Una gran película de amor. Muchos se han quedado únicamente con las escenas sexuales (algo que también le ocurre al "Último tango en París"), como la del huevo duro, o los coitos totalmente reales que realizaban los dos protagonistas, pero por encima de todo es una gran película de amor, de un amor posesivo, pasional, llevado hasta el último extremo.
Por cierto, no se si será verdad o será una leyenda urbana, pero en su día llegué a leer que como consecuencia de "El imperio de los sentidos", cuyo título original era "Aino corrida", en Estados Unidos creció enormemente la venta de huevos.