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Tema: Una experiencia sin datos

  1. #1
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    Una experiencia sin datos

    Coloco esta experiencia aquí.

    Y lo hago porque aunque ella ha leído alguno de los cuentos con los que, de tanto en tanto os aburro y aplasto, me pidió que escribiera sobre ella, que le gustaba mi estilo cursi y descerebrado. Que si lo hacía para otras, porque no con ella. Pero para mi sorpresa, fue tajante, ningún dato, Gerundio, absolutamente ninguno. Escribe lo que quieras, pero no me identifiques, que tal y como estoy ahora ya me parece bien, no necesito publicidad ni nuevas parejas.

    Sonará sospechoso, algunos pensarán que me doy pisto con una perla, que voy de exquisito, de profundo conocedor del mercado, otros que le doy a la bola y, finalmente, los peores, que me la guardo para mí solo. Esto último me cabrea, porque si así fuera y creedme que en algún caso he pensado en ello, no hubiera escrito nada sobre nadie y, de alguna, lo hubiera hasta prohibido. Es sencillo, quiere que le ponga unas letras, que le dé gusto. Y como no puedo en la cama, al menos aquí lo intento. Por ello, por la falta de datos, la coloco en este apartado y no en el de experiencias.

    Sólo una pista y para una forera avezada y de prestigio, que no se dude de lo que digo, que existe, ha realizado algunos juegos con Paula, la conoce, por lo que su discreción está asegurada.

    Empiezo el ladrillo.

    Nuevamente un cuento. Y quiero tratarla, siempre lo intento con todas las damas, con extremada educación y delicadeza, para compensar como ella me trata a mí. Al principio le dije que no, un no suave, que no quería contarlo tal y como ella quería, hay que dar datos, que mucha gente comparte sus opiniones y que esa es la misión del foro. Porque en mi caso poca gente nueva conozco y si, además, no aporto datos, poco favorezco de quienes me aprovecho. Pero recordé lo que de jovencito me dijo un amigo, hoy un prestigioso y muy reconocido timador de bancos: “¡Que suerte tenemos, Gerundio, no somos Tajo ni Guadiana, por lo que nos volvemos atrás cuando nos da la gana!”. Pues eso.

    Primero, unos antecedentes. Me remonto a la niñez. Tranquilos, no os asustéis, que seré breve. Pero hace unos cuantos siglos, cuando tenía 16 años, me presentaron a la madre de un buen amigo. Por entonces me permitía unos aires de gran burgués, todavía mi padre no se había arruinado y en Barcelona, en aquella época, nos conocíamos todos. Era una dama del Ensanche Barcelonés, sobre los 40 años, guapa, elegante, con ese toque pijo sin excesos que a todos, no lo neguéis, nos encanta. Un cuerpo, como describirlo, si, tomaré como ejemplo unas ideas de la Rosa Montero, un cuerpo muy bonito, nadie pondría esa edad, proporcionado, conservando esas formas que en la juventud debieron traer locos a todo el Consejo de Administración del Banco de España, con esa delgadez que no da régimen alguno, al contrario, es el resultado de tres generaciones bien alimentadas. La salude con cortesía, como me enseñaron en mi casa, le solté una lindeza que yo siempre he sido muy burro, y ella, con una cierta retranca, sonriendo, le comentó a su hijo: “Me gusta tú amigo Gerundio, va para verdulero, pero con gracia”. Y las pocas veces que la volví a ver, nos cruzábamos las miradas, yo avergonzado, y me decía que los adultos estaban equivocados, que eso que dicen del madurar debe ser porque se refieren a la fruta y no a la edad.

    Y conocí a esta compañera de juegos de quien no puedo dar detalle, de una forma un tanto rocambolesca. No interesa. Otro día pongo a parir a quien me organizó la fiesta. Pero tuve suerte, porque concerté una cita a ciegas, para indagar, pudo pasar cualquier cosa, y se presentó una dama que era y es el vivo retrato de ella, para mi sorpresa. Pudo ser un autentico disgusto, una estafa, insisto, ahora no interesa, y se convirtió en un regalo.

    Ya os he descrito una parte de ella. Es guapa y con un cuerpo natural, muy bien proporcionado, no representa su edad. No le pondría siendo exigente más de 35, es una delicia. Educadísima, coqueta, de esa coquetería que gusta. Inteligente, sabe leer muy bien a este descerebrado, que en algunas cosas por mi memez soy complicado, y cuando hablamos, sobre todo de viajes, con una modestia que sorprende, tú le cuentas a dónde vas y ella te cuenta de donde viene. Porque ya ha ido y vuelto, varias veces. Y todo ello con una naturalidad y sencillez que sorprende.

    La considero cultura, no te apabulla, siempre se muestra discreta, pero como metas la pata, seguro, seguro, te pilla. No te lo dice, lo notas. Pero no sientes sonrojo, al contrario, lo agradeces. De estatura media, aspecto ligero, manejable, suave, de piel muy, muy fina. Cuerpo delicado, que no frágil. Y a su lado, si tienes dos dedos de frente, ya puedes medir dos metros, con dificultad estarás a su altura. No es mi caso, apenas me alzo a un metro del suelo. Os cuento una intimidad, de lo más curiosa, pero cuando estoy con ella y la veo entregada, delicada, siento unos enormes deseos de lo más obscenos, una deliciosa, agradable, sentida y pura obscenidad de la que no me arrepiento, en absoluto, estamos para eso, que me frena, al mismo tiempo, el respeto que me produce su compañía y presencia, su forma de mimarme, actuar y proceder, siempre con encanto. Y como ando muy liado gestionando ambas sensaciones, soy un perfecto idiota, ella lo nota, toma la iniciativa y combina las dosis oportunas, sin mi queja hasta la fecha.

    Quizás para entender lo que ahora os digo uno ha de tener sobre sus espaldas los dos siglos que yo arrastro. Pero viendo fotos, experiencias y demás historias, no es ninguna crítica a vosotros, uno termina un poco cansado de tanta niña y jovencita, de algunas tontas que creen que con unos pechos y culos duros, con un “papito te haré gosar” o el consabido “me lo trago todo”, la fantasía ya está hecha. Y da gusto ver a alguien que, se ponga lo que se ponga, la he visto de muchas formas, siempre está elegante y que, cuando se muestra desnuda, más, pero muchísimo más. Clase, tiene mucha clase, aunque algunos bobos piensen que en esta materia y en el ambiente que nos movemos no es posible. Supongo que lo dirán por ellos mismos.

    Y da placer también que ella entienda que, a algunos tipos de mi ralea canalla, nos gusta la fantasía y la verborrea, que tenemos una imaginación descerebrada, que sí, que sí, que nos va el sexo y cuanto más obsceno, mejor, que yo no me corto y le cuento para su horror todas las fantasías en la que ella participa (en algunas, hasta le ha dado la risa), pero que gustamos de mimos y caricias, de pausas y acelerones, que nos cuenten dulces mentiras al oído, que nos engañen con eso de “Gerundio, me gustas”, “Gerundio, te siento”, que un ligero gemido en el momento oportuno enardece más al amante que la más complicada tabla de gimnasia, que un beso, tierno y dulce en su momento enciende más pasión que el coro de mulatas del antiguo y autentico Copacabana.

    Gusta de bajar la luz en los encuentros. No en exceso, a mi me gusta, ya sabéis, no veo solo con los ojos sino también con la imaginación. Y mantiene una posición elegante, muy especial, de cierto pudor, lo que todavía me excita más, porque permite descubrir, de forma muy delicada, poco a poco, ese precioso cuerpo que al inicio ella misma esconde. Es, no lo dudéis si creéis en mis cuentos, una autentica delicia.

    Y ya por faena, que mal suena, ves que la timidez, no, timidez no, esto, esto, ……….. vuelvo a empezar, y ya por faena, que mal suena, ves que su pudor desaparece, sin excesos, que eso siempre conviene pues excita no solo lo que descubres sino lo que reserva y, poco a poco, muestra. Hasta que llega un momento que, sin reparos, puedes disfrutar de toda ella, desde los pies hasta la cabeza.

    Es extremadamente dulce, muy dulce, ya lo he dicho al principio, fruta madura, en su punto, que aquí la edad no cuenta. Y tierna, muy tierna. Y si la acaricias, si la mimas, si le cuentas cosas bonitas que cuestan poco, fíjate si es fácil que solo has de decirle lo que ves, si nota que te recreas, que buscas lo mismo que todos pero que para llegar a ello te tomas tu tiempo, que la disfrutas y valoras, que para alcanzar su sexo trazas mil círculos y piruetas y ella se siente cómoda, entonces se entrega, se entrega, así, como suena. Y tú, en la más agradable sensación, te deslizas por su sexo. Deslizas, desssssssslizasssssss ¡que bien suena!.

    Y uno, que es agnóstico desde que descubrió que tiene un cuarto de sesera, cree cuando está con ella en los milagros, porque uno desciende del mono pero de donde ella todavía lo estoy pensando. Las mujeres, ¡vivan los argumentos machistas y que se jodan las feministas!, son el mejor regalo de la naturaleza, si son como se muestra ella.

    No es para todos. No es que vaya de exquisito, que yo trabajo en una cueva. Cuando digo que no es para todos me refiero a que, al menos por lo que yo aprecio, siempre he notado, aunque lo disimula muy bien, el que al inicio titubea, algo lógico por tratar con tipos de mi calaña. No es para sexo duro o extremo, solo viéndola, sus movimientos, su voz y forma de actuar ya lo delatan, pero si lo que deseas es conocer ese raro espécimen del que hablan nuestros abuelos, padres, nosotros, nuestros hijos y nietos (a partir de ahí ya estaremos muertos) cuando viendo a una señora, sonríen y comentan “eso es una mujer, gracias Dios porque es lo único que has hecho bien”, atención, he dicho mujer que no hembra, quien os comento es un buen ejemplo.

    ¡Vaya rollo nos has endiñado, Gerundio, total para describir a una pareja tipo novia! ¿Novia? ¿Tipo novia? ¡Pero qué memeces dices! Si tú o yo hubiéramos tenido una novia así, aquí estaría yo escribiendo y tú leyendo este ladrillo. Estaríamos donde solo un tipo con honor y decencia puede estar, preguntándole desnudos en la cama que es lo que le apetece y gusta, que estamos por ella, que o la vemos disfrutar o nuestra ridiculez no funciona, que hemos ido al gimnasio, hemos tomado ginsen reforzado, que estamos musculados, que nos hemos leído el poemario de la literatura universal en 1.200 tomos, nos hemos licenciado en técnicas orientales y que, tras todo ello, tenemos la presunción que, disfrutándola cual Tarzán persiguiendo unos cocodrilos para confeccionar unos zapatos a Jane, lo mismo, si tenemos suerte, nos nota vivos. Porque aunque su aspecto es tierno y delicado, es mucha mujer, solo apta para los que como yo nos importa un bledo hacer el más espantoso de los ridículos. Lo que ya saben todas con las que he estado y ella no va a ser la excepción. Y no disimuléis, es lo que nos pasa a casi todos, no te ofendas que no lo digo por ti, salvo a unos cuantos machotes a los que no quiero molestar.

    Y es que, por mucho que me esmere, no podré nunca con ella. Así que me dejo querer, que de eso también se mucho. Y ella, termino ya, lo entiende y juega perfectamente con mis fantasías como muy pocas mujeres, me sobran los dedos de las manos para contarlas y que, de hecho, ya lo he realizado en otros cuentos. ¿Veis? Algunas veces, pocas, pienso que soy un tipo con suerte.

    Es un encanto. Si no fuera porque soy Gerundio y solo puedo ser lo que soy, quien me creó y maneja es más imbécil que yo, lo que me consuela, caería enamorado. Es tan cretino, pero tanto, que ni a sus personajes de ficción los deja. ¡Que vaya al psiquiatra, se cure, y me deje disfrutar como me apetezca!

  2. #2
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    Re: Una experiencia sin datos

    Estimado Gerundio, permíteme que esta vez cambie el tono con que habitualmente te contesto. Probablemente he entrado en una fase de profunda reflexión, tal vez esa neurona a la que normalmente no la dejo pensar, porque cuando lo hace me deja hecho polvo, hoy se ha vuelto indisciplinada, rebelde, y ha empezado a hacer lo que no debe, pensar. Y cuando piensa, supongo que por eso se lo tengo prohibido, me jode, cuestiona lo que hago y encima hasta halla la forma de demostrarme que tiene razón. Por eso, lo que ahora voy a escribir, no lo escribo yo, ni lo hago libremente. Es esa neurona con ganas de joderme la que me dicta, la que me está machacando para diga lo que ella piensa ya que como no tiene manos... piensa utilizar las mías.

    Esta vez te ha leído ella y, francamente, ha visto en Gerundio cosas que yo no había visto. Ha leído en este hilo a un Gerundio muy profundo, ha traspasado ese personaje creado aparentemente para entretener y... ha creído interpretar que esta vez, al menos esta vez, he leído a un Gerundio diferente. Y para acabar de joderme ese Gerundio, con la interpretación torticera de esa neurona, puede haberse convertido en la voz de mi conciencia. Necesito que me digas que no es verdad, que lo que has escrito es solo un entretenimiento más, que eso de leer entrelíneas no viene al caso. Que simplemente este hilo es un homenaje a una persona especial y que no tiene ninguna reflexión profunda. Que cuando escribes:

    [i]Si no fuera porque soy Gerundio y solo puedo ser lo que soy, quien me creó y maneja es más imbécil que yo, lo que me consuela, caería enamorado. Es tan cretino, pero tanto, que ni a sus personajes de ficción los deja[/i]

    Solo pretendes quedar bien, que no crees en que pueda existir el enamoramiento. Niega que el enamoramiento es un camino que puede llegar al amor. No nosotros no somos así, nos dedicamos a disfrutar de cuerpos jóvenes y lozanos que están en el mercado.

    Hoy Gerundio me has bien jodido, has tambaleado los cimientos de mis experiencias de putero, me has desmontado esos argumentos que tanto me han costado interiorizar. Te has convertido en la antítesis a mis tesis.

    Porque yo que soy protagonista de un enamoramiento que se convirtió en amor y hoy hace... ¡bufff! muchos años, demasiados para saber como empezó pero que puedo afirmar que vivo intensamente ese enamoramiento y disfruto cada día de mi inmerecida ración de amor. Yo que he entrado en ese mundo para gozar de cuerpo de mujeres jóvenes (prefiero que no me digan papito, pero que me la chupen bien). Yo que empecé buscando sexo y he amado temporalmente a mi compañeras de pago y... con las buenas me he sentido amado y deseado. ¿Que coño hago yo contratando escorts?.

    No me atrevo a continuar, a pesar de que esa jodida neurona me insiste en muchas cosas más. Quiere que siga leyendo entrelíneas y no, no debo hacerlo, que si tu tienes la libertad, a través de tu nick, de ser estúpido y explicar lo que te parezca porque te reafirmas en una maravillosa estupidez... yo cometí el error de crear un personaje que cuando le da por pensar y escribir lo que piensa, acaba cabreando al personal.

    Dime que mi neurona me engaña, que me ha hecho leerte mal, que lo más importante es follar, o que nos follen, con una chica joven y lozana que nos engañe, que nos diga que somos guapos, y que nos haga disfrutar de un buen momento. Que cuando volvemos a casa nos sentimos satisfechos, llenos por ese buen momento y a volver a empezar, a buscar a otra que nos llame la atención, a ahorrar para volver a follar, o que nos follen....

    Supongo que mañana se me pasará, me voy a buscar en girlsbcn una psiquiatra. Cuando vea una con cara de inteligente... a probar si me cura y consigue demostrame que mi neurona se equivoca.


    PS. ¿Nina sería una buena psiquiatra para tratar a esa neurona díscola?

  3. #3
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    Re: Una experiencia sin datos

    Apreciado Cipotón:

    Lo primero de todo decirte que Nina, si la sabes tratar, te arreglará cualquier desperfecto. Es perfecta para los que como yo, un desastre en la cama, tenemos una imaginación desbordada (aún sin hacer nada) y una verborrea sin igual. Aguanta cualquier tipo de tocho sin mostrar signo alguno de dolor de cabeza, lo que se agradece. Y es, sencillamente, un encanto. Y que sepas, ya lo he dicho alguna vez, que me jode un montón la recomendación, por una cuestión de aprecio, te puntualizo, solo aprecio. Pero es su interés. Y ya sabes que todo pretendido caballero bien educado lo primero que ha de procurar es satisfacer el interés de cualquier dama. Su lujo, tú lo apreciarás, es su exquisita normalidad y su capacidad para leer tus deseos. Tiene otros muchos, ya los descubrirás. Te irá que ni pintado la tontería del otro día, el ser buen amante. Aplícate el cuento, ella no es sorda ni tonta.

    Lo segundo, Cipotón, agradecerte el tiempo que has empleado en contestar. No es habitual que la gente me dedique su tiempo, algo que yo valoro mucho por su escasez. Y es que quien me controla solo me deja suelto de tanto en tanto, un tanto que nunca es el que yo quiero. Pero anda liado, ocupado con esta jodida crisis que le aumenta el trabajo y con algunos problemas de salud, de terceros muy queridos, que no puede comentar. Alguien me lo ha notado, ¿Qué te pasa, Gerundio, que tus tochos últimamente son más largos, con fondo un poco amargo y el chiste mucho más malo de lo habitual? Tranquilo, todo pasará y volverá el Gerundio idiota rematado.

    Lo tercero, Cipotón, es no profundizar mucho ni en el alma ni en los sentimientos, no ponernos profundos. Quien me maneja me lo ha prohibido y reconocerás que es una de las pocas luces de inteligencia que ha mostrado. Profundizar aquí, normalmente, como allá, como allí y en todos lados, lo único que lleva, y más en el foro que tratamos, es mostrar nuestras contradicciones y absurdos. Es el segundo y último punto de inteligencia en quien me ha creado, no tiene más y sé lo que digo. Porque creándome rematadamente idiota, el también lo es y de ahí la facilidad en crear el personaje, puedo afirmar que soy el más coherente de todos los que intervienen. Porque convendrás conmigo que decir hoy blanco y mañana negro, que me gusta el gris, que soy de derechas, centro e izquierda, en fin, lo que me dé la gana, todo me está permitido por mi idiotez, sea lo que sea. No se critica, es coherente con el personajillo que por aquí pulula, con esa dicción gangosa, pretendidamente culta, de literato de medio pelo. Y como me ha definido egoísta, tremendamente egoísta, quien me controla también lo es, me siento satisfecho. Círculo cerrado. Satisfecho sobre este papel, ya lo has entendido.

    Sigo y no numero. Cipotón, solo al principio, hace unos años, cuando empecé en esto y por motivos que no me excusan, no tengo ningún remordimiento y de nada me he de excusar, pero que me satisfacen y, naturalmente, no voy a contar, anduve los primeros meses loco, fundí casi un patrimonio y me dediqué al estupendo mundo de las jovencitas. Duró poco porque me cansé. Cosas de la edad, de mis intereses y, sobre todo, de mis fantasías. Dicen por aquí y es cierto, que lo que más agota a una profesional son los descerebrados como yo, complicados, no por lo que piden sino por como lo piden, la exigencia de detalles que personalicen el encuentro, que recuerden lo que hemos solicitado. Y desde hace unos años, nunca voy con quien declare menos de 30 y ya sabes que eso significa de 30 para arriba.

    Me encuentro muy cómodo con este tipo de mujer, ya hecha, dispuesta a soportar mi verborrea y tonterías, que aprecia no un buen polvo, en mi caso, lo juro, nunca lo conseguirá ni creo que le interese, sino el que sea extremadamente limpio, lo soy, con un trato agradable y educado, la seguridad que no me apartaré de lo pactado, que note que agradezco su trato y, lo primero aunque hay opiniones de contrario, su interés dentro de un sobre desde el inicio. Y si me gusta, es decir, si noto que me soporta sin excesivos esfuerzos, repito, repito y repito, incluso años. Duracel, a mi lado, es una antigua pila de baquelita. De ahí mis pocas experiencias, no voy a estar siempre dando el latazo con mis ladrillazos con las mismas personas. Por cierto, encantadoras todas ellas. Salvo un par de disgustos en aproximadamente siete años, lo que llevo en esto, siempre he salido satisfecho. Pero no habré conocido a más de 20 parejas y, acordarme así con las que he realmente disfrutado, a bote pronto, seis. Me sobran cuatro dedos de la otra mano.

    Por lo demás, pobrecillas, de tanto repetir, hasta alguna me ha encontrado simpático y guapo. Ya sabes, reiterar es apreciar. Y si bien soy feo, bajo, gordo, calvo, con los achaques propio de la edad, sin gracia ni conversación, mal aliento y olor a pies, mileurista irredento y en la cama me muevo cual hipopótamo escalando el K2, he llegado a oír que tengo un bonito blanco de ojos, que mis dedos no son feos, que la calva me hace interesante, que algunos chistes no son tan malos, que hoy he estado estupendo, que el tiempo ha pasado en mi compañía muy rápido, lindezas que agradezco por lo que te he dicho antes, tanto con fantasías como sin ellas, me los mimos. Y para que te lo voy a negar, no cambio de tercio, también de un largo, larguísimo francés sin manos, dulce, profundo y muy, muy, goloso. Que mi tipo de de idiota, no de tonto.

    Por lo demás, siempre ando enamorado. Tu neurona no te ha engañado, sólo te ha contado la mitad de la verdad. Por coherencia, lo que antes te he explicado, puedo contarte cualquier cosa. Lo cierto es que, en mi caso, si repito es que ando enamorado. Pero de todas con las que he reiterado. No hay nada como ser multidisciplinar. Con las que estoy y con las que no, de las que escribo y de las que no, de las que escribís y de las que omitís. De todas. Eso sí, me salva que quien me controla diseñó dos frenos, uno y principal, respetar el principio cardinal que la caridad bien entendida empieza por uno mismo y yo estoy enamorado profundamente de mí, es cierto, no puedo vivir sin mí y sin él y, dos, secundario, todo esto tiene fecha de caducidad, es lo bueno que tiene el amor eterno, que dura mientras dura el sentimiento. Como bien decía otro forero, somos estupendos. Estupendos canallas. Sin dobles sentidos, que en mi tierra llaman canalla a la chiquillería. Si a fin de cuentas lo único que nos diferencia es que nuestras muñecas son más talluditas y perfectas. Y golosas. Y sin pilas. Y sin un Kent que te toque los cojones durante el ratito que estas con ellas.

    Por lo demás, y finalizo, convendrás conmigo Cipotón que en el infierno, no creas que de existir será mal sitio, nos divertiremos mucho más con buena compañía ya conocida de este foro, contando verdulerías, y no en el cielo, un sitio que debe ser detestable a tenor de los tipejos que dicen descansan por ahí, entre ellos me han contado que el General Franco y mi padre, más que nada porque mi madre siempre dice eso de “ojala lo tenga Dios en el cielo”. Como ves, la duda sobre la existencia de Dios es más que razonable.

    Y basta ya de desnudarnos en público, Cipotón, que con que unas pocas foreras conozcan nuestras miserias, despojos y mal follar es ya suficiente. Te he contestado porque estoy de vela acompañando a quien realmente quiero, hoy me toca turno, ya me gustaría que la vela fuera envegada en un palo de un 14 metros, y me he dicho al ver tus letras eso de “vamos a contestarle, ese Cipotón es de mi quinta”.

    Por cierto ¿tú hiciste la mili en Artillería? A mí me tocó en marina, en el grupo de Submarinos. Y ahí sigo.

  4. #4
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    Re: Una experiencia sin datos

    Gerundio, respondiendo a tu pregunta de donde hice la mili... No la hice, ventajas de ser sobrino de Capitán de la Guardia Civil y amigo del hijo del capitán Médico de la caja de Reclutas. Alegué sordera y a pesar de que cuando al médico se le cayeron tres monedas de cinco duros, me faltó tiempo para agacharme y metérmelas en el bolsillo... entendió que había sido un acto reflejo y que mi sordera me impedía servir a la Patria a pesar de mi gran espíritu de servicio. Me había tocado Sidi Ifni y seguro que me moría de ganas de...En fin, mejor no continuar no sea que aún me vengan a buscar.


    Del resto... esa neurona cabrona de mierda... mejor no sigo.

    De todo corazón, que los problemas de quien te creó se solucionen de forma rápida y favorable.

  5. #5
    Guest

    Re: Una experiencia sin datos

    ¡Serás cabrón! ¡Me podías haber avisado!
    Porque el médico me hizo el mismo truco, pero con billetes de cinco mil.
    Se los devolví, señalándole que el segundo de ellos era falso.
    Y me dio apto para el servicio. No aceptó mi alegación de ceguera, ni que le regalará una tira de la ONCE.

  6. #6
    Guest

    Re: Una experiencia sin datos

    ¿Sabes una cosa, Cipo? Y con esto termino este hilo, si no quieres apuntillar.
    Quizás fue por la noche en que escribí, de quien estaba acompañado, que en un sitio así te fumas un porro y te encierran, en fin, andaba un poco tierno y blando, y te contesté así.
    Hoy he releído el hilo y, verdaderamente, tienes razón. Pero comprenderás que no despeje tus dudas, egoísta que es uno, primero va el aclarar las mías, que bastante tengo con mi melón por cabeza para entrar en pormenores con tu sandía.
    Alguien lo notó. Me escribió una persona que lee estos tochos, creo yo que para que le entre sueño y poder dormir, persona por la que siento un cierto aprecio, y me señaló con total claridad su sorpresa, por desnudarme más de lo habitual y, sobre todo, por lo frágil que me veía. Así me lo dijo.
    Conozco a varias damas, muy pocas incluyendo de la que hablo, que tienen la facultad de resumir en breves párrafos lo que a mí me costaría más que el Castán (un giño para los eruditos, si hay alguien que nos lee). Y aunque me va la verborrea, algunas veces interrumpo y no dejo hablar, explico mis historias y fantasías, he de reconocer que soy un pésimo amante, lo que te he dicho antes, soy el tipo de pareja descerebrado al que le va el compadreo, exijo detalles que personalicen el encuentro, les lanzo ladrillazos a diestro y siniestro, pobrecillas que por cubrir sus intereses me han de aguantar, tienen una clara ventaja. Y es que con ellas, aunque parezca una contradicción, me siento protegido.
    ¿Qué les vas a explicar de la naturaleza humana, de cómo somos, lo que deseamos y queremos? Si ellas, al decir la primera tontería, ya te han calado. Y, sin decirla, solo por cómo te comportas, también. Y estoy tan seguro de ello, tengo la presunción de que ellas son así de buenas conocedoras de nuestras miserias, que saben casi al instante lo que puedo dar y lo que no, lo que doy importancia y lo que para mí es igual a un rábano e, incluso, nunca pregunto, cuales son mis taras, debilidades, contradicciones e innumerables defectos.
    Y como las cosas ya han vuelto casi a una total normalidad, ya no hago velas ni tengo preocupaciones de este tipo por el momento, ¡alégrate, machote! el idiota rematado de Gerundio ya está de vuelta. Y para que no digas que soy mal compañero, te lo advierto, cuida tu trasero.

  7. #7
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    Re: Una experiencia sin datos

    Cita Iniciado por Gerundio
    ¿Sabes una cosa, Cipo? Y con esto termino este hilo, si no quieres apuntillar.

    Y como las cosas ya han vuelto casi a una total normalidad, ya no hago velas ni tengo preocupaciones de este tipo por el momento, ¡alégrate, machote! el idiota rematado de Gerundio ya está de vuelta. Y para que no digas que soy mal compañero, te lo advierto, cuida tu trasero.

    Aunque solo sea por apuntillar. Me alegro de que todo tienda a la normalidad y... sí cuidaré mi trasero,

    PS. Solo me sabe mal que pensé que, tal vez al ablandarte, me pagarías la letra que vence el 24 y así podría ir a esa cirujana que tan bien opera. En fin, esperaré (como la letra de la canción de Armando Manzanero).

  8. #8
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    Re: Una experiencia sin datos

    Para mí una experiencia sin gatos no es nada. Así que me callo.

  9. #9
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    Re: Una experiencia sin datos

    Cita Iniciado por nietze
    Para mí una experiencia sin gatos no es nada. Así que me callo.
    Lo que hay que hacer para no escribir cincuenta líneas. Pero tiempo al tiempo, que tengo una historia con una domadora de gatos... al final sin gatos. Lo que te obliga a hacer el hambre.

  10. #10
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    Re: Una experiencia sin datos

    He vuelto a verla. A la dama del encabezamiento de este hilo. Y para mi sorpresa, de quien os escribo y que no quiere pistas, me pidió una vez más que sin descubrirla le dedicara un relato.

    - Quiero, Gerundio, que nuevamente escribas sobre mí. Pero esta vez con menos delicadeza y dulzura, quiero un cuento obsceno, realmente obsceno, en el que muestres, si puedes, el placer que te procuro. Céntrate en alguno de nuestros juegos y redacta. Por una vez, se guarro.

    - No lo va a leer nadie, el sitio es poco indicado, por aquí solo pasan algunos despistados. Además, me lo pones muy difícil, siempre intento evitar entrar en lo que es intimo y privado, nunca pormenorizo y menos en aquello que sí, claro que se que disfrutan otros afortunados, pero que cuando estamos solos es tuyo y mío, que a mí me educaron unos talibanes en un colegio de pago.

    - Me da lo mismo. Se sobre todo sincero, no des muchas vueltas y al grano. Quiero leerlo, poco más te he de indicar. ¿Por qué das gusto a otras con tus letritas y a mí me las niegas?

    Comprenderéis que ante tan claras instrucciones no le queda a uno más remedio que aporrear el teclado. Y si, seré sincero, aunque sé que se va a enfadar, porque voy a decir algunas cosas que no le van a gustar. Y como quiere que me centre en algún juego, iré al que nos gusta a todos, salvo a algún anormal, el francés. Veremos cómo sale, es la primera vez que lo hago, así que intentaré que quede guarro. Es lo que desea.

    El francés. Habéis escrito mucho sobre ello. Que si profundo, que si con juego, que si salivado, que si natural, que si sin manos, lo quiero extenso, pues yo cálido, para todos los gustos. Todo tipo de descripciones que resumo en lo que es, nuestro mejor placer. El más explicado. En ello, lo reconozco, os extendéis.

    Pues bien, de quien os hablo no tiene ni idea de realizar un francés tal cual vosotros lo detalláis. No tiene ni la más mínima idea. Está absolutamente negada para esta práctica. No tiene remedio ni nunca aprenderá. Ella, sencillamente, no lo practica. He buscado si podía asimilar lo que realiza a cualquiera de vuestras miles de descripciones, pero no encaja con ninguna. Por tanto, descartado. Inutilidad total.

    Pero si en vez del francés, como vosotros lo denomináis, preferís el sexo oral, que eso es ingeniería superior y muy distinta, entonces entramos en el mundo de la perfección, perfección al 98 por 100, luego os explico porque arrastro ese 2 por 100. Porque ella practica el sexo oral en latín, estilo ortodoxo, idioma perfecto en el grado señalado, dicción de patricia romana, madre de todas las lenguas, origen no superado de los bastardos francés, castellano, catalán, italiano ………….. meros dialectos a su lado.

    Un sexo oral delicioso y delicado. Ni en las mejores fantasías me he aproximado. Es cálido, próximo al calor, le faltan unos cuantos grados que, de tenerlos, ella bien lo sabe, incrementaría el placer pero acortaría el tiempo. Y, en ese equilibrio, placer y tiempo, ella actúa magistral.

    Juega con todo, pero con lo que más, el deseo. Porque uno se incorpora y la mira. No hay que perder detalle. Y ella juega con su boca, besando, presionando ligeramente, recorriendo tu cuerpo, acercándose a tu sexo y amagando, retardando lo que más quieres, que te tome y mueras de placer. ¿Sera ahora? ¡Por favor, que así sea! Pero no, vuelve a atrasar la entrega, sabedora de lo que estás deseando, tiene buenas pruebas.

    Y, de tanto en tanto, mirándola, te clava sus preciosos ojos, y sin apartar la mirada sigue recorriendo lo que ya no deseas, porque te gustaría que solo fuera tu sexo, que se centrara en ello. Pero no, sigue con su juego. Y tú le aguantas la mirada y sigues el recorrido de sus ojos. Me da lo mismo lo que piense, sea bueno o malo, os lo aseguro, ella lo sabe, porque el deseo con la que la miro me impide atender otra cosa.

    Y cuando te toma, ¡cuando por fin, por fin, cuanto lo he deseado, te toma! has de seguir mirando. Porque ella, no sé como lo hace, será que nosotros no somos complejos en estas cuestiones, adivina el ritmo, la presión, los tiempos. Recorre tu sexo, lo explora, lo mima, lo besa y, en ese juego, siempre por tiempos, te provoca un enorme placer. Estaría así una imposible eternidad. Es pura provocación.

    Y lee tus pensamientos con facilidad. Lo que deseas. Con ella tengo la sensación que mi única neurona se ha multiplicado por un millón y que todas, de rodillas ante ella, asombradas, no creen que sólo la calidez y dulzura de su boca pueda proporcionar tanto placer a ese regimiento de descerebradas. Sorprendidas y agotadas quedan.

    Y si piensas, ahora más rápido, responde ella, y si piensas, ahora un poco más lento, responde ella, y si piensas, ahora me recrearía por los lados, responde ella, y si piensas, ahora lo tomaría y lo haría desaparecer, responde ella, sin cruzar palabras, no necesita instrucciones ni señales, lo adivina. Y cuando en la acción te señala, os lo juro, dulcemente al oído, “Gerundio, viéndote disfrutar así yo disfruto y me apetecería ………….” sencillamente piensas ……… “haz lo que quieras, mátame si lo deseas ……….”. Ella podría, si quisiera, uno está totalmente desarmado. Mejor no darle ideas.

    Y lo que es inaudito, lo que solo he visto en ella, son esos tres golpes finales, esos tres movimientos que sólo tú y tú mano saben, esa forma de terminar que por mucho que explicas no adivina nadie, ella te lo proporciona. Tres, son tres los movimientos, intensos, seguidos, profundos, fuertes y dulces a la vez, y terminas como ni en tu mejor fantasía te planteas. Donde y como deseas, en el momento preciso e indicado. Sencillamente, tú y tú placer se licúan. Y, durante un largo minuto, ella no lo cree y piensa que haces teatro, estás muerto. Muerto de placer. Ha llenado tanto tu cuerpo de goce que no hay sitio para la vida, por cursi e increíble que os parezca.

    ¿Y ese 2 por 100 que restas, Gerundio, es un defecto? Si, es por la necesidad de mirarla.

    Porque hay que mirarla con atención, sin perder detalle. Es tan perfecta en este juego que, si no miraras y con los ojos cerrados te concentraras solo en el placer, dirías que es una fantasía, la mejor que has producido en tu vida y que la provocas tu mismo con la mano. Y eso, se quiera o no, es un defecto. Egoísta que es uno. Porque ese placer te lo proporciona un tercero, ella, el centro de tu deseo. De otra forma nada de lo que explico tendría sentido. Porque es ese el motivo, único, exclusivo, que sea ella en ese momento y no otra.

    Solo tiene un problema, que todavía no he superado. Y es que todos fantaseamos con ese placer oral perfecto en nuestras fantasías. Ella ha superado las mías y no encuentro forma, de momento, de vencerla. Por eso repito con ella, se que tarde o temprano, esperemos lo primero, ganaré la partida. Yo tengo mucha fantasía y la puedo. Estoy seguro de ello, aunque de momento, vence ella. De lo que me alegro.

    Para ti, rubio bellezón. Por una vez, ya ves, he dejado de lado mi pretendida, engolada y falsa elegancia de caballero y me he puesto guarro. Este Gerundio, maldito, va por libre, se empieza a escapar de mi control ………………. Me voy a volver loco. Un día de estos, lo asesino con nocturnidad, alevosía, ensañamiento, premeditación y desprecio de sexo, y cambio de personaje.

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