entre las piedras, ¡¡el muy tonto, se los quito con las botas puestas!!, Recuerdo que no me reí de aquello tan chistoso, por que no quería que se enfadara y dejase de follarme. Se sentó, sobre la chaqueta, debajo del árbol, con la espalda apoyada en el tronco y me pidió que me sentara sobre su polla.
Me senté sobre ella y comencé a moverme como una loca cada vez más deprisa, frotaba mi pubis de arriba abajo contra su barriga, con la polla dentro de mi coño como si estuviese cabalgando. Ya le estaba comenzando a coger el gusto a todo aquello, cuando el de repente y sin previo aviso, saco la polla y se corrió encima de mis piernas. Reposo unos instantes, me dio un clinex para que me limpiara, me dio un beso y nos vestimos. Recuerdo que mientras nos marchábamos, tenía la sensación de que estaba bastante decepcionada, que al parecer lo de follar no era para tanto, que no había sentido el éxtasis que decía la gente que se sentía con aquello, sino que mas bien el único que se había desahogado era el puñetero heavy , que además no tenia ni idea de que me había desvirgado. Mientras regresaba, pensaba que quizás la culpa había sido mía, por no haberle dicho que era virgen. Es mas, hoy en día aun estoy convencida de que el ni siquiera sabe que fue el quien me desvirgo.
Cuando llegue a casa fui al baño a mirar si había sangrado y mi sorpresa fue cuando no vi más que una pequeña manchita rosada en mis bragas blancas y que además pese a tener el himen roto ya, mi cara era la misma, ósea, que lo de que se te notaba, que ya habías follado mirándote a la cara no era cierto.
BIBIAN NORAI