La noche de ayer, es de esas noches que no se planean, y sin embargo, salen perfectas. Os cuento, yo tengo en mi vida una serie de varones que son importantes, por supuesto mi padre, mi inspiración como hombre inteligente y culto. Luego hay dos traviesos por casa, los que me hacen pensar en una posible maternidad en un futuro. Vamos más al grano, luego están los que me estimulan, de esos, dos se juntaron anoche.
Todo empezó sobre las 19:30. Yo muy cansada y con ganas de marchar a casa, pero con la inquietud de algo, como cuando te coge el antojo de chocolate. Justo entonces me llama el susodicho (llamada de control, jijiji) y me dice que porque no salimos. Yo accedo, cuanto lo necesitaba esa noche el salir. Marcho a casa, y mientras tomada una ducha, me puse a pensar en mi otro referente de hombre, y se me vino a la cabeza una idea espontánea. Llamé al susodicho y accedió. Llamé a mi otro referente, y estaba dispuesto y con un pelín de tiempo libre.
A las 21:20 me pasa a recoger el susodicho, y nos ponemos en marcha. Llegamos cerca de las 22h, y la alegría de ver a mi referente hizo que mi corazón latiera por el gran cariño que le he cogido en tan poco tiempo. Presentaciones. Me sitúo en mi papel de observadora para ver a esos dos magníficos ejemplares, su desarrollo. La cena digna de un gran sabedor de lo que me gusta, un trinxat con foie que WOW, un pescadito que sentó de maravilla y no quiero ni pensar en mi soufflé de chocolate porque eso es un pecado, jajajaj. Todo ello regado con un tinto que era un regalo para el paladar. A mi derecha mi susodicho, a mi izquierda mi referente. Hablamos de todo, de la vida, de vinos, de Francia, de cosas que no se deben olvidar, de comidas. Yo, la observadora, la que recuerda porque tiene una memoria prodigiosa, absorbiendo cada palabra que ellos decía, diciéndome “ves, cada día aprendes algo nuevo”. Como los definiría, mi susodicho, mi incondicional, el que me conoce profundamente, el que con un gesto mío ya sabe, el rápido de pensamiento y hábil en la acción. Mi referente, el sabio y experimentado, el que ha exprimido cada segundo de la vida, el que me aporta las risas y el optimismo. Disfruté muchísimo, y por temas burocráticos, esa noche no se alargó más, y eso que había una complicidad extraordinaria. Una despedida calurosa y una promesa de un próximo encuentro. Hoy me siento afortunada, vivo una vida tan rica, en la que se me otorga el placer de la compañía de gente así. Gracias a la buenaventura. Habrá una segunda ocasión, no hay duda.
Bessssssssooooooooossssssss
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